Cartas a la Directora

El barrio de la Sagrada Familia, dejado de la mano de Dios

¿Os imagináis que su barrio, pueblo o urbanización fuera visitado cada día del año por todos los aficionados que llenan el estadio olímpico de Montjuïc, 55.000 personas? Pues eso ocurre, sin cesar, en el barrio de la Sagrada Família desde hace varios años y con una tendencia creciente.

Las últimas cifras oficiales indican que el templo de la Sagrada Familia es visitado cada año por 20 millones de personas. El pasado año, 4,8 millones de estos turistas entraron en la basílica. El resto permanecieron fuera, admirando las fachadas. El número de turistas crece un 3% al año. En 2024 se batió un nuevo récord histórico y la Sagrada Família recaudó 134 millones de euros. Ni un solo euro de esa fortuna fue usado para mejorar las condiciones del barrio, aunque años atrás se firmó un acuerdo con el Ayuntamiento de Barcelona para reinvertir parte de estos beneficios empresariales en el entorno. Y el Ayuntamiento lleva muchos años sin prácticamente nada para resolver los numerosos problemas de todo tipo que causa esta sobrecarga. En el barrio de la Sagrada Família no hemos notado el Plan Endreça. Algunos autocares incumplen las normas y desembarcan a los turistas en calles más cercanas al templo de Gaudí interrumpiendo el tráfico en Valencia, Lepanto y Mallorca y añadiendo más humo y ruido a las tiendas circundantes. ¿Un lugar visitado cada día por un estadio de Montjuïc lleno hasta los topes no merecería que algún guardia urbano vigilara que se cumplan las ordenanzas? El ayuntamiento actual –y los anteriores– se ha comprometido a velar por el mantenimiento del comercio de proximidad y barrio: fake news. Las bocas y andenes de la estación de metro de la línea 5 son tan estrechas como hace medio siglo. El riesgo de una caída en las vías es alto.

El Ayuntamiento no hace caso de las reiteradas quejas de la asociación de vecinos. Se ha limitado a anunciar para el próximo año la reforma de una de las plazas del templo destinada únicamente a acoger a más turistas. Si fuéramos tan beatos como Gaudí, podríamos decir que Collboni tiene el barrio de la Sagrada Família dejado de la mano de Dios.

Andreu Farràs

Barcelona

A los buenos profesionales que no necesitan ser héroes

El 15 de junio, poco después de las ocho de la mañana, un par de pequeños coágulos merodeando descontrolados por el cerebro me pusieron en la peor situación que nunca había sufrido en una larga y tensa vida llena de historias, sustos y algún accidente. Este escrito quiere ser un agradecimiento y elogio a todos los buenos profesionales gracias a los cuales podré gozar de una segunda oportunidad que seguro no estaba programada. No era necesario ser héroes, simplemente –y no es poco– creerse su profesión y por qué la practican de la mejor forma que saben, para que un mal momento no sea el último de nuestra vida. Decenas de profesionales sumaron su esfuerzo en una cadena empática con el único objetivo de actuar lo más rápida y eficazmente mejor para salvar una vida. Poniendo sus decisiones en manos de otros profesionales, todos juntos, consiguieron la heroicidad de tranquilizar a mi familia más inmediata, la segunda victoria de la jornada. El equipo de ambulancias se plantó en mi domicilio de Torrefarrera en pocos minutos ya partir de ahí se pusieron en marcha médicos, enfermeras, técnicos, cirujanos, cuidadores, fisioterapeutas, rehabilitadores y estudiantes en prácticas. En un tiempo récord me trasladaban de casa al Arnau de Vilanova y de ahí, en helicóptero, hasta Vall d'Hebron, donde acabaron tomando las decisiones vitales que en pocos días han hecho posible que hoy pueda escribir este agradecimiento colectivo. No puedo poner nombres porque a la gran mayoría no los conozco, pero a todos ellos les dedicaremos en familia todos los 15 de junio que todavía nos quedan por disfrutar juntos.

Ignacio Calvo Rivas

Torrefarrera