Ciencia

Esta mancha no crece ni se mueve, pero que te lo parezca explica cosas sobre tu cerebro

Ves esa ilusión óptica porque tu mente intenta predecir el futuro y las pupilas se dilatan

Richard Sima/The New York Times
y Richard Sima/The New York Times

No te alarmes.

El agujero que ves no se mueve ni crece ni se expande. La oscuridad no se tragará.

En realidad, la imagen es estática y nos enseña mucho sobre cómo nuestro cerebro y ojos ven el mundo. En un estudio que se publicó el 30 de mayo en la revista especializada Frontiers in Human Neuroscience, los psicólogos pusieron a prueba esta ilusión con 50 hombres y mujeres con una visión normal y, mediante un rastreador ocular con infrarrojos, descubrieron que cuanto mayor era la respuesta de un participante a la ilusión, más fuerte era la dilatación de la pupila.

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También descubrieron que algunas personas –quizás tú– no la ven.

En los ojos, las pupilas se ajustan de manera inconsciente a la luz del entorno: se dilatan cuando está oscuro para intentar captar más luz y se contraen cuando hay mucha luz para evitar la sobreexposición. Cuando miras esta ilusión el agujero no se está oscureciendo ni crece, pero la percepción de que se oscurece es suficiente para que tus pupilas respondan. "Nada justifica, por sí mismo, un cambio en la pupila en esta situación, porque nada ha cambiado en el mundo", dice Bruno Laeng, profesor de psicología de la Universidad de Oslo y autor del estudio. "Pero es evidente que algo cambia en el interior de la mente".

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Los investigadores plantean la hipótesis de que la ilusión funciona porque el gradiente del agujero central hace que parezca que el espectador está entrando en un agujero o un túnel oscuro, lo que hace que sus pupilas se dilaten. También han comprobado que el efecto de la ilusión varía con distintos colores y es mayor cuando el color del fondo del agujero negro es el magenta. Pero no todos los participantes se dejaron llevar por la ilusión, así que si no tienes ni idea de lo que ocurre en estas imágenes, no eres el único: un 14% de los participantes en el estudio dijeron que no lo habían visto. Laeng propone que es probable que, por sus experiencias anteriores, una minoría sólo pueda ver la imagen en dos dimensiones.

Estos resultados más recientes coinciden con un estudio del 2012 en el que Laeng y sus colegas descubrieron que la ilusión Asahi, que se asemeja al creciente resplandor de la luz solar parcialmente obstruida por árboles o nubes, también provocaba la contracción de las pupilas.

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El nuevo estudio se había planteado de forma "inteligente" para mostrar “una indicación fisiológica de la respuesta a la expansión percibida de la oscuridad”, asegura Dale Purves, neurobiólogo y profesor emérito que investiga la percepción visual en la Universidad de Duke. Sin embargo, añade, "hay efectos mucho más llamativos" que podrían haberse utilizado para demostrar la respuesta pupilar. Pero este estudio aborda un problema fundamental al que se enfrentan todos los animales, incluidos los humanos, explica Purves: mientras que una cámara puede medir directamente la cantidad de luz que capta, “nosotros no tenemos ese aparato físico, no podemos medir el mundo ”. Más bien tenemos "un ojo con un cerebro conectado", concreta Laeng. Así, cuando el ojo se enfrenta a una escena, nuestro cerebro "analiza lo que está viendo, construye un posible escenario y se adapta".

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Otro ejemplo conocido es la fotografía viral del vestido, que inspiró animados debates en el 2015 sobre si era blanco y dorado o azul y negro. Laeng cree que aquella imagen viral “quizás fue el mayor experimento de la historia de la humanidad, al menos hasta ahora”. Con el traje, al igual que con la ilusión del agujero en expansión, nuestro cerebro hace suposiciones sobre lo que ve basándose en experiencias pasadas. La historia evolutiva también influye.

"La información que obtenemos del mundo es bastante indeterminada", asegura Laeng. "El cerebro entra en un modo de adivinación constante, debemos llegar a la mejor solución, pero existen varias posibilidades para el mismo tipo de información". Las ilusiones como el agujero que se expande se suman al debate sobre si toda la percepción no es fundamentalmente una ilusión. "Todo lo que percibimos es inconsistente con la realidad física del mundo", dice Purves. "Todo lo que vemos, sea su contorno, color, brillo, lo que sea". Así que no se te está engañando, más bien las ilusiones visuales ayudan a revelar de qué es capaz el ojo de nuestra mente evidenciando inconsistencias entre lo que vemos y lo que hay en realidad.

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Según Laeng, una hipótesis es que el cerebro está intentando predecir el futuro, para mostrárnoslo.

Es necesario un cierto tiempo para que un estímulo, como la luz, llegue a nuestros órganos sensoriales, que deben enviarlo a nuestro cerebro, que, al mismo tiempo, los procesa, los entiende y hace algo con esta información. Y cuando nuestro cerebro se pone al día con el presente, el tiempo ya ha avanzado y el mundo ha cambiado. Para evitarlo, para percibir el presente, el cerebro podría estar intentando continuamente predecir un poco el futuro.

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Así, ver la ilusión del agujero en expansión no es un defecto, sino una característica: es el resultado de la estrategia de tu cerebro para navegar en un mundo incierto y sometido siempre al cambio, construida, quizá, en partir de la historia evolutiva, en última instancia, para ayudar a la humanidad a sobrevivir. Predecir el futuro es adaptativo, por ejemplo, al dilatar las pupilas para prepararse para ir a un sitio oscuro. Laeng dice: "Es una cuestión muy filosófica. Vivimos en una realidad virtual, pero es una realidad virtual pragmáticamente útil".

Así pues, el mundo que ves es una ilusión, pero no te alarmes.

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