Día Internacional del Cáncer Infantil

"Una mala cirugía puede condenar a los niños con cáncer a sufrir secuelas para siempre"

En Cataluña se diagnosticaron 154 tumores pediátricos en el último año

Profesionales de Vall d'Hebron operan un paciente con cáncer infantil

BarcelonaDe los 154 niños que el pasado año recibieron un diagnóstico de cáncer en Cataluña, una pequeña parte tuvo que pasar por quirófano. No es la práctica más común, ya que la mayoría de los tumores en edades pediátricas son leucemias y linfomas, dos tipos de cáncer que se conocen como tumores líquidos y se originan en sangre. Pero algunos sufren los llamados tumores sólidos, como los cánceres de riñón o los sarcomas, que necesitan ser extirpados; o enfermos que deben recibir un trasplante porque sus órganos están afectados por el cáncer. En estos casos, la recuperación dependerá del éxito de la cirugía. En estas operaciones de alta complejidad no sólo está en juego la supervivencia de los niños, sino su calidad de vida: si la operación no se realiza correctamente, será necesario intensificar las sesiones de fármacos sistémicos como la quimioterapia y la radioterapia, lo que aumenta el riesgo de sufrir secuelas de por vida.

Los tumores sólidos más frecuentes en cáncer pediátrico son el neuroblastoma, que habitualmente se forma sobre los riñones, pero puede aparecer en otras zonas del cuerpo siempre cerca de vasos sanguíneos; el tumor de Wilms, que también se origina en los riñones, y los sarcomas, que afectan a los huesos y también a tejidos blandos como músculos y tendones. En estos casos, realizar una correcta cirugía es "esencial" para el pronóstico del paciente y es necesario recurrir a centros con una alta especialización en oncología infantil y trasplantes, según la jefa de sección de cirugía oncológica neonatal y hepatobiliopancreática del Hospital del Valle de Hebrón, Gabriela Guillén.

El cáncer infantil se considera una enfermedad minoritaria –representa menos del 1% del total de casos en el país– y la supervivencia oscila entre el 80% y el 90% de los casos. Sin embargo, es la primera causa de muerte entre niños de 5 a 14 años en Cataluña. Al ser niños tan pequeños, a menudo el tamaño de la "zona crítica" desde donde deben extraer el tumor es de aproximadamente 1 centímetro, a veces menos, y una mala intervención puede reducir la calidad y la esperanza de vida de estos pacientes.

Si un tumor maligno se rompe a media operación, la criatura se acabará curando, pero los profesionales tendrán que intensificar el tratamiento posterior con quimioterapia y aplicar radioterapia local, lo que le comportará unas secuelas "brutales". Una operación fallida también puede incrementar el riesgo del niño de sufrir múltiples enfermedades graves, que van desde las cardiopatías, la hipertensión, y la insuficiencia renal, hasta lesiones graves en vasos sanguíneos, pérdida de órganos vitales o recaídas que comporten la aparición de nuevos tumores. "Una cirugía mal hecha condiciona la supervivencia de los niños con cáncer y les puede condenar a sufrir secuelas para siempre", afirma Guillén.

Cánceres hepáticos

Un ejemplo de tumor "sumamente infrecuente" que también requiere una intervención quirúrgica son los que aparecen en el hígado. Representan un 2% del total de casos de cáncer pediátrico y existen pocos centros que realicen este tipo de cirugía hepática. En Cataluña, Vall d'Hebron es el único hospital de referencia. Son cirugías muy complejas, que requieren la experiencia tanto de los cirujanos oncológicos pediátricos como del servicio de trasplantes, puesto que en algunas ocasiones el único cuidado para estos pacientes es recibir un hígado dado.

Al centro barcelonés llegan niños de todo el Estado, remarca Guillén, que insiste en la importancia de que las familias lleven a sus hijos a centros con equipos muy especializados para minimizar el riesgo de secuelas y mejorar su pronóstico. Por ejemplo, cuando intervienen una criatura con un tumor maligno en el hígado que necesita un trasplante, su supervivencia estará por encima del 80% si la operación se ha realizado correctamente. En cambio, si la cirugía sale mal y quedan células tumorales en el cuerpo, el paciente puede recaer y entonces las probabilidades de sobrevivir se reducen hasta el 30%.

Cada tumor tiene un protocolo de abordaje diferente y la atención del paciente varía en cada caso. Sin embargo, por norma general, cuando llega un niño con cáncer al hospital se hace un estudio de imagen y una biopsia para saber qué tipo de tumor es y qué apellidos tiene. Es decir, dado que cada vez se conoce mejor la biología del cáncer, los oncólogos pueden determinar el subtipo de tumor al que deben enfrentarse y con esta información pueden adelantarse a si requerirá quimioterapia previa a la operación y ponderar los riesgos asumibles para cada paciente. Una vez extirpado el tumor, seguirán con el estudio para saber más información del cáncer que padece y determinar el tratamiento posterior que debe recibir.

Quimioterapia previa

En la mayoría de los tumores malignos pediátricos es importante realizar quimioterapia previa a la operación para eliminar la enfermedad microscópica que circula por el cuerpo del paciente, reducir el tamaño del tumor –en cáncer infantil suelen ser muy grandes– y asegurar que la cirugía sea más segura y menos mutilante para el niño. Además de aplicar este tratamiento, los profesionales del Vall d'Hebron disponen de otras herramientas como la impresión 3D y técnicas de imagen por fluorescencia, que les permiten planificar mejor la cirugía y disponer de guías luminosas para operar con mayor seguridad , puesto que pueden determinar los márgenes quirúrgicos e identificar metástasis.

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