Marcas históricas

Trias y Birba: la historia de las galletas gerundenses con las que hemos crecido

Los dulces centenarios de Santa Coloma de Farners y Camprodon son líderes en el mercado catalán y también triunfan entre los turistas

GeronaDespués del postre de una comida de categoría, en el momento del café, las infusiones o los licores, apetecen unas buenas galletas para alargar la sobremesa. En Cataluña, más allá de la típica caja azul de galletas de mantequilla del norte de Europa, tenemos dos opciones autóctonas, ideales para la ocasión, que nunca defraudan. Son las galletas premium de Birba y Trias, dos marcas centenarias de las comarcas gerundenses que, manteniéndose fieles a las recetas artesanas de los orígenes, siguen produciendo cajas variadas y buenísimas, que siempre vale la pena guardar en un rincón de la despensa. Cuando se sirven en la mesa, cada comensal tiene sus preferencias y debilidades, incluso hay quien confunde a las marcas, y raramente alguien no se apunta a probarlas. Desde hace un tiempo, además, sumado al éxito del público local, Trias y Birba se han convertido también en producto estrella para los turistas que quieren llevarse un recuerdo identificativo de la gastronomía catalana.

Trias, 115 años de dulces almendrados

La caja clásica de Trias contiene diferentes variantes de dulces suaves, nada empalagosos y de gustos similares, como el neulet, el crocant o la teja, que están todos hechos con diferentes proporciones y técnicas de los mismos ingredientes: huevo, azúcar, harina y almendra. La receta no se ha alterado desde que, en 1908, Joaquim Trias Vila abrió la pastelería en el centro de Santa Coloma de Farners y sus galletas empezaron a hacer fortuna. Sobre todo entre los visitantes de Barcelona que iban a pasar el verano en la zona o hacían parada en el balneario termal de Sant Hilari Sacalm y se llevaban una lata de bizcochos a la capital. Así, favorecido por los turistas que iban "a tomar las aguas", el negocio de Trias fue creciendo hasta que, durante el conflicto de la Guerra Civil, las ventas se detuvieron. Al cabo de unos años, la segunda y tercera generación de la familia Trias tomaron el relevo y, coincidiendo con la caída de la dictadura franquista y la apertura del país, la empresa hizo la explosión definitiva. Compraron maquinaria para ampliar la producción y tomaron la decisión clave de empezar a comercializar las latas de dulces, que hasta entonces sólo se vendían en la tienda, en los primeros supermercados: "Mi abuelo tuvo mucha visión, vio que los supermercados eran el futuro, ya no veníamos sólo en la pastelería del pueblo, sino también en el primer Caprabo de España", recuerda Maria Trias, hija de cuarta generación que ahora está al frente de la empresa.

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Aparte de los productos clásicos, Trias comercializa diferentes lotes y surtidos que también incluyen otras variedades, como los barquillos de chocolate y naranja, así como novedades más recientes, como las galletas de coco o los abanicos de barquillo rellenos de chocolate, naranja o limón, todos con muy buena recepción entre el público. En el 2023, la firma colomense, que mantiene su fábrica en Santa Coloma, donde también tiene un museo en el que cuenta su historia, llegó a fabricar más de 350 toneladas de galletas en un año. "Mantenemos las mismas recetas, sólo hemos cambiado el tamaño y el funcionamiento de los hornos y la maquinaria. Antes los neulets se rellenan uno a uno manualmente y ahora tenemos una ingeniería diseñada por nosotros mismos que imita el proceso de los orígenes pero hecho mecánicamente", explica Maria Trias. Y concluye: "Hemos querido conservar la esencia, somos la cuarta generación y no queremos perder la tradición que nos identifica como producto artesanal y catalán".

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Birba, los gustos de siempre con cambio de propiedad

Más arriba de Santa Coloma, en Camprodon, se establece Birba, el otro gran gigante de la bizcochería catalana de alta gama. Su identificativa caja amarilla, con el dibujo del puente campesino que atraviesa el río Ter, incluye mucha variedad de gustos, como el de la galleta almendrada, las milhojas crujientes rellenas de coco, chocolate o crema de avellanas, o las galletas clásicas de huevo y mantequilla, que también se venden por separado, enfocadas sobre todo para desayunos y meriendas. En 1987 la empresa dejó de pertenecer a la familia Birba y, desde entonces, ha pasado por manos de diferentes inversores catalanes, hasta que, este verano, ha experimentado un nuevo cambio de propiedad y ahora sale al mercado abajo el paraguas comercial del grupo de alimentación Adam Foods, que también gestiona otras marcas como Cuétara o Chiquilín.

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Sin embargo, el cambio de propiedad no ha supuesto ninguna variación en el funcionamiento de la fábrica de Camprodon ni en el producto final que reciben los clientes: "Las recetas de las galletas se mantienen inalteradas desde hace muchos años. La mayoría son las originales creadas por maestros galleteros entre 1893 y 1910 y, en el proceso de elaboración, dedicamos a cada galleta el tiempo que se merece, por ejemplo, rompiendo los huevos a mano uno a uno para mantener la frescura", dice Xavier Coromina, de galletas Birba, que añade: "También horneamos cada galleta lentamente, para obtener el tostado óptimo y la textura crujiente que tanto nos caracteriza".

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La historia de Birba comienza en el siglo XIX en el corazón del Pirineo oriental, cuando la familia Birba, que se dedicaba al negocio de ultramarinos, vio en la confitería una oportunidad de mercado, ya que Camprodon, por su clima y entorno natural, empezaba a ser un destino de veraneo favorito de los barceloneses. Los bizcochos y pasteles hechos por esta familia en un pequeño obrador casero ganaron mucha fama entre los veraneantes de la capital, pero durante los meses de invierno las ventas bajaban y era imposible cuadrar los números. Por eso, en 1893 decidió realizar surtidos de galletas, mucho más fáciles de distribuir y de hacer llegar a las casas de toda Cataluña. La opción triunfó hasta el punto de que, en 1929, el obrador se hizo pequeño y abrieron la primera fábrica en el centro de Camprodon, en la avenida Maristany. En 2008 la producción de la empresa se trasladó a la planta actual, de 7.000 m³, donde se conservan los mismos hornos originales, que todavía funcionan, y cada día hornean más de un millón de galletas diarias. Aparte de las variedades más conocidas, Birba últimamente también ha estrenado productos salados pensados ​​para aperitivos.

Sobre la convivencia de estas dos grandes marcas gerundenses que lideran el mercado catalán de las galletas de sobremesa, Xavier Coromina, de Birba, esquiva cualquier polémica ni ánimo de rivalidad, sino todo lo contrario: "Todos juntos contribuimos a hacer más fuerte la industria galetera local, que tiene grandes posibilidades de crecimiento si seguimos haciendo todos tan buen trabajo como se ha hecho desde hace más de cien años", afirma. Y Maria Trias, de la fábrica de Santa Coloma, concluye: "La verdad es que mucha gente nos confunde. Ambas empezamos como empresas catalanas que se fueron haciendo populares con el turismo de Barcelona, ​​hasta llegar a ser emblemáticas para mucha gente".

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