Salud

Viajar a Australia y poder salir de fiesta: la "vida normal" de un joven trasplantado de hígado

Vall d'Hebron realizó el primer trasplante hepático infantil del Estado hace cuarenta años

BarcelonaAustralia es un destino para muchos jóvenes catalanes que acaban sus estudios y tienen ganas de viajar, aprender inglés y trabajar. Es el caso de Joan Escolà, que tiene 21 años, está a punto de terminar el ciclo superior de marketing y publicidad y ya tiene la inmensa isla del Pacífico entre ceja y ceja. Pero a diferencia de otros jóvenes, antes de decidir si se embarcaba en esta experiencia tuvo que consultar con su hepatólogo de referencia si podía hacerlo.

Cuando sólo tenía ocho meses, Escolà se sometió a un trasplante de hígado porque el suyo no funcionaba correctamente y era la única alternativa para su supervivencia. Su padre le dio una parte del órgano y, veinte años más tarde, se encuentra bien, ya casi ha terminado sus estudios, juega a balonmano y sale de fiesta con sus amigos. Con una sonrisa pícara reconoce que bebe de vez en cuando, pero no se esconde porque está contento de poder hacer lo mismo que hacen el resto de jóvenes de su edad.

Cargando
No hay anuncios

"Este es el objetivo del programa. El éxito del trasplante es que pueda hacer vida normal, si fuera de otra forma no tendría sentido", sostiene el jefe de la Unidad de Hepatología y Trasplante Hepático Pediátrico del Vall d'Hebron, Jesús Quintero. El centro catalán fue el primero en realizar un trasplante de hígado del Estado hace cuarenta años y, desde entonces, ha operado casi 500 niños y niñas que, como Escolà, necesitaban un hígado nuevo para sobrevivir.

Más allá de seguir un tratamiento crónico, con visitas rutinarias al hospital y medicación diaria para no descompensarse, estos pacientes pueden realizar las mismas actividades que el resto una vez salen del quirófano. El experto explica que es un tipo de órgano que en la mayoría de casos no es necesario volver a trasplantar porque tiene una tolerancia muy alta y el cuerpo no suele rechazarlo. El 7 de junio de 1985 Berta, una niña de dos años con atresia de las vías biliares, que es la principal complicación del hígado para un trasplante hepático en la infancia, fue la primera paciente pediátrica trasplantada del Estado. Hacía sólo un año que se había hecho el primero en adultos cuando también se logró este hito científico.

Cargando
No hay anuncios

Berta recibió el alta hospitalaria 56 días después de la intervención, pero murió seis meses después porque entonces los tratamientos inmunosupresores –que necesitan a todos los pacientes trasplantados para que las defensas del cuerpo no ataquen al órgano nuevo– no eran tan buenos como los actuales. Aquella primera operación comenzó a las 23 horas y terminó a las 11 del día siguiente. Ahora, sin embargo, un trasplante de hígado a un paciente pediátrico dura unas 6 horas.

Dividir el hígado del donante en dos

El hígado de estos pacientes pesa unos 150 gramos y algunas de las arterias que operan los profesionales son milimétricas, lo que añade complejidad a la intervención pese a que los resultados son hoy "muy buenos", asegura Quintero. Aparte de la mejora de los tratamientos inmunosupresores, otro punto de inflexión en la historia del trasplante hepático pediátrico en el Estado fue la implementación del trasplante split, que consiste en dividir el hígado del donante en dos partes para obtener dos partes completamente funcionales para dos receptores. Desde 2018 la regulación estatal indica que un paciente pediátrico puede recibir el hígado de un donante menor de 35 años con esta técnica y, según Vall d'Hebron, la lista de espera de pacientes pediátricos por un trasplante de hígado quedó a cero por primera vez en 36 años.

Cargando
No hay anuncios

En el caso de Escolà, fue su padre quien se ofreció, ya que comparten grupo sanguíneo y eran compatibles. De hecho, el hijo cuenta entre risas que cuando sale con sus amigos o hace alguna fechoría el padre le recuerda (con broma) que fue él quien le dio el hígado y que debería vigilarlo. Ahora cuando vaya a Australia tendrá que seguir haciendo visitas rutinarias y tomando la medicación, pero Quintero ya le ha dado el visto bueno y podrá irse cuando acabe sus estudios. De momento, tiene clarísimo cuáles son las primeras playas a las que irá.