Crónica

Una cena rutilante en honor a la familia que salvó al litoral catalán de “la destrucción y el mal gusto infame”

Una fiesta conmemora que hace 100 años que la familia Ensesa fue a vivir a Senya Blanca, en s'Agaró, y puso la primera piedra del sueño de Josep Ensesa Gubert

S'AgaróNo ha llegado agosto y ayer ya hubo en s'Agaró la cena más exquisita de este verano. Mirado en las fiestas que se habían hecho, que frecuentaban las estrellas de Hollywood, pero en una finca privada, Senya Blanca. El propietario es Josep Ensesa Viñas y, conjuntamente con sus hermanas, la abrió a los invitados para celebrar una efeméride redonda: hacía 100 años que la familia Ensesa había empezado a vivir en esta casa, la primera construcción de todas las que vendrían después: los baños de Sant Pol, el Hostal de la Gaviota o el Hotel S'Agaró, que fue también escuela y hospital.

Josep Ensesa Gubert fue el visionario que encargó la casa al arquitecto Rafael Masó, y así, como explicó su limpia Virginia Ensesa Viñas, se puso “la primera piedra de un sueño”. Su abuelo tenía claro qué valores quería representar, un catalanismo moderno, vinculado al paisaje, inspirado en las grandes potencias europeas, pero que no olvidaba las raíces. "El abuelo decía que él el catalanismo lo hacía con las piedras", compartió Virginia Ensesa en un discurso emotivo.

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Ava Gardner, Frank Sinatra, Jack Nicholson, Xavier Cugat, Victoria de los Ángeles, Lady Gaga o un cantante de nivel internacional que se despidió de Delilah y justo ayer dormía allí. Da igual, si cambiamos de ramo: escritores, políticos, diseñadores, periodistas, economistas, todo el mundo ha querido ser partícipe de este sueño. Porque ¿quién no quiere pasar unos días en s'Agaró, que, como decía Josep Pla, es “un orden humano perfecto”? El escritor ampurdanés –que la sabía muy larga– era habitual de s'Agaró, por lo que Joaquim Nadal, conseller de Investigación y Universidades, citó en su discurso un fragmento que Pla escribió en 1949 para el monográfico de celebración de los 25 años de s'Agaró en la que describía el lugar como un “paisaje que se abre al cielo y se recoge en la más fina intimidad frente al mar”.

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Trajes de gala y bikinis de caviar

Los invitados iban engalanados para la ocasión y no faltó nada. Jamón Joselito, el fino de jerez de la bodega El Fundador, helados de Sandro Desii y cocineros de prestigio: Romain Fornell, que además dirige el restaurante Candlelight en el mismo hotel; Albert Adrià, con unos deliciosos niguiris con calamar, o Rafa Zafra con su famoso bikini de salmón ahumado y caviar. De hecho, los cocineros no quisieron desperdiciar la ocasión de fotografiarse con uno de los invitados ilustres: el presidente del Fútbol Club Barcelona, ​​Joan Laporta. Laporta también fue interceptado por el público más joven, que quería trasladarle opiniones sobre posibles fichajes y saber cuál es el estado de la operación para llevar a Nico Williams al Barça. El presidente del Barça escuchó sus opiniones y se fotografió con todo aquel que se lo pidió. Por desgracia, Laporta había llegado tarde y no estuvo a tiempo para ver el maravilloso mapeo que se proyectó en la fachada de la casa, en la que se contaba la historia y se podía ver perfectamente la señal que dejó un obús de la guerra en una ventana.

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Por último, el baile se alargó hasta avanzada la noche. Se hace difícil (por no decir imposible) encontrar un sitio más bonito y un lugar que pueda representar mejor el Mediterráneo. Si más personas hubieran tenido el sentido, el sentimiento y la responsabilidad de la familia Ensesa, vete a saber cuál habría sido el destino del litoral catalán, que, como decía Josep Pla, está “destruido totalmente por la voracidad más abyecta, por el mal gusto más infame”. Eso sí, si ayer el escritor hubiera podido estar en s'Agaró, seguiría encontrando la misma paz y armonía que le maravillaron.

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