Seguridad

Los mossos que desactivan bombas: "No siempre es necesario cortar un cable de determinado color"

Así trabaja la unidad Tedax de la policía catalana, la más antigua del cuerpo

SabadellTodo el mundo ha visto alguna vez una película de acción, y el sargento de los Mossos d'Esquadra Gustau Aparisi no es una excepción. Él, subjefe de la unidad especializada en explosivos de la policía, los Tedax, observa atentamente la pantalla cada vez que una bomba está a punto de explotar. Y casi siempre se lleva una decepción: "Estalla y los dos protagonistas corren a cámara lenta. La onda de la explosión les sigue detrás de sí a la misma velocidad. Es falso, están más que muertos: la onda va a 10.000 metros por segundo", afirma. Aparisi dice que en su sector suele repetirse una frase: "Si sientes la explosión quiere decir que estás vivo". La ficción es ficción y con frecuencia tiene pocas cosas de realidad. Como el cable rojo que el protagonista corta cuando queda un segundo para que la bomba explote. Y lo consigue desactivar. "No es tan fácil. No hay un color que hay que cortar", rebate el sargento de los Mossos. Una de las pocas cosas que sí pueden cumplirse es que una llamada desde un móvil antiguo active un sistema electrónico que provoque una fuerte detonación.

"Nuestra prioridad es sacar de la ecuación el riesgo de la vida humana. Cuando se ha establecido un cordón de seguridad, aunque el artefacto explote solo, aquí ya hemos ganado", reflexiona el sargento. Él es mando de la especialidad más antigua de los Mossos, la que creó el presidente Josep Tarradellas a su vuelta en una época convulsa donde los coches bomba y los artefactos caseros eran unos de los factores de mayor riesgo. Entonces todos los agentes eran hombres, pero ahora Aparisi destaca que hay una sargenta, una caporala y una moza.

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Desde entonces las bombas también han evolucionado, pero también y sobre todo el método de aprendizaje. "Antes si querías entrar en ETA te mandaban a Francia a realizar un cursillo de explosivos. Ahora el terrorismo yihadista utiliza manuales a través de las redes sociales", explica Aparisi. Y esto es un riesgo, ya que la fabricación de una bomba es un proceso "peligroso" y si la fabrican personas sin experiencia pueden pasar cosas como la explosión de la casa de Alcanar cuando el imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty , cocinaba triperóxido de acetona (también conocido como TAPT). La tecnología evoluciona, y Aparisi explica que las bombas tienen cada vez más circuitos y trampas, pero los materiales no cambian: el TATP, por ejemplo, se descubrió en el siglo XIX.

Precisamente, en la desactivación de explosivos terroristas, los Tedax nunca mueven el artefacto porque suele ser inestable. Primero, se acerca un robot con decenas de cámaras y accesorios que lo observa de cerca y radiografía. ¿Y después? "Las técnicas de desactivación son secretas por acuerdo del consejo de ministros", deja claro Aparisi. Sin embargo, la clave es siempre trabajar desde la distancia. El robot, por ejemplo, lleva una escopeta, y con un disparo se pueden desactivar algunas bombas. También rociando el artefacto con un cañón de agua del propio robot. Pero a veces, allá donde no llega la máquina hay que acercarse al hombre, y un agente de los Tedax se pone un traje de protección para realizar comprobaciones o, si es necesario, manipular la bomba. Hay golpes que también entran en juego los perros de la unidad canina, que con el olfato comprueban si un artefacto es realmente explosivo o no. "Ponen tantas trampas que a veces la única opción es una explosión controlada", admite Aparisi, quien repite: "Esto no es Hollywood".

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Inteligencia policial

El escenario ideal es desactivar la bomba y que los Tedax puedan analizarla a fondo de cara a la posterior investigación. Así, reconstruyendo bombas que, en principio, no parecían conectadas consiguieron pillar el pasado octubre un anarquista que atacó hasta cinco bancos y supermercados de Barcelona. Y no sólo eso. "Gracias a nuestras informaciones, que hemos pasado a policías extranjeras, se han cerrado casos internacionales", afirma el sargento. Es decir, desde los Mossos han facilitado datos concretos sobre explosivos que han permitido detener a personas en Alemania u Holanda, por citar a dos países.

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El sargento recuerda que el objetivo de los anarquistas es atacar los símbolos del capitalismo, por lo que se han encontrado con artefactos en la facultad de ESADE o en un campo de golf, o cartas bomba dirigidas a mandos de la policía oa un juez. Aparisi recuerda un caso especialmente. "Una mujer embarazada que trabajaba en una empresa que tenía a Silvio Berlusconi como accionista abrió un paquete bomba que habían enviado unos anarquistas italianos. Pero lo abrió del revés y no explotó. Luego, llamó a los compañeros de trabajo diciendo que eran unos cabrones para hacerle aquella broma.Le respondieron que no le habían hecho ninguna broma. Entonces, llamó a la policía, que desactivó el artefacto.Si hubiera abierto el sobre del derecho la mujer habría muerto, y el suyo hijo también". Aparisi recuerda que todas las instituciones tienen detectores y que algunos artefactos logran interceptarlos en Correos.

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Sin embargo, la labor de los Tedax no empieza y acaba con la desactivación de bombas. También están ahí para comprobar falsas amenazas o cada vez que viene un jefe de Estado o se organizan actos como el Mobile World Congress. El viernes estaban en Montjuïc para el partido del Barça, y el jueves en Montilivi para el del Girona. Gran parte de su día a día también se centra en la recuperación y desactivación de artefactos bélicos históricos: en 12 años han recuperado 8.200. Los tienen todos en una extensa base de datos, y desde hace unas semanas también se pueden situar en un mapa interactivo. Las piezas más destacadas se encuentran en un museo situado justo al lado de los despachos en los que trabajan, en la sede de los Mossos en Terrassa, una sala donde se encuentran desde las bombas más antiguas de la época napoleónica hasta misiles utilizados por la OTAN durante unas maniobras que aparecieron flotando en las costas catalanas. Una sala tiene un pequeño espacio top secret con ejemplos de armas biológicas y materiales e imágenes de los atentados del 17-A que no han salido a la luz.