Cartas a la Directora
19/10/2025
Sillas de ruedas y bicicletas
Como persona en silla de ruedas que me muevo por el barrio de Sants de Barcelona, ahora me encuentro, desde hace unos meses, con bicicletas de turistas mal aparcadas en todas partes. Son de las empresas Cooltra, Bolt, Lime... Debo ir esquivándolas porque si llamo a la grúa he comprobado que no vienen a retirarlas, aunque pasen días y que haga varias llamadas. ¿A los turistas ya estas grandes empresas no se les multa porque ya se sabe que no van a pagar? A eso, claro, hay que sumarle la suciedad de cacas de perro y meadas, que se ha convertido en algo habitual.
Marta Martínez Deulofeu
Barcelona
La carga invisible de los cuidadores
Cuidar a una persona dependiente es una responsabilidad que a menudo se vive en silencio y sin descanso. Miles de familiares, en su mayoría mujeres, dedican horas a la atención de padres, hijos o parejas con alguna discapacidad o enfermedad crónica, renunciando a menudo a su vida laboral y social. Esta tarea, casi siempre no remunerada y poco reconocida, implica fatiga física, estrés emocional y un elevado riesgo de sufrir ansiedad o depresión. Pese a la existencia de la ley de dependencia, muchas familias denuncian la lentitud en las ayudas y la carencia de recursos públicos. Los cuidadores necesitan soporte real, un respiro asistido y reconocimiento, porque sostienen, con su esfuerzo invisible, una parte esencial de nuestro sistema de bienestar.
Júlia Badia Estopà
Sabadell
De ciudad a escaparate
En menos de cinco años he visto cómo mi barrio ha cambiado completamente de paisaje. Los comercios locales han sido sustituidos por grandes franquicias, los bares de siempre por locales de brunch, y muchos pisos se han convertido en alojamientos turísticos.
La ciudad que antes sentíamos cercana y nuestra, poco a poco se ha vuelto fría y ajena. Ya no pertenece a quienes la vivimos sino a quienes sólo la visitan.
Inés Corta Casanovas
Barcelona
La pérdida de interés de los jóvenes por la política
Cada vez son más los jóvenes que se muestran desmotivados frente a la política. No es que no tengan opinión o interés por lo que ocurre a su alrededor, sino que sienten que la política tradicional ya no los representa. Los discursos lejanos, las promesas que se desvanecen y la carencia de resultados tangibles generan una sensación de impotencia y desconexión. Muchos ven a las instituciones como un espacio cerrado, reservado a unos pocos, donde su voz no tiene cabida. Esta distancia no nace del desinterés sino del desencanto. Los jóvenes quieren participar, pero de otra forma: a través de movimientos sociales, acciones colectivas o proyectos que generen un impacto real en su entorno. No buscan discursos, buscan hechos. La política necesita recuperar su credibilidad frente a una generación que reclama coherencia, transparencia y soluciones. Es necesaria una nueva manera de hacer política, más cercana, más honesta y capaz de ilusionar. Si no somos capaces de escuchar e incorporar a los jóvenes al debate público, corremos el riesgo de que el futuro se escriba sin ellos.
Natalia Romero Martín
Canet de Mar
¿Y Biden?
Cualquier persona equilibrada puede acusar a Trump de cómplice del genocidio de Gaza –y más cosas– perpetrado por el Estado de Israel contra el pueblo palestino. Y Biden, ¿pero? ¿No fue durante el último año de su mandato, que se desató la masacre? ¿Quién pide responsabilidades a Biden?
Marco Antonio Adell
Valencia