Partidos

Calma tensa en Junts a la espera del regreso de Carles Puigdemont

Varios alcaldes se plantean concurrir a las municipales con marca propia

Carles Puigdemont en una imagen de archivo
28/12/2025
5 min
Junts

Desde que nació en octubre del 2017, Junts vive en una especie de standby permanente. En sus primeros años de vida dedicó sus esfuerzos a constituirse como partido en plena disputa con el PDECat, ya partir de 2020, con su fundación formal como organización de Carles Puigdemont, se sucedieron las batallas internas entre los más pragmáticos y los unilateralistas. De hecho, desde su fundación, Junts se ha comportado como una especie de péndulo: ha pasado de presentarse como un partido rupturista capaz de romper con ERC y abandonar el Govern en el 2022 porque no se avanzaba hacia la independencia a ser una especie de Convergència 2.0 abanderando el pactismo y la gobernabilidad –la Xaviera Xaviera Xavier–

Quien ha marcado el compás de estos cambios ha sido el propio Puigdemont, que, siendo o no presidente del partido, ha sido el pegamento que ha conseguido unir desde los antiguos convergentes hasta independentistas de base que le empezaron a seguir a partir del 1-O. Ahora bien, esta amalgama que ha convivido con momentos de mayor o menor tensión se encuentra ahora en un cruce: con el eje nacional en un segundo plano y con un nuevo competidor a la derecha –Alianza–, afloran las diferencias ideológicas dentro del partido; hay un debate enterrado sobre la conveniencia de renovar o no los liderazgos (y en qué alcance), teniendo en cuenta que parece que la sociedad catalana ha pasado página del 2017, y sobre todo Junts está a la espera de un evento que puede cambiar la organización de arriba abajo: el regreso de Carles Puigdemont gracias a la amnistía. De hecho, Junts ha existido siempre con su máximo líder en el exilio.

Todos los debates pendientes de resolver están a la espera de este evento, que todas las fuentes –también socialistas– sitúan antes de la Semana Santa del 2026. La duda es qué hará Puigdemont si puede volver: ¿será candidato, como asegura ahora la cúpula del partido, o decidirá marcharse a casa y dejar paso al casa?

La cúpula

Un año después del congreso de Calella y que el partido exhibiera una cohesión que hacía tiempo que no se veía –Jordi Turull arrasó con lo que representaba Laura Borràs–, el actual secretario general permanece en horas bajas. "El partido no está tensionado en el buen sentido de la palabra", expresa uno de los consultados.

También hay quien empieza a cuestionar (siempre en privado) que Puigdemont sea el candidato a la Generalitat idóneo si las perspectivas electorales son las que están ante el auge de Aliança Catalana. Y al mismo tiempo hay un grueso de cargos locales que no acaban de sentirse identificados con los discursos de la cúpula. Una cúpula que se reduce a Carles Puigdemont, Jordi Turull, Miriam Nogueras, Albert Batet, Josep Rius y Toni Castellà. Este último dirigente, proveniente de Unió, a diferencia del resto, se ha mantenido bien conectado con una parte del mundo exconvergente a través del empresario David Madí y el expresidente Artur Mas.

Por ahora la dirección de Junts gobierna con mano de hierro para evitar que cualquier signo de discrepancia vea la luz pública. Y si alguien sobresale, suelen haber abucheos –constatan varias fuentes–. De hecho, el momento de máxima tensión entre la cúpula y los alcaldes que reclamaban un cambio de rumbo en el partido, tal y como avanzó el ARA, tuvo lugar durante la reunión que mantuvieron en Manresa el pasado septiembre con Turull: el alcalde de Calella, Marc Buch, acabó encarando. En Waterloo, más adelante, los cargos locales tampoco tuvieron una reunión plácida con Puigdemont.

Y es que la sintonía de Turull con el territorio no pasa por su mejor momento. Los dirigentes que estaban en torno a Turull, el llamado turullismo, se han distanciado. Uno de los principales exponentes de ello es el exconseller Miquel Buch, que se dio de baja del partido por discrepancias, así como los cuadros de la comarca del Maresme, capitaneada por el dirigente Carles Bosch, a los que Turull intentó desbancar sin éxito en las últimas elecciones a la ejecutiva comarcal. El entorno del secretario general lo forman ahora Joan Ramon Casals, responsable de política municipal del partido, y Judith Toronjo, secretaria de organización y su brazo ejecutor en el territorio.

También la relación entre el secretario general y Puigdemont se ha enfriado, según algunas fuentes consultadas. El expresidente tiene una nueva mano derecha en la organización, Albert Batet, que ha aterrizado como adjunto a la presidencia tras dejar paso a Mònica Sales al frente del grupo en el Parlament.

Alcaldes al límite de la marca

En estos momentos los cargos locales están centrados en las municipales, donde esperan poder frenar el auge de la extrema derecha con un duro discurso en seguridad e inmigración. Entre los alcaldes con mayor incidencia en el relato se encuentran Marc Buch (Calella), Albert Castells (Vic), Òscar Fernández (Cabrera de Mar), Arnau Rovira (Manlleu) y Agustí Arbós (Olot), además de concejales como Ramon Caballé (Berga). Todos ellos son de Junts, tienen ganas de condicionar el partido y sienten sintonía con el portavoz en el Parlament, Salvador Vergés.

Otra cosa son alcaldes con una marca personal fuerte y que más bien recelan de la marca juntera. Desde hace muchos años, el máximo exponente de ello –y ahora podría marcar tendencia en otros cargos territoriales– es el alcalde de Martorell, Xavier Fonollosa. En esa ciudad, donde el PSC gana en todas las elecciones menos en las municipales, el exdirigente de CiU tiene 16 concejales de 21 y tiene registrado un partido, Junts per Martorell.

Hasta ahora ha pactado con Junts para sumar al Consejo Comarcal ya la Diputación, pero en el 2027 no se sabe qué hará. En una situación similar se encuentran David Font (Gironella), Marc Castells (Igualada) o Lluís Soler (Deltebre). Este último está abierto incluso a sumar con otras formaciones, como Esquerra o el PSC, a través de una plataforma supralocal, Enlairem. Los que sí mantienen un pacto con Junts pero quieren preservar un discurso propio son la plataforma Impulsem Penedès, con Sergi Vallès (Torrelles de Foix) como cara visible, y Jordi Masquef, de Junts per Figueres.

El discurso de estos alcaldes, escorado a la derecha, choca especialmente con el sector de izquierdas dentro de Junts, articulado en torno a Agustí Colomines, que tiene conexión directa con Puigdemont y que se ha organizado a través del partido Movimiento de Izquierdas (MES).

La duda de Barcelona

La otra cuestión a resolver dentro de Junts es el alcaldable de Barcelona. Hay dos aspirantes, Jordi Martí y Josep Rius, pero el partido quiere evitar unas primarias. Desde el entorno de Puigdemont han intentado convencer a Martí para que se retire, ya que Rius tiene la confianza del expresidente. Por ahora no hay acuerdo, por lo que buscan un tercer nombre mediático que genere consenso. Previamente, el exconseller Joaquim Forn y el expresidente Artur Mas han rechazado serlo. Por otra parte, hay cuadros del partido que no olvidan la opción Jaume Giró, que dejó la dirección de Junts por discrepancias con Turull y Puigdemont.

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