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“Todo el mundo me pregunta qué gesto delata a un mentiroso”

Esther Gómez es detective, perito y experta en valoración de la credibilidad y lenguaje no verbal

En la oficina en la que trabaja Esther Gómez no hay ningún rótulo con su nombre ni con el de su empresa. "Es habitual en el sector, se hace por temas de confidencialidad", explica. Esther quería ser detective privada desde pequeña y acabó estudiando la carrera de Investigación privada. Más adelante añadió al currículum dos especialidades que han acabado ocupando buena parte de su trabajo: la pericia caligráfica y lo que técnicamente se llama valoración de la credibilidad, "aunque todo el mundo lo llama detección de la mentira".

Muchos de los clientes que pasan por su despacho lo hacen para intentar validar o para demostrar la falsedad de firmas y documentos: "Me llegan contratos privados de todo tipo, préstamos que se han hecho entre amigos y familiares y se firmaron en un papel, testamentos, documentos de últimas voluntades... A veces lo que importa es saber si realmente el documento se firmó en la fecha en la que se dice. Y entonces ya interviene el trabajo de laboratorio: se valora la oxidación de las tintas, como se escribía en esa época o el tipo de papel", explica detalladamente. La clave de muchos de estos litigios acaba siendo la firma: "La firma la podemos cambiar dependiendo del estado de ánimo que tengamos ese día, pero por mucho que nos parezca que cada vez la hacemos diferente, siempre hay unos rasgos que se mantienen y que la hacen única".

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La validación caligráfica hace mucho que se admite como prueba en los juzgados, algo que hasta el año 2021 no sucedía con los análisis de comportamiento no verbal. Desde ese momento, jueces, abogados y fiscales pueden acudir a una lista de peritos expertos para que valoren la credibilidad de una declaración o el significado del lenguaje no verbal. "No podemos asegurar si un testigo dice la verdad al 100%, pero podemos valorar su verosimilitud. Y el juez finalmente es quien valora si se tiene o no se tiene en cuenta la prueba en la sentencia. Mucha gente todavía cree que hacemos magia, pero tras nuestro trabajo hay un proceso, unas técnicas y unos protocolos muy laboriosos y con mucho rigor", asegura.

¿Y en qué consisten estas técnicas? Esther habla de un enfoque integral que analiza los comportamientos, las reacciones, el discurso y especialmente el lenguaje no verbal. "Todo el mundo me pregunta qué gesto delata a un mentiroso, pero un solo gesto nunca nos dirá nada. Siempre se ha dicho que quien se rasca la nariz está mintiendo. O quien aparta la mirada hacia la derecha, porque es el lado del cerebro que se ocupa de la parte más creativa, de inventar. Pero eso sólo son bulos. Desgraciadamente, no es tan fácil: debes tener en cuenta la expresión facial, los gestos, las posturas, la mirada de cada persona... y analizar en qué momento cambian y por qué”, añade.

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Los análisis del comportamiento comienzan estudiando cuál es el patrón de cada individuo y comprobando cómo varía este patrón a partir de diferentes estímulos. "A veces se hacen interpretaciones sobre un gesto a partir de una foto fija... no tiene mucho sentido. El gesto tiene toda una curvatura que va ligada a las emociones. La gente se fija en el clímax del gesto, pero cómo empieza y cómo termina también nos da mucha información", dice la detective. A menudo la verosimilitud de una declaración se determina estudiando la conexión entre el lenguaje no verbal y el discurso: "Es importante ver qué palabras ha utilizado, qué pronombres, qué tiempos verbales, qué entonación... Cuando la armonía entre gestos y palabras se rompe, es una señal de que aquella persona puede estar mintiendo".

En los últimos tiempos, Esther ha atendido algunos casos de violencia de género, en los que ha analizado las declaraciones tanto de víctimas como de acusados. También algunos casos de acoso. En ocasiones, para valorar una declaración sólo dispone de las imágenes grabadas durante un juicio; otras veces sí puede hacer sus propias preguntas. "Tendemos a pensar que cuando alguien habla mucho es que nos está engañando, pero cuando alguien habla siempre sacas cosas. Cuesta más cuando te proporcionan poca información. Entonces, provocar silencios es una buena técnica, porque en general nos cuesta mucho aguantar un silencio, nos genera un estrés cognitivo y en el proceso de ruptura de ese silencio es probable que desvelemos señales importantes".

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¿Cómo se traslada a la vida privada todo este conocimiento? "Siempre digo que saber sobre comportamiento no verbal también me ha ayudado mucho en las relaciones personales y profesionales porque veo más información de la que ven los demás, y eso me ayuda a anticiparme, a llevar mejor las conversaciones o a que situaciones complejas fluyan", concluye.