Cartas a la Directora

El clima transfigurado

Es escalofriante contemplar cómo los veranos se alargan y los inviernos se recortan, una alteración inquietante que hace pensar si algo ha desquiciado el ritmo natural de la tierra. Vemos el clima de nuestra casa como si se transfigurara, empujado hacia una suavidad casi extraña, un recordatorio lejano de lo que antes era el invierno. Miremos hacia el sur de España, donde ya no conocen el frío como antes, y el Pirineo, cada año más pobre en nieve, con sus picos salpicados pero no vestidos de blanco. Es obvio que algo se desmonta bajo nuestros pies, y, sin embargo, hay quien se resiste a aceptarlo, rechazando la realidad del cambio climático cuya ligereza parece casi ciega. Pero, ¿cómo no darse cuenta? La producción desenfrenada, el consumo insaciable, han desgastado la piel viva del planeta. Y ahora, ¿quién asumirá su responsabilidad? ¿Quién ha permitido ese choque incesante que ha llevado la tierra hasta el límite? Los recursos se agotan, y la pregunta que nos persigue es: ¿qué hacer? Hace tiempo que digo que la globalización es un veneno, una pesadilla que afecta tanto al planeta como a la gente, y llega el momento de preguntarnos, en serio, si no es suficiente con este delirio. ¿O debemos esperar, impotentes, que la naturaleza nos haga justicia?

FRANCESCA BARTI Y COMALADO

BAÑOLAS

El poder de desconectar

Cada vez más jóvenes deciden apartarse de la tecnología, un fenómeno que resulta sorprendente en una era digital. Muchos se han dado cuenta de los riesgos que lleva la sobreexposición a redes sociales y dispositivos, desde el deterioro de la salud mental hasta la pérdida de tiempo y concentración. Estos jóvenes están apostando por una vida más auténtica y menos digital, una decisión que merece admiración.

Es un recordatorio de que, aunque la tecnología ofrece grandes ventajas, también tiene sus peligros si no la utilizamos con medida. Quizás esta nueva generación nos enseñe que vivir desconectados, al menos un poco, es una manera de recuperar nuestra salud, nuestras relaciones y nuestra paz interior.

CLAUDIA LEBRERO NAVARRO

SITGES

El anuncio de la lotería

Hace pocos días se presentó el anuncio de la Lotería de Navidad, que pone de relieve una paradoja de nuestro tiempo: vivimos en un mundo hiperconectado gracias a la tecnología, pero, al mismo tiempo, cada vez hay más personas que se sienten solas y desconectadas. El protagonista del anuncio, Julián, que reside en un pueblo desierto de la España despejada, encarna el abandono que sufren muchas zonas rurales en un país cada vez más centrado en las grandes ciudades. La respuesta solidaria que recibe Julián después de que su historia se haga pública es, aunque conmovedora, un recordatorio de nuestra hipocresía social. ¿Por qué es necesario que una historia salga en televisión para conmovernos y hacernos actuar? Si realmente valoráramos a las personas más allá de la atención mediática, quizás no sería necesario que Julián se sintiera solo. El anuncio nos muestra que, a pesar de estar dispuestos a compartir en momentos puntuales, todavía no hemos aprendido a practicar una solidaridad constante y genuina en nuestro día a día.

ANNA PUIGPELAT GINÉ

BARCELONA

Universitarios olvidados

Estudiar en Barcelona es el sueño de muchos, pero para muchos estudiantes se convierte en un quebradero de cabeza: la matrícula de una universidad privada es cara, ¡pero parece que un piso también es un lujo! Muchos terminan buscando alternativas fuera del centro o compartiendo piso en condiciones poco ideales. Para sobrevivir, los estudiantes exploran opciones como residencias religiosas, pisos en zonas periféricas o intercambio de trabajo por vivienda, pero la situación sigue siendo complicada. ¿La solución? ¡Más ayudas y vivienda asequible! Si las instituciones públicas apostaran de verdad por pisos protegidos o subvenciones de vivienda para estudiantes, muchos no deberían elegir entre educación y techo.

CARLA BECERRA VILARDAGA

MANRESA