Cómo nos conocimos

Antoni Trilla: “Nos conocimos en urgencias y hemos vivido y trabajado juntos 42 años”

Epidemiólogo

Selena Soro
y Selena Soro

Cuando el epidemiólogo Antoni Trilla entró en la Universitat de Barcelona a estudiar medicina, alrededor del año 1974, había unos 600 alumnos inscritos. Allí conoció a Marta, la que sería su mujer y compañera de profesión durante 42 años. “Coincidimos haciendo guardias en urgencias y después preparamos el MIR de aquella época juntos”, explica Trilla. “De julio a diciembre nos encerramos a estudiar en un apartamento que mis padres tenían en Sitges. Los dos sacamos plaza en el mismo hospital y a principios del año 1981 empezamos a trabajar. A finales de año estábamos casados”. 

Trilla cree que conectaron porque tenían un carácter parecido. “Éramos gente sencilla y crítica en el buen sentido: lo que hacíamos lo teníamos que hacer bien y estábamos muy centrados en estudiar. Por decirlo de alguna manera, éramos más serios que divertidos”, dice el médico, que asegura que en este sentido eran “muy catalanes”, “de tener mucho los pies en la tierra y decirnos que iríamos tirando poco a poco”. 

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Que siempre hayan trabajado mucho, sin embargo, no quiere decir que no sepan disfrutar de la vida. “A Marta le gusta mucho bailar; una frustración que tengo es no haber aprendido yo también”, detalla el médico, que también tiene sus pasiones. Sencillas, eso sí: “Los fines de semana descansamos en Sitges y andamos, leemos o vemos series policíacas, sobre todo escandinavas y suecas”. 

Trabajar toda la vida en un hospital, reflexiona Trilla, les ha hecho ser más conscientes de “que la vida te puede dar sustos en cualquier momento”. “Marta es hematóloga y los sustos son su especialidad: de repente te viene un chico de 29 años al que le tienen que trasplantar la médula ósea y toda su vida cambia. La salud es lo más importante y por eso nosotros siempre hemos vivido sin hacer planes a largo plazo”, reflexiona el médico, que añade: “Cuando tienes salud lo único que puedes hacer es llevar una vida tan ordenada como sea posible, y divertirte también, porque, si Dios quiere, vivirás tranquilo y morirás tarde, pero no lo sabes nunca”. 

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Después de 42 años casado, el epidemiólogo tiene clara su receta para un matrimonio feliz: “Lo más importante es la tolerancia y la confianza. Saber que la otra persona estará para apoyarte y también para criticarte cuando haga falta: es la manera de mejorar. Nosotros hemos crecido muy juntos y nos hemos ido ayudando el uno al otro”. Y concluye: “Tenemos ambiciones como todo el mundo, pero siempre con los pies en la tierra. No necesitamos ni fama ni fortuna, lo más importante para nosotros es que la familia esté tranquila y tenga salud”.