Biología

El animal encantador que parece extraído de un cuento de hadas y que es capaz de inyectarnos veneno

Los dragones azules son unas babosas marinas exóticas que acumulan el veneno de su comida principal, las carabelas portuguesas

Un ejemplar de Glaucus atlanticus
29/08/2025
3 min

Es tiempo de verano, tiempo de playa. Nos bañamos, pero no estamos acostumbrados a mirar a otros organismos que viven en el mar, aunque somos conscientes de que si caminamos por las rocas con los pies desnudos, debemos tener cuidado con las púas de erizos, y si vemos algo transparente flotante, sabemos que muy probablemente no es una bolsa de plástico, sino que pueden ser medusas.

El cambio climático está provocando que organismos que antes sólo se encontraban en aguas tropicales lleguen ahora a nuestras costas. El Mediterráneo ha incrementado su temperatura en unos 2-3 grados centígrados, y no nos parece tan raro oír en las noticias que han vislumbrado carabelas portuguesas (Physalia physalis), cuyas picaduras son extremadamente dolorosas y peligrosas. De hecho, las carabelas portuguesas no son un tipo de medusa ni una única especie, sino una colonia de distintos tipos de medusas e hidras que viven conjuntamente y que se dividen las labores de predación, flotación y digestión. Algunas tortugas, como la tortuga carita, se alimentan de ellas, pero el hecho de que las poblaciones de estos reptiles esté disminuyendo también ayuda a que ahora puedan ser encontradas en nuestras costas más fácilmente.

Tamaño de un Glaucus atlanticus en la palma de una mano humana

Otro organismo que come las carabelas parece extraído de un cuento de hadas. Se trata del dragón azul (Glaucus atlanticus), una babosa marina de colores azules y plateados con un diseño fantástico. También es un animal tropical, como las carabelas, y su hábitat natural son las aguas cálidas del Atlántico, Pacífico e Índico, incluso no es poco habitual encontrarlo en las costas de las islas Canarias. En cambio, en el Mediterráneo, fue descrito una vez hace más de 300 años en las costas de Eivissa, pero desde hace tres o cuatro años, se está encontrando algún ejemplar en las costas y aguas más cálidas de Murcia y Mallorca.

Estos animales fantásticos tienen un tamaño de entre 3 y 4 cm, se aguantan gracias a la tensión superficial del agua ya un saco de gas en el interior y se dejan llevar por las corrientes marinas. Curiosamente, flotan en el mar boca abajo, y estas líneas azul eléctrico que surcan su cuerpo corresponden al pie de la babosa. Visto desde arriba, los colores azulados le hacen casi invisible en el azul del agua del mar. Sin embargo, el dorso es plateado, un excelente camuflaje para hacerse invisible para cualquier organismo que los mire desde el océano, ya que se confunde con el reflejo del cielo.

Como muchos gasterópodos (caracoles y babosas) tienen una lengua rasposa que les permite comer y arrancar trozos de sus presas, entre las que encontramos las gelatinosas y venenosas carabelas, de las que almacenará el veneno en sus ceras (la especie de "dedos" que surgen de unas excrecencias laterales que, a nuestros ojos, recuerdan a unas manos).

Este veneno les permite defenderse de sus depredadores, pero también les obliga a tener una fecundación ventral. Los gasterópodos son hermafroditas y todos los individuos tienen a la vez órganos sexuales femeninos y masculinos, por tanto, se fecundan mutuamente, generalmente en posición lateral, pero los dragones azules deben hacerlo cara a cara, anclando sus órganos sexuales y rehuyendo tocar las "extremas", fecundarse, se acabarían envenenando el uno al otro.

Así que, como consejo de verano, si tiene la suerte de ver dragoncillos azules, admirelos sin tocarlos. No son venenosos por sí mismos, pero pueden inyectarle el veneno que han acumulado de las medusas y carabelas que han comido, a pesar de su aspecto encantador.

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