Seguridad

Simulacro de atentado en Sants: el día en que siete terroristas sembraron el terror en Barcelona

Unas 500 personas, entre figurantes y efectivos de los cuerpos de emergencias, han participado de madrugada en este ensayo

BarcelonaSon las dos del mediodía de un día laborable y la estación de Sants está a rebosar. Por el acceso sur, entran dos hombres corriendo con dos armas largas. Se oyen los primeros rasgos. Inmediatamente, se oyen los gritos de las primeras víctimas. Algunas tienen heridas superficiales, pero no todas han tenido la misma suerte: hay personas con orificios de bala en el estómago, en los brazos e incluso en el corazón. Los Mossos d'Esquadra activan todas sus alertas: Catalunya está siendo víctima de un atentado terrorista.

En realidad, son las dos de la madrugada de este viernes y los dos hombres armados que han empezado a disparar indiscriminadamente son dos agentes del Grupo Especial de Intervención (GEI) de los Mossos. Los rasgos son de fogueo y las víctimas que están malheridas en el suelo son figurantes maquillados para la ocasión. Todo forma parte de un simulacro, "el mayor jamás hecho en Catalunya sobre un operativo antiterrorista", en palabras del conseller de Interior, Joan Ignasi Elena. Hacía meses y meses que se preparaba (el último fue en marzo de 2017) y entre figurantes y efectivos de los cuerpos de emergencias han participado unas 500 personas.

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"El simulacro ha sido un ejercicio con el máximo realismo y objetivo de perfeccionar la respuesta en un caso de emergencia real", ha resumido Elena. Tal era el realismo que los agentes que han intervenido no sabían lo que se encontrarían. Pocos minutos después de los disparos, ya se oyeron sirenas. Los primeros en llegar han sido agentes de la Guardia Urbana y de los Mossos. En el vestíbulo, más de un herido gritaba "¡auxilio!"

"A mí me han dicho que, cuando me disparen, me estire en el suelo y me queje. Creo que en teoría yo sobrevivo", explicaba antes del simulacro uno de los figurantes. Cuando los primeros policías entraron en el vestíbulo, se volvieron a oír disparos. "Un agente herido", comunican por la radio. Una bala de los terroristas ha impactado contra la pierna de un mozo, que se estira en el suelo. Los demás le cubren. Finalmente, pudieron abatir a los dos terroristas. Se acercan y comprueban que no tienen pulso.

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En la puerta ya hay agentes de orden público de los Mossos (ARRO) con armas largas preparados para entrar. Se ponen en hilera. Al final de la cola hay varios médicos del Sistema de Emergencias Médicas (SEM) protegidos con chalecos antibalas y casco. "Zona asegurada", comunican. Empiezan a evacuar a los heridos. Fuera, ya se está montando una carpa para atenderles. Los servicios sanitarios no sólo se encontrarán con unas heridas de cera realizadas por unas maquilladoras.

Cada herido lleva un cartel con un color: rojo (críticos), amarillo (graves), verde (leves). Detrás de cada cartel están sus síntomas. "No me han dicho si voy a morir", explica un segundo figurante. Él ha recibido el impacto de una bala en el abdomen y su cartel es rojo. No tiene pulso periférico y apenas puede respirar. Ha traído una camiseta vieja sabiendo que la mancharían de falsa sangre y la rasgarían para que se viera la herida de bala.

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Cuando en clase preguntaron si querían participar en el simulacro, él levantó el brazo. Cuando pidieron quien quería ser herido muy grave, le levantó de nuevo. "Quería que me atendiera el SEM", dice. Los 250 figurantes son alumnos del grado de emergencias sanitarias de los institutos Alexandre Satorres, Francesc Ferrer i Guardia, La Guineueta y Les Vinyes; del grado en seguridad de la Escuela de Prevención y Seguridad Integral (EPSI); y del grado en seguridad del Instituto de Seguridad Pública de Cataluña (ISPC).

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"He pedido que me mancharan con más sangre la camiseta, por parecer más realista", comentaba antes del simulacro una figurante. Confiesa estar nerviosa porque no sabe en qué momento le atacarán. Antes del simulacro, ya tiene la frente sangrienta. "Han tardado sólo diez minutos en hacerlo", comenta. Mucho antes de que empezara el falso atentado, alumnos del grado de caracterización y maquillaje profesional del Instituto Salvador Seguí ya estaban maquillando a los figurantes.

En el fondo, nadie sabe si ha muerto. Las víctimas mortales no eran personas, sino muñecos de los Bomberos de Barcelona. Cuando los cuerpos de emergencia lograron evacuar el vestíbulo, llegan dos malas noticias por la radio: uno de los terroristas, que se quedó en el coche y no entró en Sants, huyó. Además, existe la sospecha de que otros dos terroristas podrían estar en la estación. Para el primer frente, los Mossos activan la operación Jaula en la ciudad. El segundo no han podido evitar que les estallara en sus manos: se vuelven a oír disparos ("suficientemente reales", comenta un policía) y éstos no venían de los Mossos.

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Justo por la otra punta de la estación, dos hombres con armas largas han abierto fuego. Llega Brimo. Se vuelven a situar en hilera (internamente lo llaman churros) y logran abatir a los otros dos terroristas. "Uno lleva un chaleco que podría ser explosivo", se oye por la radio. Es el turno de la unidad canina, que ya está en el exterior de Sants. Un mozo apunta con un láser el cadáver del terrorista. El perro se acerca y lo huele. Luego, se sienta. Esto es una señal: está diciendo que eso podrían ser explosivos reales.

Momento en el que un agente de los Mossos dispara a uno de los terroristas.

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Entra en juego la unidad Tedax de los Mossos. Primero, un robot se acerca al cadáver. Lleva una cámara que permite a los agentes ver qué tipo de explosivo es y si pueden desactivarlo. Lo ven viable y se acerca un mozo protegido de arriba abajo menos en las manos (tendrá que manipular cables). En el brazo, lleva un inhibidor de señal para que la bomba no se active por control remoto. Mientras, en el exterior de la estación decenas de efectivos del SEM están atendiendo a los heridos. El agente Tedax logra desactivar el explosivo. En ese momento, entra un nuevo mensaje por la radio: el terrorista fugado habría cogido el metro hasta Fabra i Puig y allí habría robado un coche. Se intentaba escapar en dirección norte.

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No hay tiempo para relajarse. Mientras la operación Jaula se extiende por el Maresme, llega una nueva información: habría más personas armadas en los andenes y estarían dentro de un tren con rehenes. Ahora es el turno de los GEI, que acceden a los andenes por la escalera de incendios. Antes de entrar en el vagón, disparan: han abatido a otro terrorista, el quinto. Dentro del tren logran neutralizar y detener al último, el sexto. Sólo falta uno y lo arrestan a los pocos minutos.

En Tordera, un control (real) que se ha activado por el operativo Jaula detecta el coche del terrorista y lo para. En total, el ataque se saldó con una decena de muertos civiles, cinco terroristas abatidos, dos detenidos y un policía herido. Ante la complejidad del simulacro, tanto fuentes de la conselleria de Interior como de los Mossos d'Esquadra hablaban esta madrugada de éxito. Se han detectado errores que servirán para aprender, pero, en términos generales, todo ha salido según lo previsto.

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