Cristina Haro: "Me recuerdo de pequeña pensando: «Me gustaría ponerme enferma para perder peso»"

BadalonaNos encontramos bajo un sol de justicia en la playa del Puente de Petróleo de Badalona, su ciudad. Cristina Haro es diseñadora de interiores y modelo curvy. En realidad, modelo y punto. "Ahora ya digo que soy modelo, sin el curvy. Intentamos quitar las etiquetas y parece que nos quieran poner más, así que prefiero decir modelo y ya está", me explica. Tiene 35 años y con 16 empezó a hacer de modelo por casualidad. "Era entrenadora de baloncesto del Joventut de Badalona y una madre de uno de los niños a los que entrenaba tenía una tienda de mayoristas en la zona comercial de Montigalà, que tiene bastante variedad de tiendas de tallas grandes. Me propuso hacer de modelo para un catálogo y me dijo que me pagaría y me daría algo de ropa. ¿Cómo tenía que decir que no?", explica Cristina, que a través de su Instagram (@la_tineta) intenta potenciar la cultura del body positive.

"Cuando era pequeña me costaba muchísimo encontrar ropa y ni te explico lo que era intentar vestirme como mis amigas. Era imposible. De hecho, de pequeña vestía con ropa de embarazada de Prenatal porque era la solución que encontró mi madre para encontrar ropa juvenil, que me fuera bien y que fuera viable económicamente", recuerda. Esta falta de opciones a la hora de vestir hizo, por ejemplo, que Cristina asumiera que una prenda de ropa básica como son los tejanos no le gustaba. "Vestía siempre con chándal, ¡y eso que soy muy presumida! Veo las fotos de niña y parezco mucho más mayor que ahora", explica.

"Me recuerdo de pequeña pensando: «Me gustaría ponerme enferma para perder peso»", confiesa Cristina, que niega el tópico de que todas las personas de tallas grandes sean perezosas o poco deportivas. "Yo de pequeña jugaba a baloncesto, danza, era muy ágil, muy flexible... en este sentido no era sedentaria", dice. Una de las claves del body positive es dejar atrás este tipo de estereotipos. "El body positive busca no juzgar a nadie por una corporalidad. Es muy triste juzgar a alguien en un segundo por una visión externa que tienes de su cuerpo", argumenta.

Entrar en el mundo de las modelos la empoderó, aunque reconoce que en el sector existe la gordofobia. "Mayoritariamente he trabajado super a gusto y te hacen sentir muy guapa, como una diosa del Olimpo". A la vez, asegura que ha aprendido a protegerse de las críticas, especialmente en las redes, donde se ha acostumbrado a bloquear. Los malos comentarios, a veces, pueden venir de personas del entorno más cercano, que, como toda la sociedad, tienen interiorizada la gordofobia y no entienden que sus opiniones puedan ser hirientes. "Te dicen cosas como «hombre, no te pongas así» o «tienes muy mal carácter». Muchas veces me han dicho que tengo muy mala leche o que contesto mal por intentar defenderme de determinados comentarios. Quizás cuando era pequeña me lo tragaba y callaba, pero ahora no. No quiero. Prefiero alejarme de una persona a estar en un ambiente en el que no me siento segura por los comentarios que se harán", reflexiona.

En verano las malas miradas o los comentarios poco delicados se multiplican. "Aún estamos aquí. Vienes a la playa y te miran porque llevas determinada ropa, como un vestido con la espalda al aire. El trabajo que me ha costado a mí llegar a este punto de «¡me pongo este vestido porque me encanta y voy cómoda!»".

Una de sus aspiraciones es que la publicidad se abre a modelos diversas. "Todo el mundo lleva gafas de sol, todo el mundo compra en el súper y siempre las chicas que aparecen en los anuncios de estas cosas tienen el mismo perfil. Sigue faltando muchísima variedad". A pesar de la falta de diversidad en la publicidad, Cristina se muestra optimista y asegura que las generaciones más jóvenes sí que tienen referentes de corporalidades diferentes que ella no tuvo. "Es tan básico como decir «yo soy como soy, ¿es que no puedo existir siendo cómo soy?»".