Los microplásticos que el viento se llevó

Diminutas partículas de plástico generadas por todo tipo de actividades llegan a todos los rincones del planeta gracias a la circulación atmosférica

David Bueno

Uno de los problemas ambientales más importantes de la actualidad es la acumulación de plásticos. Son unos polímeros sintéticos que, precisamente, se desarrollaron a principios del siglo XX con el objetivo de ser muy resistentes a cualquier tipo de degradación. Esta característica los hace muy útiles para fabricar objetos muy diversos, como las famosas bolsas, que se pueden usar durante mucho tiempo sin que se estropeen, y por esta razón se han ido acumulando. Además de esto, los plásticos se pueden fragmentar en trocitos pequeños y formar los llamados microplásticos. Se calcula que en los océanos, que es donde van a parar muchos de los desechos, se puede haber acumulado una cantidad superior a las 200.000 toneladas.

Varios trabajos publicados en 2019 y 2020 han encontrado microplásticos en lugares remotos donde no se esperaba que los hubiera, como por ejemplo en zonas especialmente protegidas de parques naturales de los Estados Unidos o a las partes altas de varias montañas del mundo, entre ellas los Pirineos. A pesar de que algunos de estos microplásticos pueden haber llegado por la presencia de montañeros, la elevada concentración que se detecta no se puede explicar solo de este modo. La geóloga Janice Brahney y sus colaboradores de varias universidades y centros de investigación de los Estados Unidos, Finlandia, Luxemburgo y Japón, han estudiado cómo pueden haber llegado los microplásticos hasta estos lugares remotos y de dónde proceden. Según concluyen en un trabajo publicado recientemente en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), varios procesos y fenómenos cotidianos los hacen llegar a la atmósfera, desde donde el viento los transporta y la lluvia los deposita en todas partes. Las consecuencias para el medio ambiente y la salud son importantes.

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Un mundo de microplásticos

Un microplástico es cualquier trocito de plástico de medida inferior a cinco milímetros. Muchos se generan al fragmentarse objetos más grandes, pero también se usan directamente en muchos productos, desde cosméticos hasta prendas de ropa, pasando por varios procesos industriales. Según el tipo concreto de polímero y su grosor, se calcula que pueden tardar entre 150 y 1.000 años en degradarse completamente. Dicho de otro modo, la mayoría de objetos de plástico que se fabricaron a principios del siglo XX todavía no se han degradado del todo. Se calcula que, en total, se han llegado a producir diez mil millones de toneladas de plásticos, que perduran en el medio natural. Para hacernos una idea de lo que representa, esta cantidad es el equivalente a más de 25.000 edificios como el Empire State de Nueva York. Un volumen que, distribuido en una superficie plana, podría llegar a cubrir cinco veces la península Ibérica.

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S’han hecho muchos estudios sobre los efectos de los microplásticos en el medio natural y la salud de las personas. Se ha visto que afectan al crecimiento de las plantas y a la dinámica del suelo, donde la presencia de bacterias, hongos y pequeños animales invertebrados es crucial para el mantenimiento saludable de los ecosistemas. En el caso de las personas, se sabe que han llegado a la cadena alimentaria, dado que se encuentran aproximadamente unas 20 partículas por cada 10 gramos de heces. A pesar de que la Organización Mundial de la Salud reconoce que todavía no hay suficientes datos sobre los efectos que pueden tener estas concentraciones de microplásticos para la salud humana, se considera que podrían perjudicar el funcionamiento de las células de los intestinos y alterar algunos procesos relacionados con el sistema inmunitario.

70 kg de microplásticos en Catalunya

El trabajo de Brahney y su equipo de búsqueda ha identificado que el ritmo de deposición de microplásticos en zonas remotas de la Tierra oscila entre 50 y 700 partículas diarias por metro cuadrado, una cantidad que equivale además de 70 kilogramos anuales solo en Catalunya. ¿De dónde provienen todos estos microplásticos? Según este estudio, las partículas de medida inferior a 2,5 micras, es decir, de menos de 2,5 milésimas de milímetro, se generan directamente en procesos de combustión. Aun así, las más gordas necesitan llegar a la atmósfera a través de aerosoles. Un aerosol es una suspensión de partículas sólidas o líquidas en un gas, como por ejemplo en el aire. En el caso de los microplásticos, estos aerosoles se generan, según han identificado los autores del artículo, a través de procesos mecánicos muy diversos. El 84% de estos aerosoles se producen en las frenadas de los coches, porque tanto los neumáticos como el asfalto son materiales que pueden generar microplásticos. El 5% se generan cuando el viento levanta polvo y durante los trabajos agrícolas, puesto que en todos los terrenos se encuentran concentraciones significativas de estas partículas. Las salpicaduras de las olas dan lugar a la formación del 11% de aerosoles restante (los océanos son el lugar donde se más acumulan).

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Una vez en la atmósfera, el viento y la circulación atmosférica global se encargan de transportarlos en suspensión a todos los rincones del mundo, hasta que se depositan sobre la superficie, ya sea directamente o a través de la lluvia. Y, una vez depositados, el ciclo vuelve a empezar, una vez tras otra, hasta que se acaben de degradar, después de décadas o siglos de permanencia en el medio natural.

David Bueno es director de la cátedra de neuroeducació UB-EDU1st