Pau Santamaria: "Fermí habría conseguido unir los mundos de Ferran Adrià y mi padre, si el padre no hubiera tenido el ataque al corazón"
El periodista de RAC1, el payés Pau Santamaria, Jan Laporta, Josep Guardiola y Carme Ruscalleda recuerdan la figura del cocinero, fallecido el pasado viernes
Era cocinero, era culé, pero también un letraherido y una persona muy generosa: Fermí Puig, fallecido el pasado viernes. Así lo recuerda el periodista Jordi Basté, que le conoció gracias a la recomendación que Jordi Badia, jefe de comunicación del FC Barcelona entonces, le hizo cuando buscaba a un tertuliano para el programa de deportes que hacía en RAC1, el Tú dirás. A partir de entonces, se estableció una amistad, que iba más allá del estudio quince del edificio Godó de la avenida Diagonal. "Cada 24 de diciembre me preparaba el capó de Navidad. Yo le iba a buscar al anochecer para comerlo al día siguiente", dice Basté, quien asegura que así hizo durante diez años seguidos, incluida la pasada Navidad.
Un día Jordi Basté fue a comer al restaurante de la calle Balmes con la madre, las hijas y los sobrinos. La madre, Roser Duran, quedó enamorada. "Era un hombre que sabía conversar, le gustaba el trato con las personas mayores y conectaba con rapidez".
El entrenador del Manchester City, Josep Guardiola, también recuerda las sobremesas compartidas con el cocinero, cuando acababa de comer y él se sentaba en la mesa "y empezaba a charlar" de todo lo que sabía. Otro recuerdo de Guardiola son los libros que le recomendaba y regalaba, que "siempre eran obras maestras". Y es que Fermí Puig, según el entrenador, "era un hombre que sabía de todo y con criterio, y sólo con la forma de hablar ya notabas la pasión que ponía en todo".
Por su parte, el presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, recuerda que se conocieron "por medio de una amiga en común", Montse Arranz, que trabajaba en el Drolma con Puig y Romagosa, "de esto debe hacer más de 25 años". El hecho es que "desde el primer momento" Laporta y Puig conectaron porque Puig "era un pozo de ciencia sobre gastronomía, claro, y también sobre el Barça". "A menudo nos podíamos estar horas hablando de la historia del club, como si fuera una competición a ver quién sabía más. Y Fermí puedo dar fe de que tenía una memoria prodigiosa y se acordaba de detalles increíbles sobre partidos concretos, anécdotas", asegura Laporta.
Fermí Puig y las victorias del Barça
Para continuar, Laporta afirma que en el restaurante Drolma, en el primer piso del Hotel Majestic, celebraron "muchas comidas de directivas previas a los grandes partidos como los de Champions o frente al Madrid". "La verdad es que Fermí y Drolma siempre estarán asociados a la victoria, en los años que tocamos la gloria, el sexteto", asegura.
Y, de la cocina, Laporta afirma que le gustan todos los platos, pero que si tiene que elegir algunos se queda con los siguientes: el cabrito enfangado en la cuchara, el parmentier de bogavante y los canelones de asado con bechamel de trufa.
Un 'bajo carro', expresión de Fermí Puig
Justamente del cocinero Fermí Puig, Basté mantiene recetas que aprendió en su programa, en la sección La pelota en la olla, tales como el conejo confitado, y también expresiones, como bajo carro. "Desde que la aprendí, de oírle a él, para siempre la he utilizado. Uno bajo carro es una persona tonta, así que cuando la digo, cuando digo «Aquel es un bajo carro», estoy pensando en él".
Y es que la figura poliédrica del cocinero que amaba como nadie la cocina catalana también incluye la literatura. "Era tan letraherido que era muy difícil regalarle un libro". De hecho, el periodista de RAC1 sostiene que el cocinero "era un sabio, era Josep Pla del siglo XXI". De ahí su vocabulario rico y su fluidez lingüística, que muchos destacaban, añadidos a su tono de voz grave. "Pensáis que el propio periodista Joaquim Maria Puyal le dijo una vez, en una comida que compartíamos en el Drolma, que daba gusto escucharle en la tertulia de radio que hacíamos, en el programa Tú dirás", que Basté dirigió desde 2004 hasta 2007, año que empezó a hacer El mundo en RAC1.
Para continuar, hay otra faceta muy importante a destacar de Puig, según Basté. "Cuando hubo la polémica entre Santi Santamaria y Ferran Adrià, en la que el primero acusaba al segundo de utilizar ingredientes poco sanos, Fermí quiso poner paz, y Santi Santamaria se enemistó con él cuando eran muy amigos ". De carácter pactista, lo que buscaba era que se entendieran los dos, y él salió escaldado, si se puede decir de esta manera. Años después, enlazó la amistad con el hijo, Pau Santamaria, quien, cuando habla de Puig, habla "como si fuera el tío". De hecho, "tanto padre como Fermín podrían pasarse muchas horas hablando, conversando, porque ambos tenían una cultura muy vasta", y lo asegura porque, como hijo, acompañaba a su padre a Drolma, y él se acababa durmiendo en los sofás del restaurante. Y aún más, "soy culé", dice Pau Santamaria, "gracias al Fermí, que venía a buscarme a Sant Celoni por ir a ver los partidos de fútbol".
Los mundos de Ferran Adrià y Santi Santamaria
Y en ese momento, Pau Santamaria recuerda que miraban los partidos del Barça en el Camp Nou con Ferran Adrià, su padre y Fermí Puig. "Y él tenía la clave para unir a los dos mundos, Ferran y Santi, y lo habría conseguido si no hubiera sido por el ataque al corazón que el padre sufrió en Singapur", explica Pau Santamaria.
Si la literatura, el Barça y la cocina catalana eran sus fuertes, la defensa del país también. "El mundo independentista ha agradecido poco que Fermí Puig fuera a las listas de Junts pel Sí", en la que se jugaba que su restaurante se vinculara con sus ideas políticas. "El único reconocimiento que le hizo alguien fue la estrella Michelin por el restaurante Drolma del Hotel Majestic", cabe más, afirma Jordi Basté.
Por su parte, la cocinera Carme Ruscalleda comenta que Puig tenía un conocimiento profundo de los ingredientes antes incluso de que se convirtieran en fetiche en nuestra cocina, como es el caso de las trufas. "Ahora los restaurantes están socializados, pero hubo una época en la que ir era de burgueses. Los que llevaban las trufas del campo a los restaurantes de Barcelona tenían que salir de los vagones de tren porque la gente se quejaba del mal olor" , dice Ruscalleda. Y en esa época él ya conocía la temporada con perfección y cómo cocinarlas. Y, si todo lo explicaba de palabra, "todo el mundo quedaba seducido porque dominaba muy bien el arte de la conversación". Por todo ello, dice la cocinera, "su sombra será alargada", porque Puig "se hacía querer, y bien se ha demostrado todos estos días".
Drolma, el primer restaurante que nos hizo entrar en un hotel para comer
Fermí Puig logró que entrar en un hotel, traspasar la puerta giratoria flanqueada por grumos, fuera posible. El restaurante Drolma estaba situado en el primer piso del Hotel Majestic, en el paseo de Gràcia, y allí empezó una leyenda gastronómica junto a lo que se convirtió en su compañero inseparable, el maître Alfred Romagosa. De hecho, Puig contrató a Romagosa sin que se conocieran, porque había recibido referencias muy buenas de aquel camarero que ya había trabajado en el Hotel Ritz de Londres, donde había llegado a servir a la reina Isabel II.
En el Drolma fue donde Fermí Puig hizo míticos platos que después siguieron comiéndose en el restaurante homónimo, en la calle Balmes, como el cabrito enfangado –que recibía ese nombre por el color que adquiría el cabrito durante la cocción, parecido al barro– y el parmentier de patata con langosta.
Fue en Drolma también donde pudo vivir de cerca su afición como culé. La plantilla directiva del FC Barcelona se sentaba en sus tablas para celebrar los buenos resultados, en una época en la que debían de hacer muchas comidas si lo enlazaban con este hecho. Observar las fotos de Johan Cruyff, Josep Guardiola, Ferran Adrià (amigo de siempre de Puig) junto con Fermí Puig es recordar una de las mejores épocas del barcelonismo y también de la vida del gran chef de la cocina catalana.
Para recordar estos platos y otros, el restaurante de la calle Balmes está abierto hasta finales de julio.