Haciendo pupitres de escuela y limpiando juzgados: así trabajan los internos dentro y fuera de la cárcel
La empresa, que es pública, está formada por 360 trabajadores y 3.500 reclusos
BarcelonaEn la pequeña población de Raimat, en Lleida, hay un taller en el que los presos del Centro Penitenciario Ponent fabrican las mesas y las sillas que irán a parar a las escuelas de la zona. No es extraño ver a un interno limpiando los pasillos de un juzgado o equipando las salas donde se esperan las víctimas de violencia doméstica y machista antes de declarar. Todos trabajan para el Centro de Iniciativas para la Reinserción (Cire), la misma empresa para la que trabajaba Núria, la cocinera de Mas de Enric asesinada, e ISO, el preso que la mató y luego se suicidó. Núria era una de las 360 trabajadoras del Cire e ISO uno de los 3.500 presos que trabajan para esta empresa pública.
Creada en 1989, según fuentes del centro, su principal objetivo es “intentar que los internos reciban el mismo acompañamiento que puede recibir una persona fuera del mundo penitenciario”. Es decir, que se puedan formar, puedan trabajar y, en un último estadio, puedan hacer todo esto fuera de prisión. Por eso, la labor del Cire, una empresa que no llenaba tantos titulares desde que produjo las urnas del 9-N, se basa en "tres patas": la de la formación, la del trabajo dentro de la cárcel y la de el trabajo en el exterior. La primera de las patas está repartida en aulas de formación por todas las prisiones menos la de Puig de les Basses (que ya se está habilitando) para ofrecer cursillos que van desde fontanería, soldadura y jardinería hasta peluquería, tratamiento de datos y restauración. Por eso en los centros hay invernaderos, aulas que simulan un restaurante o una barbería y talleres mecánicos.
De ahí los presos pueden salir con un título de formación profesional homologado por el Servicio de Ocupación de Cataluña. Y no tiene diferencia alguna con un título obtenido fuera. De hecho, en ningún sitio del certificado hay ningún logotipo que lo vincule al departamento de Justicia. Sí hay casos (y bastantes) en los que los presos no tienen ni los papeles en regla ni la educación básica obligatoria (requisitos para cursar un título superior) y obtienen entonces un certificado propio que sí contiene el logotipo del Cire.
ISO, el preso que asesinó a la cocinera de Mas d'Enric, estaba trabajando en la cocina. Él era el ejemplo de la segunda pata de Cire: trabajos dentro de la cárcel. Están en la cocina, la lavandería, la vigilancia la biblioteca, la tienda, la limpieza de espacios comunes, la panadería... y los presos pueden acceder de dos formas diferentes. Según fuentes del centro, se elabora un plan individual de tratamiento para cada interno, que propone los diversos cursos que debería realizar y también la posibilidad de trabajar. ¿Puede que un preso entre en el Cire sin que su plan individualizado diga que debe trabajar? Sí. En una pizarra están publicadas las ofertas de trabajo y cualquier interno puede apuntarse. Entonces la junta de tratamiento (que depende de la cárcel, no del Cire) decide si es apto o no. Tras el asesinato de Núria, Justicia está revisando esta circular para acotar mejor los criterios.
La demanda suele ser muy alta. Ahora mismo, según fuentes consultadas por el ARA, hay casi 6.000 personas que podrían trabajar y sólo trabajan unas 3.500. Normalmente las posiciones más buscadas son, como suele ocurrir fuera de las cárceles, las mejor pagadas. La cocina y la cafetería lideran el ranking. Los internos “base” suelen cobrar entre 200 y 300 euros dependiendo del trabajo. En cambio, los que ascienden (entre ellos se llaman cabos e ISO lo era) pueden llegar a cobrar 600. Dentro de la cárcel no tienen tarjetas de crédito, sino que todo el dinero se ingresa en la cuenta financiera que tienen los internos y que pueden utilizar con una ficha de color amarillo. Con esta ficha pagan el tabaco, la comida de la tienda, las llamadas (entre otras cosas) y también pueden enviar dinero fuera o ahorrarlo. Mientras trabajan en Cire, los internos cotizan y eso les permite, por ejemplo, optar al paro oa una jubilación cuando salen en libertad.
Sin embargo, los internos no pasan directamente de la celda al trabajo. Según fuentes del Cire, antes realizan un cursillo de entre 20 y 30 horas sobre la temática concreta del trabajo. En el caso de la cocina, pues, realizan una formación en manipulación de alimentos. Además, todos realizan un curso de riesgos laborales. Fuentes del centro insisten en que el objetivo de los trabajos dentro de la cárcel no sólo es cobrar, sino también "crear unas rutinas y formarse". Si el preso tiene una mala conducta, las suspensiones duran tres meses y la junta de tratamiento vuelve a evaluar si puede seguir trabajando en ella.
Externos
El personal del Cire no es sólo interno. También hay formadores cocineros, panaderos o mecánicos que supervisan los distintos espacios. En total, son unos 260. Según fuentes del Cire, el trágico asesinato de Núria ha hecho emerger la necesidad de redimensionar esta plantilla y aumentar el ratio de trabajador por preso, algo que los propios empleados critican. Este viernes, por ejemplo, se publicaron nueve ofertas de trabajo para trabajar en las cocinas (sobre todo el fin de semana) y garantizar que un cocinero nunca se quede solo con varios presos, una casuística que ahora se daba. Este jueves también se contrató a una nueva cocinera para la cárcel de Lledoners.
La última pata del Cire es la de la reinserción. Es decir, facilitar que un preso que ya está en libertad o se encuentra en tercer grado pueda trabajar. Por eso tiene una bolsa de trabajo (la única del Estado) que intenta hacer match entre empresas y reclusos. El pasado año, según fuentes del centro, 1.155 personas consiguieron un contrato laboral gracias a esta bolsa. Aparte, el Cire también tiene la adjudicación de varios servicios, sobre todo del sector público, como la limpieza de edificios y parques o la tala de árboles.