Salud

El gen que controla la relación entre el cáncer y el envejecimiento

Cuando se bloquea el gen "myc" se reduce el riesgo de tumores pero se envejece más rápido

El cáncer y el envejecimiento son otros dos procesos relacionados de lo que parece. Existe una conexión obvia: cuanto más vivimos, más riesgo tenemos de desarrollar un cáncer. Las estadísticas lo corroboran: el 90% de los casos se ven en mayores de 50 años, con un pico a los 70. Esto se debe principalmente a que hace falta tiempo (y mala suerte) para acumular la serie de mutaciones en el ADN que activan los mecanismos que transforman una célula en maligna.

Pero si estudiamos los tumores a escala molecular, todavía veremos más coincidencias. Por ejemplo, las células del cáncer han descubierto el truco por ser inmortales: si se les da las condiciones adecuadas se pueden ir reproduciendo para siempre. Si consiguiéramos que sus compañeras normales hicieran lo mismo, quizás habríamos encontrado el secreto de la vida eterna.

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Por otra parte, se ha visto que algunas de las defensas celulares que nos protegen contra el cáncer aceleran los procesos biológicos que llevan a la degeneración asociada a la edad. Esto ha hecho especular que envejecer sería, en parte, el precio que debemos pagar por estar bien protegidos contra el cáncer durante las primeras décadas de nuestra vida. Una prueba sería la activación de la proteína p53, que frena la célula dañada antes de que se vuelva en cancerosa pero, a su vez, aumenta la oxidación y la senescencia celular, dos factores que se sabe que influyen en 'envejecimiento.

Todo esto ha hecho que muchos científicos se hayan planteado si hay alguna manera de separar ambas cosas. ¿Se puede envejecer sin que esto favorezca la aparición del cáncer? ¿Y puede detenerse el cáncer sin envejecer más rápido? El grupo del doctor Edward V. Prochownik, catedrático de genética molecular de la Universidad de Pittsburgh, decidió estudiar estas posibilidades manipulando un gen llamado myc.

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Manipular el gen myc

El myc contiene la información para fabricar una proteína que regula, entre otras muchas cosas, la división celular. Cuando un cambio en el ADN hace que el myc esté más activo de lo normal, la célula comienza a multiplicarse sin cesar, uno de los pasos necesarios para convertirse en maligna. Por eso en muchos tumores se ven mutaciones en el myc.

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El doctor Prochownik y sus colaboradores decidieron hacer justo lo contrario: inactivar el myc en un ratón para ver si así evitaban la aparición de tumores. El problema es que esto ya se había intentado antes eliminando el gen en los embriones de ratones, y se había visto que los animales sin el myc no llegaban a desarrollarse, porque es necesario para el crecimiento de los tejidos.

Por evitar este obstáculo, esperaron a inactivar el myc una vez que los ratones ya habían nacido, utilizando un complejo modelo transgénico. El primer resultado del experimento podía esperarse: efectivamente, los animales tenían hasta cuatro veces menos riesgo de padecer un cáncer, lo que demuestra que el myc es uno de los genes clave en el proceso. Como consecuencia, los animales vivían más tiempo.

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Analizando con cuidado los ratones, sin embargo, se dieron cuenta de que el efecto secundario era un envejecimiento precoz: los animales eran más longevos, sí, pero vivían en peores condiciones porque rápidamente desarrollaban una pandilla de signos propios de edades avanzadas, como por ejemplo la alopecia, el blanqueamiento del pelo, la pérdida de masa muscular, variaciones en la distribución de grasa, problemas de equilibrio y cambios en la piel.

También se dieron cuenta de que en ratones normales, el myc se iba inactivando progresivamente con la edad, lo que sugiere que su presencia de algún modo frena el envejecimiento. Estos estudios revelan que la pérdida del myc aumentaría la producción celular de oxidantes y afectaría a las mitocondrias, los motores de las células, lo que generaría un desequilibrio metabólico que contribuiría al envejecimiento.

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Estimular el gen myc

Esto demuestra que el myc es uno de los genes centrales en la relación entre cáncer y envejecimiento y hace pensar que manipularlo de la forma adecuada podría ser la solución para separar el uno del otro. Las modificaciones genéticas que se han hecho en estos ratones no pueden trasladarse a humanos, naturalmente. Una forma alternativa de frenar el myc sería encontrar un compuesto químico que le inhibiera, como ya se ha hecho con otras proteínas importantes para el cáncer. Lo que ocurre es que el myc es famoso precisamente por ser difícil de bloquear: a pesar de que hace décadas que se intenta, todavía no se ha podido diseñar un fármaco que lo consiga. Últimamente se han realizado avances en este sentido y algunas opciones están actualmente en fase de pruebas clínicas. Si estos medicamentos nunca llegan a usarse en pacientes de cáncer, se deberá vigilar que uno de los efectos secundarios no sea envejecerlos más rápido.

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Pero estos resultados también abren otra posibilidad. ¿Qué pasaría si estimuláramos el myc? ¿Se frenaría el envejecimiento? Hacerlo en jóvenes sería peligroso, porque aumentaría el riesgo de desarrollar cáncer, pero quizás dar pastillas para activar el myc a las personas mayores haría que los tejidos se regeneraran sin que hubiera tiempo en acumular todos los cambios necesarios para el cáncer. Es necesaria más investigación para saber si esto funcionaría.