Imaginando dragones y bebiendo una grandísima cariñena

Las hijas de Jordi Miró, Andrea y Aïda, aplastan uvas con mallas piratas y camisetas de tirantes. Llevan colas de caballo, tirantes, muy alegres. Tienen caras angulosas, y unos ojos simpáticos pero empeñados y ávidos. Siempre han vivido entre viñedos, en la Terra Alta.

A Jordi le gusta la familia. El ascendente y la descendente. Le gustan las fotos antiguas, las de los abuelos, mudados de fiesta mayor; las de los niños con herramientas demasiado grandes porque quieren ayudar en el campo. “Estoy en el mundo del vino desde el 92. Empecé en Raventós y Blanc, después fui a Vinícola del Priorat, donde todavía trabajo, y desde el 2010 con la bodega de casa, en la Terra Alta”. Hoy, Serie 16.

Jordi plantó viñedo en los terrenos de su suegro, el 99, en Gandesa. El abuelo, este abuelo mudado, tenía bodega, pero lo cerró el año 59, cuando se hizo la cooperativa. El padre también siguió con la cooperativa. “¿Qué planto? Lo que se plantaba entonces. Cabernet, merlot, tempranillo, garnacha… Todo tinto, sí. No planté nada blanco. Y también algo como pequeño verdote, monastrell, marcelán…”De pequeño, claro que sabía lo que era la viña. Labrar con el tractor era fiesta mayor. No sabía elaborar… Pero me puse”. Comenzó a comercializar, sólo en bag-in-box (este tipo de tetrabrik práctico, con grifo, que puede durarte mucho tiempo en la cocina) en el 2004. “No, no estudié. Estudié a base de palos”. Hizo la primera cosecha en el 2010. Y a cosechar se aprende haciendo, pero, claro, oportunidades no hay tantas. Una al año. “Ahora trabajo con mis hijas. Andrea, que es cien por cien en la bodega, y Aïda, que hace sus cosas”. Lo dice contentísimo.

Ahora tiene garnacha blanca, y cariñena de un viñedo muy viejo. La garnacha no puede perdérsela, tampoco. “La cosecha del 12 fue el mejor vino de España en la Guía del vino cotidiano", dice sonriendo. Y añade, porque hoy la protagonista es la cariñena: “En la Terra Alta no hay viñedos tan viejos como en el Priorat. Es una cariñena del año 72. De un buen amigo, es triste, que murió. Su viuda quería arrancarlo y yo le dije: «¡Nieves! ¡Te lo compro!» A fermentar fresquito

Y he aquí que el vino que tienen hoy en la copa es el fruto de esto. “La extracción nos gusta poco. Yo siempre digo: «¡A fermentar fresquito!» Después de la alcohólica y la maloláctica, a redondear el vino, pero sin marcar la madera. Siete u ocho meses y hacia la botella”. El resultado es una cariñena con una acidez buenísima pero redondeada. Es un vino tan vivo y tan vibrante… Siempre les decimos, en esta página, que los vinos son ciclos. “Ahora hace calor. Necesitamos cosas frescas. Y ahora, claro, miremos la cariñena con otros ojos. No es una variedad para llenar depósitos. Antes era denostada. Y te digo una cosa: de la parellada… ¡ni se habla!” Se interrumpe. “Espérate! ¡Jordi, coge las dos cajas, piensa que sólo queda medio palito!” Sé que él tenía la parellada entre ceja y ceja. Hacía años que le iba detrás, quería entenderla. La DO autoriza 11 grados de alcohol. Y ahora lo han logrado. Lo han sacado con 11 grados. ¿Y cómo? Vendimiando en octubre. Lo han “encontrado”. Y es fresca, es la que te bebes mientras preparas la mesa.

Pero hoy la protagonista es la cariñena. Me gusta muchísimo esta variedad, y las botellas monovarietales, como la de hoy, creo que son buenas ocasiones para entender los vinos. Para ello, ponen 4.000 kilos en inox y 600 en barrica. ¿Por qué? La barrica le da más boca y menos nariz. El inox, justo al revés. "La barrica es como la sal en la cocina".

Encontrarán frutas rojas, como frambuesas, y se la podrán tomar con todo. ¿Con un arroz de pato? Sí, que les dejará una boca limpia y preparada para su disfrute. En el año 96 a los campesinos les decían: “¿Dónde vas con una cariñena?” Pero hoy puedes decir que en todas partes. Es un vino que tiene toda una tradición detrás y una mirada fresca y joven, larga. Abran esta botella, disfruten, como nunca de la cariñena.