Una historia diferente, quiero decir, 'diferenta': un vino 'de antes' que os enamorará

Joan Fernández y Martí Just se lo hacen todo entre ambos. Ellos hacen el vino único de hoy, el tinto con sumoll, mandó y un poco de tempranillo fermentado en lagar de piedra medieval. Desde el 2016, ir a sacar el vino del lagar de piedra –o ir a ver cómo lo hacen– es un espectáculo único. "Lo hacemos como lo hacían antes", me dicen sonriendo, con la sonrisa de los que son muy felices haciendo lo que hacen.

"Este es el lagar de piedra donde yo, de pequeño, me hacía cabañas. ¿Has leído el libro de los lagares de piedra de los hermanos Coromines, de Berga? Eran amigos de mi abuelo. Y con Martí, mi socio, dijimos: «Si lo hacían hace 500 años...»"

El lagar del proyecto de La Diferenta, en el término municipal de Navàs, en el Bages, es de los más antiguos que se conservan. Lo sabemos porque tiene follador, que es por donde se pisa la uva. con el melocotón: aquella madera que había en las tinas. Si pensamos en antes, vemos que era más fácil transportar líquido que uva. Por eso era importante vinificar a pie de viña. deprisa a fermentar".

En la copa nos encontraremos un vino sorprendente. Muy fresco, con muy buena acidez, porque el sumoll es mágico: da frescura, poco grado y es muy fácil de beber. el antiguo sedimento de un gran río de 40 millones de años. “Era un río que pasaba por aquí, por Castelladral, que, por si no lo sabes, es el centro del mundo. Este sedimento se petrificó y se volvió gres, pero es piedra blanda. En época medieval sirvió para todo. Para picar tumbas, silos, tinas..." Esto no ocurre en ningún otro lugar.

El vino es un homenaje a la gente que ha guardado este patrimonio vegetal, las variedades autóctonas. Aquella gente que fue a trabajar a la fábrica pero cuidó los viñedos por amor, porque los había plantado el abuelo y mandos. Tiene cien años. Se llama el viñedo del temple porque siempre le ponemos el nombre de la persona que nos lo ha traspasado. Está en las laderas de Vilafresca".

La Diferenta es un homenaje a aquel hablar de entonces –deantes–, cuando algunas cosas se feminizaban y ya no eran sólo distintas, sino diferentes. Es también un querer recuperar los viñedos viejos. El sumoll que hay hoy en la copa, en otra zona del mundo evolucionaría de forma diferente, quiero decir, diferente. Es sumoll de grano pequeño y de grano ovalado. "Todo lo que nos ha ido enseñando la gente mayor. El mandón no puede ser de viñedo antiguo porque lo estamos recuperando. Es de siete años".

El mandón y el sumoll, juntos, son una copa muy, muy emotiva, porque se emparejan bien. El mandón es muy "en torno a boca" y el sumoll, "núcleo". En boca, el mandón es como el pinot, te da quizás flor seca. El sumoll, en cambio, sería como un nebbiolo, que te da fruta. Y el tempranillo es lo que le da tensión. Tiene poco grado, es fácil de beber y te hace amigo de la copa, tienes una relación porque quieres más. No se pierdan esta alegría, ese pedazo de historia, este pasado, este "venimos de aquí" y vamos lejos, muy lejos.