Seguridad

Desmontando mitos sobre la inmigración: el origen no explica quien delinque

La pobreza, la menor formación básica y la falta de red social son los principales factores de riesgo, y no la nacionalidad, según autoridades y expertos

BarcelonaEs habitual que, en los comentarios de las noticias sobre sucesos del ARA, varios lectores pidan conocer la nacionalidad o el origen de la persona que ha quedado detenida por la policía. Es sólo un ejemplo que evidencia cómo una cuestión ha irrumpido en el debate público, a menudo haciéndose fuerte en la esfera política de la mano de algunas formaciones: la vinculación de las personas recién llegadas con una mayor propensión de comisión de delitos. Los Mossos d'Esquadra no hacen pública la nacionalidad de los arrestados, ya que el origen no se considera un factor a la hora de delinquir, pero la policía catalana ha abierto la puerta a proporcionar más detalles en determinadas tipologías delictivas a partir del próximo año. En estos momentos, los extranjeros son el 18% de los residentes en Catalunya y representan el 52% de la población penitenciaria y más de la mitad de las detenciones policiales. Sin embargo, tanto los portavoces de la policía catalana como los expertos consultados por este diario piden ir más allá de los datos fríos y contextualizarlos teniendo en cuenta los factores que sí son decisivos, como son los socioeconómicos.

Paolo Pinotti es decano y director de la cátedra de análisis económico del crimen de la Universidad Bocconi, en Milán. El año pasado copublicó un extenso trabajo en la revista estadounidense Journal of Economic Perspectivas analizando los datos delincuenciales de 23 países europeos entre 2002 y 2017 para estudiar la vinculación entre criminalidad e inmigración. "Pueden ser países diferentes, contextos diferentes, pero creo que es justo decir que, en conjunto, hay poca o nada de evidencia de que las tasas de criminalidad aumenten en los lugares a los que llegan más inmigrantes", asegura durante una conversación con el ARA. Antonio Andrés Pueyo, catedrático de psicología y profesor de criminología en la Universidad de Barcelona (UB), también ha realizado un estudio recientemente sobre esta vinculación, centrándose sobre todo en la sobrepoblación de personas migrantes en las cárceles. "La nacionalidad no explica el encarcelamiento, sino la acumulación de factores de desventaja estructural que afecta con mayor intensidad a los colectivos inmigrantes", concluye el documento.

Las desigualdades sociales y económicas de una persona tienen mucho más peso a la hora de delinquir que su origen, que no se considera un factor de riesgo ni el elemento que predispone a un patrón. No se es más peligroso en función del lugar en el que se haya nacido.De hecho, según fuentes del departamento de Justícia, los factores que explican el riesgo delictivo y la reincidencia están vinculados a elementos más sociales. "La nacionalidad es, simplemente, una variable demográfica que carece de peso criminológico propio", afirman las mismas fuentes, especialistas en el análisis de la reincidencia y la propensión al delito.

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De hecho, para calcular estos elementos con diversas herramientas, como puede ser el algoritmo RisCanvi —que valora el riesgo de reincidencia—, las autoridades tienen en cuenta otros muchos factores. "La investigación criminológica y las herramientas de evaluación utilizadas internacionalmente coinciden en que los principales factores asociados al riesgo delictivo ya la reincidencia son de naturaleza socioeconómica, educativa, relacional y clínica, y no el origen nacional de las personas", afirman las mismas fuentes de Justícia.

La falta de educación y oportunidades

El 71% de la población penitenciaria ha pasado últimamente el test RisCanvi, y los datos, a los que ha tenido acceso el ARA, evidencian la importancia de los factores que se miden para entender por qué una persona delinque. Lo primero a tener en cuenta es la educación. El 73% de los presos carecen de la formación básica. En el nivel educativo, en España existe un sesgo importante entre extranjeros y nativos: el 29% de los extranjeros sólo han completado la educación primaria, pero no se han graduado en la ESO, frente al 13% de los españoles en esta situación.

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Volviendo a prisiones, el 67% de los internos han tenido problemas de empleo. De hecho, el 61% de los presos extranjeros carece de recursos económicos. En cambio, sólo el 35% de los internos españoles lo tienen, según un estudio del mismo departamento al que ha tenido acceso el ARA. Esta variable es clave para entender, concretamente, una tipología de delito: los que son contra el patrimonio, como hurtos y robos. Según explica Pueyo, hablamos de delitos vinculados precisamente a la carencia de recursos económicos. En muchos casos, quienes los cometen son los llamados multirreincidentes.

Según datos de los Mossos d'Esquadra, de las 637 personas multirreincidentes identificadas en Barcelona en 2024, un 57% eran de origen marroquí y argelino. También el 66% de los autores de los delitos de empleo fueron extranjeros. De nuevo, la variable económica y social es la que marca ese efecto: el 80% de los autores de delitos contra la propiedad han tenido problemas a la hora de encontrar trabajo. Y en estos casos la tasa de reincidencia se duplica y alcanza el 30%, según los datos de Justicia. El hurto es el delito más cometido en Barcelona y casi el 40% de la población penitenciaria se encuentra internada por delitos contra el patrimonio, aunque conllevan penas más leves y su comisión no siempre termina con un ingreso en prisión. Sin embargo, son los delitos más numerosos y también los más visibles, ya que pasan a la calle.

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Los autóctonos y los delitos más graves

En algunos delitos más graves, el porcentaje de detenidos y presos españoles es mayor. El 67% de las personas detenidas por los Mossos por crímenes machistas desde el año 2014 son de origen español, la mitad de los presos por agresiones sexuales y el 53% de los condenados por homicidio. Por el contrario, los extranjeros son casi el 60% de los presos por delitos contra el patrimonio.

Pueyo insiste en que cada delito tiene un perfil de autor concreto y unos factores de riesgo que le conducen a cometerlo. De la misma forma que los delitos por los que cumplen condena a las personas que ahora están en prisión, y que delinquiron hace tiempo, no se corresponden con los datos de delitos que se cometen actualmente.

En su amplio estudio, Paolo Pinotti y el investigador Olivier Marie detectaron que sí hay ciertos grupos de personas extranjeras que tienen "una mayor propensión a cometer delitos que los nativos". Sin embargo, son un grupo muy concreto: migrantes sin permiso de residencia, ni de trabajo, sin un estatuto legal en el país de acogida. "Son personas pobres que no pueden acceder en modo alguno a trabajos regulares", reflexiona. Estos son los que terminan cometiendo delitos contra el patrimonio o vinculados al pequeño tráfico de drogas. De hecho, el 60% de los detenidos por drogas en los últimos 15 años en Catalunya son extranjeros.

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El análisis de Pinotti concluye que un 80% de los migrantes que cometen delitos se encuentran en situación irregular. Y también han comprobado que cuando esa persona pasa a regularizar su situación se reduce la probabilidad de delinquir. "Los rumanos y búlgaros, cuando entraron en la Unión Europea, obtuvieron estatus legal en toda la UE y su probabilidad de cometer delitos se redujo aproximadamente en un 50%", señala.

"Los factores de riesgo tienen que ver con factores socioeconómicos, y determinados colectivos en la población nacida en el extranjero tienen más posibilidades de tener estos factores. Esto lleva a la sobrerrepresentación a los datos", apunta, en la misma línea, Blanca Garcés, investigadora del Centro de Estudios y Documentación Internacional. Los datos siguen dando fuerza a esta tesis: el 37% de los presos extranjeros carecen de apoyo familiar, frente al 17% de los españoles. Hay otro dato muy importante: el 67% de los presos en Catalunya realiza un consumo problemático de drogas legales o ilegales. Pueyo insiste en que las adicciones son siempre un factor de riesgo a la hora de delinquir, sobre todo para entender las conductas violentas.

Los autores, hombres jóvenes

Pueyo también insiste en que el estudio de la delincuencia nunca puede realizarse desde los porcentajes globales de población. Las personas extranjeras representan al 18% de los habitantes de Catalunya, pero, primero, debe tenerse en cuenta, tal y como explicó el director general de la Policía, Josep Lluís Trapero, que sólo el 0,3% de la población inmigrante está en prisión. "Una persona de cada 333. El debate sobre la inmigración afecta a las 333; el debate sobre la delincuencia, una", afirmó. Además, existen ciertos perfiles de delincuentes.

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Actualmente, más del 90% de los presos son hombres y la media de edad se encuentra a los 39 años. Es decir, el perfil de un autor de un delito —aunque puede variar según la tipología penal— suele ser el de un hombre joven, que también es el sector de población en el que hay más migrantes en Cataluña. Las personas extranjeras representan al 18% de la población, pero entre los hombres de entre 30 y 40 años, representan el 35% del total. Su presencia se multiplica por dos. Por tanto, en esta franja no son una minoría tan significativa. Y detrás de ese dato hay factores de riesgo sociales y económicos muy evidentes. Por ejemplo, que el salario bruto anual de los extranjeros es un 25% inferior al de los españoles, o que el 46,8% de las personas de origen migrante en Cataluña están en riesgo de pobreza o exclusión social. Entre las personas con nacionalidad española se sitúa el 19,4%.

Los barrios y el arraigo

Varios estudios académicos, como el del criminólogo estadounidense Ramiro Martínez Jr., apuntan que a menudo las personas extranjeras acaban yendo a barrios con mayor desigualdad social porque la vivienda y la vida allí son más asequibles. A su vez, son barrios con unos datos delincuenciales más altos. Esto, según este estudio de EE.UU., conlleva una mayor predisposición a delinquir. De hecho, un 51% de los presos internados en Catalunya pertenecen a grupos sociales de riesgo delictivo, que por ejemplo viven en entornos vinculados al tráfico de drogas oa la prostitución y tienen vínculos con juventud marginal. Un factor que también se detecta en el estudio de Pinotti es que durante estos procesos, y ante la falta de oportunidades, acaban sustituyendo a los delincuentes nativos, lo que no siempre implica un aumento de los datos de criminalidad.

El arraigo es también un elemento clave para valorar el riesgo de delinquir. En Catalunya, el 36,43% de los presos carecen de apoyo familiar ni social. Es decir, carecen de una red. Además, sólo el 16% de los internos tiene un hogar de propiedad. Existen más variables sobre el arraigo: el 47,7% de los presos no entiende el catalán. "Reducir el análisis de la delincuencia en el origen de las personas es una simplificación que no refleja la realidad y que puede generar estigmas injustificados. En cambio, centrarse en los factores de riesgo reales permite desarrollar políticas públicas eficaces, basadas en la evidencia, orientadas a la prevención ya la reinserción", afirman fuentes de la dirección. En este ámbito, la salud mental también es un factor a tener en cuenta: el 13% de los presos catalanes padecen trastornos psicóticos o bipolares de larga duración.

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"Estamos fallando"

Que la pobreza, la exclusión social o la falta de educación son elementos que se esconden detrás de las conductas delictivas es una evidencia empírica y contrastada, que también refleja una realidad. "Estamos fallando, debemos exigir responsabilidades en las políticas públicas", afirma Blanca Garcés. "La exclusión social severa, la precarización laboral, [la exclusión] de acceso a la vivienda, tienen un impacto negativo sobre quienes lo viven y también sobre el entorno. Y eso sólo se aborda haciendo frente a la exclusión de estas personas", interpreta. La investigadora, experta en migraciones, añade que no se puede "acoger mal, generando marginalidad, porque es lo que acaba llevando a conductas delictivas".

En este sentido, Garcés también pone el foco en el hecho de "desinstitucionalizar" bien. Dicho de otro modo, velar por que los menores no acompañados no queden desamparados al cumplir la mayoría de edad. Después, según admiten varias fuentes policiales consultadas, esa ausencia de todo lleva a la delincuencia, y explica parte de las quejas de vecinos de ciertas localidades que conviven con empleos delincuenciales y con baterías de delitos contra el patrimonio callejero. De la misma forma que no se puede negar la exclusión, tampoco se puede obviar lo que comporta para quienes la padecen: los migrantes y los vecinos.

El debate sobre las nacionalidades

Son varios los vecinos de Catalunya que preguntan, ya sea en los comentarios de este diario o en otros ámbitos, de qué nacionalidad es la persona que ha cometido un delito. Los Mossos d'Esquadra no comunican oficialmente el origen de sus detenidos o investigados. Desde hace unas semanas, sí lo hace la Ertzaintza, aunque el gobierno vasco impuso que sólo hicieran pública la nacionalidad cuando eran españoles. En Reino Unido también se ha debatido ampliamente este fenómeno desde que la dirección de la policía autorizó a dar detalles del origen de los detenidos para desmentir discuros difamatorios de la extrema derecha.

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Con todo, la consellera de Interior, Núria Parlon, ha explicado esta semana que no detallan la nacionalidad de los multirreincidentes siguiendo las directrices del código deontológico del Colegio de Periodistas de Catalunya. "Lo importante no es que sea hombre o mujer, o su peso, si está casado o soltero, sino que sea delincuente persistente", afirmó en una rueda de prensa este lunes. En un anexo del Código, el Colegio de Periodistas recomienda no hacer pública su nacionalidad. Señala: "La utilización por parte de los medios audiovisuales de palabras y conceptos relacionados con la nacionalidad o lugares de procedencia para designar en titulares a un individuo o banda de individuos que han cometido actos delictivos es discriminatoria".

En la misma rueda de prensa, Trapero anunció que cuando en enero presenten el balance delincuencial de Catalunya realizarán un análisis con más contexto sobre tipologías delictivas determinadas y perfil del delincuente mayoritario, incluyendo también en algunos casos si se trata de personas extranjeras. Esto, de hecho, ya se hizo en algunas modalidades delictivas el pasado año. Según varias fuentes de los Mossos, la policía catalana se encuentra con que ellos no hacen públicas las nacionalidades, pero luego sí que deben decirlas en peticiones de transparencia o en preguntas parlamentarias. Esto provoca que los datos se acaben haciendo públicos igualmente, pero sin contexto ni valoraciones.

Tanto Pueyo como Garcés admiten que es una pregunta que muchas personas se hacen, pero alertan del riesgo que supone comunicar las nacionalidades: la criminalización de un colectivo. Por ello, insisten en que debe tenerse en cuenta que en ninguno de estos estudios que se han citado se concluye que la nacionalidad sea un factor de riesgo que lleva a la delincuencia.

Identificaciones por perfil racial

¿Por qué publicar la nacionalidad sólo de los delincuentes? La pregunta se la hace Karlos Castilla, doctor en derecho por la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y coordinador de investigación del Instituto de Derechos Humanos de Cataluña (IDHC), que alerta del riesgo de que estos datos "se utilicen y manipular como se quiera y sin el contexto adecuado". Añade que puede girarse en contra de la transparencia que, en principio, se busca con la iniciativa. La información del origen "puede sumar estereotipos y prejuicios" si solo se hace cuando se produce la detención del sospechoso y, en cambio, posteriormente no se realiza ningún seguimiento de cómo termina el procedimiento, señala este experto, ya que "la detención no supone ser culpable".

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Majda Moustaid Khadir, de la Unidad contra el Fascismo y el Racismo, reprocha que se presente la nacionalidad "como agravante" porque "se persigue el origen y no el delito" y, además, se hace creer a la ciudadanía que sólo intenta "solucionar un problema de" solucionar un problema de "solucionar". Afirma que la policía "hace el juego" en la extrema derecha, ya que sólo agrava la estigmatización de un porcentaje importante de la ciudadanía nacida fuera del Estado.

En la otra cara de las detenciones están las identificaciones y detenciones por perfil étnicoracial, un procedimiento prohibido expresamente en el artículo 21.4.a de la ley 19/2020 de igualdad, señala Castilla, pero que se sigue haciendo, según denuncian las entidades de los derechos humanos. Kadhir aún tiembla por lo que le ha ocurrido unas pocas horas antes cuando dos mozas de escuadra le han pedido la documentación mientras –relata– contemplaba por casualidad el desahucio de un piso ocupado en el Raval sin haber pronunciado ninguna palabra hacia los policías. "Soy una mujer racializada, visiblemente musulmana y mi presencia incomodaba, mientras que los comentarios racistas y xenófobos de un grupo de personas europeas y blancas, no", prosigue. Para el activista, las identificaciones por un criterio de raza "son una forma de coaccionar, un abuso de poder", y confiesa que el episodio le ha hecho sentir que su "derecho a ser ciudadana es ilusorio".

Castilla sostiene que lo que "de verdad ayudaría a desmontar rumores y desinformación" sería identificar el origen de los médicos extranjeros, por ejemplo, ya que si sólo se comparte la de quienes no respetan la ley sólo se conseguirá criminalizar y estigmatizar un grueso importante de ciudadanos. Como Khadir, el doctor en derecho incide en que la medida "cae en la dialéctica racista de ultraderecha", sin "mostrar las cosas positivas que también aporta la inmigración".