Un restaurante en Sants sembrado de platos intocables
La Mundana es uno de los establecimientos consolidados en el panorama de la restauración barcelonesa
Tienen nueve mesas y hace nueve años que la cosa funciona a todo trapo. Abrieron como una vermutería-gastrobar, pero al poco (aunque siguen teniendo una selección brutal de vermuts) la cosa creció y realmente lo que tenemos enfrente es un restaurante con todo su esplendor. De hecho, podemos encontrarlo como recomendado en Bib Gourmand, la categoría de Michelin que propone sitios buenos y económicos. Desde la calle Vallespir, hoy toca hablar de La Mundana.
La carta del restaurante va variando según la temporada y se divide por "partidas", y así conserva la nomenclatura del sector: la de ostras, la fría, la de vegetales y la caliente. Pero en el centro de la carta hay un recuadro que no es ningún partida, son directamente Los intocables, por los que la gente visita el establecimiento una y otra vez. Antes de entrar en el detalle de estos platos estrella, creo que es importante parar un momento en el único manjar que tiene categoría de partida: las ostras. Este molusco ha vivido unos años de expansión en nuestro país, y ahora es habitual encontrarlos en un montón de lugares. En La Mundana ofrecen con diversas elaboraciones, como la ahumada al momento con madera de castaño, o la que tiene más salida, la que lleva zumo de kimchi y queso Comté. "Al principio pensábamos que las ostras nos las acabaríamos comiendo nosotros, o que sólo podríamos tenerlas el fin de semana, y ahora son un exitazo", dice Marc Martín, uno de los dos propietarios del restaurante.
Marc Martín y Alain Guiard se conocieron hace un montón de años en el Hotel Ra de Calafell. Se entendieron y hace 12 años abrieron juntos una hamburguesería, el Santa Burg. Después quisieron tener un restaurante que uniera sus tres grandes pasiones: la cocina mediterránea, la francesa y la asiática, de la que Marc aprendió mucho trabajando en cocinas del Reino Unido especializadas en cocina oriental. La mayoría de los cocineros jóvenes suelen tener un currículum cercano a Phileas Fogg antes de que abran su proyecto personal. La Mundana es en palabras de Marc "el restaurante en el que a mí me gustaría ir a comer mi día de fiesta. Y volver a repetir la semana siguiente. Quiero que la gente se sienta cómodo, que no estés obligado a gastarte mucho dinero". El ticket medio va de los 35 a 45 euros.
La idea del local es de un sitio de tapas para compartir y, ahora sí, vamos a Los intocables. Hay nueve, de los que tres se disputan el podio. Son el carpaccio de gamba roja con lima, mayonesa de estragón y gelatina bloody mary, por un lado. El huevo sorpresa, que lleva puré de patata, yema trufada y espuma carbonara, por otra. Y por último, las bravas de La Mundana, que son una especie de lingote de patata con alioli y salsa brava. Estas patatas son el plato más retratado del restaurante, que ya sabemos que ahora esto es muy importante para algunas personas. De hecho, Marc me dice que por el décimo aniversario del restaurante querrían saber cuál de los tres platos es el que más sale y sobre todo, cuántas bravas han vendido en una década de restaurante. Esto será el próximo año, sin embargo. La forma de estas bravas nació después de muchas pruebas, y que no les gustara nada. Entonces, un acompañamiento que preparaban, de patata macaría, les encendió la bombilla de decorarlo como un eclaire, el dulce francés. Y bingo.
Una de las características de La Mundana es que abre todos los días, de lunes a domingo comidas y cenas. Siempre con la misma carta. Y tienen un potente modelo de entregas. De hecho, estas fiestas mucha gente les ha comprado parte de la comida a ellos, aunque fueran las torrijas de postre que hacen, que son un vicio y están rellenas de crema de vainilla como si fuera un chucho. También reciben mucha gente que les llega a raíz de tener la estación de Sants y el Ave al lado, que los localizan gracias a Google y sus buenas reseñas.
Aprovecho que éste es la última Foodie del año para explicar que este restaurante pide tarjeta ahora a partir de reservas de 4 personas porque tenían un 20% de personas que no se presentaban. En un establecimiento con pocas mesas (que además ha tenido que renunciar a reservas potenciales pensando que estaban llenos) esto tiene un impacto descomunal. Marc explicaba que suele ocurrir en grupos grandes y que maquinan todo tipo de triquiñuelas para esquivar también la tarjeta. Así pues, queridos lectores, les deseo una muy buena entrada de año y que este 2024 sea un año con grandes dosis de empatía en el que todos respetamos el trabajo de los demás.