"No pude despedirme": el momento de comunicar la muerte de un padre en un siniestro
Familiares de víctimas y agentes del cuerpo describen cómo es este momento trágico
Reus / SabadellCuando llamaron al timbre, Mar Capdevila pensó que era su hijo, que se había dejado las llaves. Eran dos agentes de los Mossos d'Esquadra, acompañados de otras tres personas. Se sorprendió, pero no imaginó lo peor. Entraron, se sentaron, y tras un corto silencio, comunicaron la mala noticia: su pareja, el padre de sus hijos, había muerto en un accidente de moto. "Desconecté. Hablaban, pero yo no estaba. Había marchado –describe Mar–. Les decía que se marcharan, que quería estar sola, que quería llorar sola. Estaba en choque, en una nube", continúa. No la dejaron sola.
Fue la primavera del año pasado, y recuerda que le vinieron muchas preguntas a la cabeza. ¿Qué había pasado? ¿Cómo había muerto? ¿Había sufrido? Y un remordimiento que aún le acompaña: "No pude despedirme". Su hijo, Daniel Yeste, pronuncia exactamente la misma frase, y añade que sólo quería ver el cuerpo de su padre. Hablan desde la ferretería familiar de Reus, y la abuela escucha la conversación unos metros más allá, sentada frente a un ventilador.
Estos son los primeros pensamientos que más se repiten ante una noticia tan traumática. "Quieren saber si ha sido una muerte lenta o rápida, cuáles han sido las últimas palabras, cómo ha sido, si ha sido su culpa", explica la inspectora Elena Martínez Moreno, subjefe de la División de Investigación Viaria de los Mossos d'Esquadra. Ellos son los encargados de ir a los domicilios -siempre es presencial- de los familiares de las víctimas para comunicar su traspaso. Normalmente lo hace el jefe de turno acompañado también de psicólogos del Sistema de Emergencias Médicas (SEM). La inspectora admite que no siempre pueden responder a todas las preguntas de los familiares: "Si no tenemos alguna información, no la decimos. No podemos engañarles, aunque sea para que lo lleven mejor", insiste.
El momento de decirlo es complejo, y los agentes reciben formación para hacerlo de la forma más empática posible. "Es una noticia impresionante que fractura vidas; necesita veracidad y sensibilidad –apunta la inspectora–. Debe ser directo, no podemos dar mil vueltas. Pedimos entrar dentro de casa, así es más cómodo para los familiares, y lo decimos directo: Víctor ha muerto", apunta la sargento Esther Morillas Vallès, de común para ejemplificarlo.
Las respuestas pueden variar mucho. Incluso han tenido reacciones de alegría en casos en los que la víctima agredía a la pareja. Pero sobre todo se repite la incredulidad, la rotura emocional y la negación de una muerte cercana. Recuerdan el caso de una chica que murió en un siniestro y su padre, después de que le comunicaran la mala noticia, le llamó diez veces igualmente. No se creía que ya no estuviera. A Mar a veces también le pasa: "Aún espero que llegue. Le siento subir las escaleras. Para mí no se ha ido", reconoce.
Dice que desde ese día ha perdido la noción del tiempo. Antes miraba las campañas del Servei Català de Trànsit para prevenir accidentes y pensaba: "Esto a mí no me pasará". "Pero me ha pasado, y quiero encender una luz dentro de la gente y decir que ocurre, que no es algo inventado", lamenta. La inspectora insiste en que "detrás de cada siniestro hay una familia". "Cada vez que hay un muerto en las carreteras tenemos la sensación de que no estamos consiguiendo hacer el clic para que esto se pare. Mañana tú puedes ser el familiar de una víctima muerta", afirma.
Seguimiento
La relación entre los Mossos y los familiares de las víctimas no termina con la comunicación de la mala noticia. Los agentes dejan un teléfono para poder hablar de la evolución de la investigación, y también facilitan el contacto del Servicio de Información y Atención a las Víctimas de Tráfico (SIAVT). "A veces, la relación va más allá de los términos profesionales", apunta la inspectora. Mar también habla en esta línea: "No ves a un mozo, ves a una persona que te comprende". Es un proceso de "luto largo", acepta, que "nunca acabas de superar", pero con ayuda la "pena se va marchando".
Pero la pena a veces vuelve cuando menos te lo esperas. Hace pocas semanas, Mar y Daniel recibieron el atestado policial que explicaba cómo había muerto su marido y padre. Lo han hojeado; no pueden mirarlo entero. Salió de la vía de una carretera revirada en Vilella Baixa, un trazado complicado, pero que había hecho otras veces y con muchos años de experiencia en el manillar. "Me gustaría saber qué pensaba en ese momento", comenta Mar, que no puede evitar emocionarse. La familia lamenta que la zona no estaba bien señalizada, y el atestado de los Mossos también apunta a que podría mejorarse. Ahora, estas recomendaciones se han enviado al titular de la vía, la Diputació de Tarragona. Sin embargo, la familia lamenta que no se haya hecho nada desde entonces. "¿Su vida no era importante? –pregunta Mar–. Mi padre no lo recuperaré, pero se puede evitar que vuelva a ocurrir", lamenta también Daniel.
Fotografías
En la ferretería del Mar hay varias fotos familiares. Los Mossos que se dedican a comunicar malas noticias se fijan en ellos. Cuando entran en un piso, ven fotografías que "nunca volverán a ser las mismas". En el trayecto hasta la casa, hay nervios, silencios y también la necesidad de saber en lo posible sobre la familia que verán para intentar ponerse en su lugar e intentar tratarlos de tú a tú. "La experiencia ayuda, pero nunca acabas de acostumbrarte", explica la sargenta.
Tras ver tantas vidas truncadas, su mochila emocional, la de los policías, también "se carga", admite la inspectora: "Te hace pensar que nunca debes salir enojado de casa porque no sabes qué va a pasar fuera". Por eso realizan jornadas de vaciado emocional en el seno del cuerpo. "Es importante hacer una buena comunicación, porque lo recordarán de por vida", concluye.