Cartas a la Directora
16/11/2025
Por una educación con sentido común
Soy docente y no puedo estar más tiempo en silencio ante el desbarajuste que vivimos en las aulas. La educación se está descomponiendo, y con ella, nuestra autoridad, la cultura del esfuerzo y el respeto. El profesorado está ahogado entre documentos, proyectos, memorias e informes absurdos. Pasamos más tiempo delante de formularios que delante de los alumnos. Y mientras tanto, el departamento sigue ignorando nuestro malestar, disfrazando la realidad con palabras vacías. Hemos cambiado libros por pantallas y contenidos claros por un batiburrillo de "competencias", "vectores" y "transversalidades" que ni nosotros ni las familias entienden. ¿El resultado? Alumnos más confusos, más desmotivados y más incívicos.
¡Dejamos de tratar a los niños como si fueran de algodón! La educación es también aprender a afrontar consecuencias. Ahora los alumnos saben que no ocurre nada si desafían, insultan o boicotean una clase: no pueden repetir, no pueden suspender por actitud, e incluso reciben excelentes. Ellos lo saben, y se ríen.
El alumnado con necesidades especiales debe recibir atención adecuada. La inclusión forzada no beneficia a nadie: ni a ellos, ni a los compañeros, ni a los docentes. Necesitan especialistas, espacios adaptados y recursos que carecemos.
Reducción de ratios, ya. Ninguna codocencia ni proyecto "innovador" puede sustituir lo esencial: menos alumnos por aula para poder enseñar y atender con dignidad.
Recuperamos la cultura del esfuerzo. Evaluar del 1 al 10, con procedimientos, conceptos y valores, daba claridad y coherencia. Todo el mundo entendía qué esperaba y qué ocurría si no se cumplía. Lo que estamos viviendo no es sólo desbarajuste: es maltrato institucional al profesorado. Nos han quitado la autoridad, nos han saturado de burocracia y nos han dejado solos ante una situación insostenible.
La educación no puede ser un experimento eterno. ¡Por una educación con sentido común!
Laura Navarro
Barcelona
SOP: más que un diagnóstico
Cada mes era un reto: dolores que no desaparecían, cambios de humor que me afectaban en todo, dificultades inesperadas y un cuerpo que no parecía responder como yo esperaba. Tras meses de consultas y pruebas, el diagnóstico llegó: síndrome de ovario poliquístico (SOP). A pesar de tener un nombre, las soluciones prácticas y el acompañamiento real seguían ausentes. Los síntomas –desajuste hormonal, dolores, cansancio constante– pesan en el día a día y en el estado de ánimo, ya menudo son menospreciados o tratados como normales.
Lo más frustrante es ver que muchas mujeres jóvenes viven esta realidad solas, sin que la sociedad ni el sistema de salud ofrezcan información clara ni apoyo emocional. Es necesario escucharnos, validar nuestro malestar y proporcionar herramientas concretas para afrontarlo. El SOP no es sólo un asunto médico: es dignidad, calidad de vida y reconocimiento. Si no cambiamos el enfoque, muchas continuarán sintiéndose invisibles ante una condición que las acompaña a diario.
Natalia Romero
Canet de Mar
¡Colones!
En el ARA del 13 de noviembre, Quim Aranda explicaba que una investigación del ADN de Hitler acaba de demostrar que tenía un solo testículo. Aranda traduce al catalán la canción que los niños en Reino Unido, hace ochenta años, cantábamos. En inglés se cantaba así: "Hitler tienes sólo un baile, / Goering tienes two, pero rather small, / Himmler is somewhat similar, / Pero Goebbels tienes no bailes at all!"Parece mentira que, de pequeños, ya lo tuviéramos tan claro.
Henry Ettinghausen
La Pera