A la mítica quema de la Granja Viader de Barcelona le quedan dos años para encontrar un relevo
La propietaria, Mercè Casademunt Viader, se jubila y querría que el establecimiento lo dirigiera alguien que quisiera mantenerlo todo igual

BarcelonaLa receta de la quema de la Granja Viader es de la bisabuela de Mercè Casademunt Viader. Es una receta familiar, que no la tienen escrita, pero es como la han ido haciendo siempre, porque se la han explicado. Empiezan aromatizando la leche con vainas de canela y cáscaras de limón. Y cuando ya tienen la leche aromatizada, con ese aroma que la leche debe desprender, la colocan, en frío, sobre todo en frío, al baño maría. Es decir, la ponen dentro de una olla mayor con agua que cubrirá las paredes de la cazuela que contiene la leche aromatizada. Entonces echan el resto de ingredientes, que son los huevos y el almidón de maíz, y dejan que se vaya espesando poco a poco. Cuando ya está hecha, con la textura que debe tener la crema, la colocan en tartaletas de barro, la queman con una plancha de hierro y la sirven con bizcochos. "Cada cazuelita, la vendemos a 5,25 euros, y es cierto que en marzo, en los alrededores de Sant Josep vendemos muchas, pero hacemos todo el año, porque siempre nos la piden", explica Mercè, que añade que sobre todo lo que notan por Sant Josep son los encargos, porque la gente pide para llevarse a casa como tanto safas. En todo momento Mercè ha llamado quema, "porque es como se ha llamado siempre", y es como la tienen escrita en la carta. Es decir que nada de "crema catalana", sigue explicando Mercè, y con este tema nos entretenemos un rato, porque Mercè tiene toda la razón. En el diccionario normativo del Institut d'Estudis Catalans es simplementecrema. "Si la crema, fuera del fuego, se cubre de una leve capa de azúcar y se tosta con un hierro caliente, se llamacrema quemadaoquema de San José. Estas son las denominaciones tradicionales en catalán y las que deberían utilizarse como genuinas", me dice Cristina Bofill Caralt, lajefe del Área de Investigación Terminológica del Termcat.
Así es como le gustaría a Mercè que se siguiera diciendo y haciendo cuando ella se jubile. Le quedan dos años, y sus hijos ya le han hecho saber que no querrán hacer el relevo. "He empezado a dar voces que en dos años me jubilaré, porque querría que la Granja Viader se la quedara alguien que crea, que quiera hacer lo mismo que hemos estado haciendo desde que mi bisabuelo, Marc Viader i Bas, vino a trabajar hacia 1895, y venía leche, porque donde estamos ahora una lechería", explica. A los pocos años, el bisabuelo ya era propietario de la lechería, y en 1910 ya la tenía registrada con su nombre, Granja M. Viader.
A su lado, en el obrador, están las grandes ollas de chocolate caliente. "Cada día hacemos cuatro de diez litros cada una", es decir a diario la Granja Viader sirve cuarenta litros de chocolate deshecho en tazas, que en días laborables significa hasta quinientas personas que piden de un total de setecientas que la Mercè tiene contadas que entran. A la hora de comerla, el chocolate deshecho siguen sirviéndolo con la montaña de nata montada (y entonces se convierte en un suizo), pero "ahora triunfan mucho más los churros". De hecho, Mercè asegura que el gran boom actual son los churros con chocolate, sobre todo entre los jóvenes. Los más grandes la comemos con ensaimada o con la nata, para hacer su suizo, pero los churros están ganando todas las partidas.
En un lado de la granja, por donde se puede entrar con puerta propia, hay un mostrador de embutidos y quesos, hechos en nuestra casa, como remarca Mercè. Hay requesón, por ejemplo, y otras muchas delicias que necesitan refrigeración, pero fuera del mostrador, Mercè también vende aceite de oliva virgen extra, hecho en la población del Perelló. Así que quien va a comer, también se puede llevar a casa lo que necesita para preparar la comida o la cena en casa. Aceite de verdad, incluido.
Cien cincuenta años para celebrar
Continuamos observando la Granja. En las paredes están los carteles de la exposición que realizaron cuando el establecimiento cumplió ciento veinticinco años. "Cuando llegamos a los ciento cincuenta, queríamos cambiarlos, pero fue el año de la pandemia, de la cóvido, y aquí les hemos dejado, sin tocarlos, los de la exposición pasada", señala Mercè. Carteles nuevos para exponer tienen, porque incluso en Cardedeu, la población natal de los Viader, está la Fundación Marc Viader, en la Torre Viader, donde han realizado un museo. Es la forma de recordar que el origen del Cacaolat fue justo en este espacio. La creó el abuelo de Mercè, Joan Viader, que hizo un viaje a Budapest con su padre, y allí probó una bebida parecida, que les sorprendió porque nunca habían bebido nada parecido. La historia asegura que a su vuelta, en casa, no paró de hacer pruebas hasta encontrar una receta que le gustara. Mientras lo hacía, todos la probaban en la Granja. "Y mira las vueltas que ha hecho todo, que ahora el 50% de la propiedad de la marca es de la competencia de la marca, es de Colacao; el otro 50% es de la cervecera de Barcelona Damm".
Retomamos la conversación que nos ha llevado hasta Cardedeu, y hablamos de su bisabuelo. "Vino a Barcelona a probar fortuna, porque era campesino, y el campo no daba trabajo". Era un hombre muy emprendedor, y apoyó a su hijo para que saliera adelante aquel batido de leche y chocolate que le había entusiasmado desde que viajaron a Budapest. Hay muchos otros hechos que llevaron a la Granja Viader a ser conocida por todas partes, uno importante es la publicidad. Se emplearon duro desde que pusieron a la venta el Cacaolat, en 1933. Ahora, unos carteles son los que sacan el aliento al recordar la efeméride cuando se observan en las paredes de la Granja. Por cierto, que hay anécdotas curiosas, como el contencioso administrativo que Cacaolat ganó en "The Cola-cola & Company" cuando les acusaron de copiar el grafismo de la letra C del logotipo. En 1975 un juez resolvió que no había semejanza alguna, y que el consumidor no caía en ningún error cuando leía una y otra marca.
Historias sobre la granja Mercè sabe muchas más. Es la cuarta generación, y tiene la cabeza clara para contarlas y para luchar para que se mantengan. Por eso quiere que todo continúe en dos años, cuando ella ya haya cogido la jubilación. De chocolate caliente y sobre todo de crema podremos comer como siempre en la calle de Xuclà de Barcelona.