Viticultura

Descubra el encontrado, el morenillo y la horcada: las variedades resucitadas que nos pueden salvar del cambio climático

La recuperación de variedades ancestrales multiplica la diversidad de los vinos catalanes y los puede sacar de la monotonía

Vilafranca del PenedèsEl cultivo de múltiples variedades de uva ha dominado el paisaje en muchos sitios de Cataluña durante siglos. Ahora existe el afán de preservar esta diversidad vitivinícola y embotellarla, un camino lleno de nuevos descubrimientos. Como en el norte de Osona, donde en tiempos pasados ​​las cepas subían por las montañas. Desde hace cuatro años el fotógrafo Eugeni Ordeig se ha aliado con el Instituto Catalán de la Viña y el Vino (Incavi) para estudiar los escasos vestigios que quedan de este cultivo. Los resultados sorprenden: se han localizado hasta 50 variedades de uva distintas, de las que por ahora sólo se han identificado 22 gracias a su análisis genético, y la treintena restante todavía son desconocidas.

La ingente labor capitaneada por Ordeig puede verse en el documental Los arqueólogos del viñedo: en busca de variedades autóctonas, dirigido por Núria Repiso y que ha sido premiado con el galardón Sostenibilidad en el Most del Festival Internacional del Cine del Vino. de restos arqueológicos y archivos. En el Museo Episcopal de Vic se han encontrado documentos que certifican que en Osona había viñedo, como mínimo, desde el 914. A diferencia de otros lugares de Cataluña, donde este cultivo quedó arrasado a finales del siglo XIX por la plaga de la filoxera, aquí ya había empezado a desaparecer por grandes heladas y sequías entre los siglos XV y XVIII y se sustituyó por el cereal. han logrado resistir.

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A Ordeig le picó la curiosidad la existencia de múltiples topónimos relacionados con el vino en Osona (Puig de les Vinyes, castillo de la Vinyeta, Vinyoles, Vinyassa...) y se puso a investigar seriamente hace cuatro años. "Empezó como un entretenimiento y cuando me di cuenta ya tenía 50 cepas localizadas", explica. En el futuro estas variedades pueden tener mucho que decir ante el cambio climático, explica la investigadora del Irta-Incavi Anna Puig en el documental: "Si estas variedades encontradas en márgenes han aguantado tantos años y han aguantado tantos ciclos climáticos diferentes podrían ser variedades potencialmente adaptadas a lo que nos espera en este futuro muy cercano". Ordeig también sueña "el día de mañana con tener una variedad que pueda aguantar el cambio climático y recuperar terrenos de vid" en Osona.

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Además de esta comarca, la investigación se ha centrado en el Ripollès, el Lluçanès y una parte de Collsacabra-Guilleries. Ahora la intención es multiplicar las cepas de cada variedad y ver si de la uva se puede producir un vino "cualitativamente aceptable", explica Puig. Por este motivo, este año se han plantado dos viñedos en el municipio osonense de Orís. Conviven unas 21 variedades, entre identificadas y desconocidas. En una de las fincas se ha seguido el sistema medieval de plantación, conocido como trilla o trilla. La cepa, que es una planta trepadora, se rodea alrededor de un palo, que suele ser de un árbol frutal.

Hay que tomárselo con cautela

El proceso para recuperar antiguas uvas y hacer vino se puede alargar durante años, por lo que todavía falta tiempo para saber si algún día se volverá a comercializar vino de estas variedades ancestrales de Osona. Conviene tomárselo con prudencia, reconoce Pau Moragas, vicepresidente de la cooperativa L'Olivera, que ha estado muy implicado en la recuperación del encuentro negro en la DO Costers del Segre. "Cuando encontramos material no siempre es interesante. Si se abandonó, seguramente estaría sus motivos", explica, como que la productividad de aquella uva podía ser muy baja. Así que "no por ser ancestral ya será comercial", o sea, que no siempre acabará convirtiéndose en un vino que salga el mercado.

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A la espera de los resultados de la investigación de Osona, ya hay un buen puñado de variedades que se han salvado de la desaparición y con las que ya se elaboran vinos que están a la venta. Según el Incavi, en los últimos diez años se han incorporado una veintena de variedades al potencial vitícola catalán –que engloba las uvas con las que se puede hacer vino–, la mayoría autóctonas, y se está trabajando en nuevas, como la tarraconense o la estrangullas. Se valora que pueden proporcionar vinos frescos y de alcohol contenido a partir de uva bastante resistente a las crecientes sequías.

Una muestra de vinos de variedades ancestrales recuperadas que ya se comercializan o que se espera hacer se han presentado recientemente en el Museo de las Culturas del Vino de Cataluña (Vinseum) de Vilafranca del Penedès coincidiendo con la proyección del documental.

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Cariñena blanca y cariñena roja (DO Empordà)

Recuperar una variedad es pesado, como ha ocurrido con la cariñena blanca. Ha sido "un proceso larguísimo", dice la presidenta de la DO Empordà, Carme Casacuberta. Hace casi dos décadas ya se hacían pruebas después de detectarse en viñedos viejos, pero legalmente no se ha podido hacer vino hasta el 2018. Solo hay 21 hectáreas, el 1% de la DO. Con la cariñena roja (o gris) se han apresurado más por legalizarla, pero tan sólo hay 5,79 hectáreas. De las dos variedades hacen vinos la Bodega Cooperativa de Espolla y Viñas de Olivardots; de la blanca, Espelt, La Vinyeta y Mas Llunes, y de la roja, Gerisena (Cooperativa de Garriguella).

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Encontrado negro (DO Costers del Segre)

En la DO Costers del Segre, Moragas relata que estimulan la diversidad vitivinícola para contrarrestar la existencia de grandes extensiones (Raimat, Castell del Remei y el Purgatorio de Familia Torres). se ha localizado el hallazgo negro. Puede ser la primera variedad de una docena que han aparecido que se podría convertir en representante del patrimonio recuperado de la DO. Tiene una baja acidez, pero se compensa con su tanino discreto.

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Morenillo (DO Terra Alta)

Esta variedad tinta ha resistido de milagro. El presidente de la DO Terra Alta y de la Cooperativa de Gandesa, Pere Bové, recuerda que "es una variedad que produce mucho, pero para llegar a hacer un gran vino tarda muchos años". La propia cooperativa dejó de recomendar a los socios plantarla. Ahora elaboran siete bodegas, como Bielsa Ruano, Piñol y la cooperativa gandesana, pero todavía representa una porción muy modesta de los vinos terralteños: de los 30 millones de kilos vendimiados este año en la DO, sólo 58.000 han sido de morenillo.

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Forcada (DO Penedès)

La horcada es uno de los frutos del proyecto para resucitar variedades olvidadas puesto en marcha en los años ochenta por la bodega Familia Torres. Han encontrado 61 y ya han registrado 14. Además de elaborar vino blanco, en la bodega Jean Leon prevén sacar un espumoso hecho con método tradicional (el empleado para el cava) a finales del 2025 o principios del 2026. La directora de esta bodega, Mireia Torres, espera que el ampare Clàssic Penedès, la categoría de espumosos de la DO Penedès. Torres también tiene vinos de otras variedades recuperadas, como el moneu, la gonfaus y la pirene.

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Otros en fase de investigación

En un futuro quizás también se podrá disfrutar de vinos de malvasía blanca roja, que solía ir de coupage con los picapollos del Bages y la pasa blanca de Alella, así como de encuentro blanco, que se ha localizado en viñedos viejos de Garcia (la Ribera d'Ebre) y de la bodega Lagravera de Alfarràs (el Segrià). de adoptar variedades como el hallazgo blanco motiva vivos debates entre algunas voces del sector vitivinícola y de la administración.