Relatos ganadores

El uso y el abuso de las pantallas vistos por los niños

Estos son los relatos ganadores del concurso convocado por el ARA y Unicef ​​con la colaboración del Ayuntamiento de Girona y ARA Llibres

ARA
y ARA

GeronaAlumnos de 5º y 6º de primaria y de primero a cuarto de ESO de diez centros educativos de Girona han participado en el concurso de relatos y dibujos sobre el uso del móvil y de las pantallas convocado por el ARA y Unicef ​​con la col colaboración del Ayuntamiento de Girona, la Diputación de Girona, Plataforma Educativa y ARA Llibres. Éstos son los relatos ganadores y finalistas y algunos de los dibujos que han participado en el concurso. En total, se han presentado más de 150 trabajos.

Los premios se han entregado este jueves en un acto en el Centro Cultural de La Mercè de Girona. El próximo año el concurso se hará nuevamente con centros educativos de la ciudad de Girona.

Categoría 5º y 6º de primaria

¡Uf! ¡Hoy ha sido el peor día de mi vida! ¡No, no exagero!

Se lo cuento, bueno, no, os pongo un vídeo:

En clase:

  • Hola niños y niñas, el viernes marchamos de excursión.
  • Sí!!
  • Espere. Ahora os pondré fotos de dónde vamos.
  • Parece ser un pueblo de hace muchos años. ¿Cuándo hiciste estas fotos?
  • Ayer.
  • ¿Qué?!
  • ¿Hay cobertura allí?
  • ¿O juegos de Nintendo?
  • ¿Por lo menos hay wifi?
  • No, no y no.
  • Uf, qué aburrimiento.
  • ¿Cómo se llama el pueblo?
  • Vilanova del Camp

Listo. Se acabó el vídeo. Espere a que lo cuelgo en las redes, de acuerdo, en Facebook, Twitter, TikTok e Instagram. Hecho.

¡No! Ya es viernes. ¡No! No es bueno porque nos vamos de excursión a un pueblo lleno de arañas e insectos. Emoji asco. Menos mal que llevo el móvil.

  • Alumnos, no está permitido llevar móvil.
  • ¡Queeeeeè?!
  • KFT (que fuerte tía)

Una hora después.

  • ¡Hemos llegado!
  • Yo, tío, emoji aburrido
  • ¡Ay, vigila por dónde vas! ¡No sabes nada o qué!
  • Cómo quieres que sepa alguien si va a E4.
  • No, voy a I5 y sé multiplicar, dividir, las potencias y las raíces cuadradas. Obviamente también sé sumar y restar desde los 3 meses.
  • ¿Qué? ¿Cómo vives tú?
  • Sin pantallas.
  • Emoji sorpresa.
  • Va, niños, en el autobús.

Tres años después.

  • Preciosa, ¿quieres mirar 30 minutos las redes sociales?
  • No, gracias.

No sé si el encuentro con esa niña fue casual, pero gracias a esto ahora saco excelentes o lo intento.

Clara Blanco

  • 6º de primaria
  • Escuela Domeny
  • 1er premio

La tecnología está viva,

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haz que sea tu amiga,

pero no te dejes engañar,

para que cuando cierres los ojos,

ella hará que no puedas soltarla.

Te ayudará a comunicarte

con las demás personas

ya aprender,

ella te abre una ventana

que no puedes perderte.

Hace unos años,

sobre la tecnología

no se sabía casi nada,

pero después,

con las herramientas digitales,

pudimos relacionarnos

con nuestra familia,

en cualquier lugar del mundo.

Ella nos permite viajar

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sin energía gastar

y con culturas diferentes

poder conectar.

Vigila,

si no la ves a menudo

la amistad funcionará,

pero si la visitas a diario,

ella te atrapará.

Pero cuidado,

no confundas la realidad

con la vida virtual,

no todo lo que hay allí

es verdad.

No te enganches

demasiado a ella,

porque si no perderás

tiempo muy valioso para ti.

Ten cuidado

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con lo que miras

en las pantallas

porque si no

desgracias te ocurren.

Pero no todos los aspectos

de las tecnologías

son malos,

como hemos dicho,

te ayudan en muchas cosas,

esto nunca lo olvides.

Y recuerda:

la tecnología,

no es una broma,

pero haz que sea

una herramienta buena.

Paula Linares Otero, Berta Villa Acosta, Carla Tejada García, Guillermo Luís Izús

  • 6º de primaria
  • Escuela Bosque de la Pabordía
  • 2º premio

Soy Emma, ​​que sepamos que me obligan a escribir una redacción de lo que no me gusta. Lo típico que los niños y niñas no soportan tampoco me gustan, por ejemplo: estudiar, escribir o la escuela, pero lo que más odio del mundo son los videojuegos. ¡No los soporto! Seguro que piensa que soy rarísima. A todo el mundo le gustan los videojuegos, pero puesto que me obligan a escribir, soy sincera. No es porque el tema de las pantallas son malas y todo esto… ¡es porque nunca puedo ganar! Mis hermanos me dicen que aproveche, antes de que los padres nos quiten las pantallas, pero es que todo es game over.

¡No puedo más!

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Me esfuerzo por ganar, pero es imposible. ¡No es justo! Bien, eso es todo. Igualmente, los padres nos han castigado a todos por tener faltas en la agenda. Así que no podemos jugar con las pantallas hasta dentro de dos meses y como no me afecta mucho… a mí me gusta más jugar con mis amigos. Tampoco debemos estar con las pantallas siempre, enseñaré a mis hermanos a jugar al aire libre.

Paula Anglada Falgueras

  • 6º de Primaria
  • Escuela Domeny
  • Tercer premio
4.

El uso de las pantallas

Accésit

Hola, me llamo Julia y tengo una hermana llamada Sofía, pero ahora no tengo tiempo para hablar de esto, tengo que ir a casa rápido porque quiero ver mi móvil.

Todo empezó el día que cumplía 9 años, ¡era el 1 de abril del 2015, cuando me regalaron mi móvil! Me hicieron muy feliz. Al principio no estaba tan enganchada, pero desde que me instalé Instagram en el móvil no tengo tiempo para nada; me paso el tiempo mirando el móvil, hasta que un día hubo un apagón de luz.

Todo era terrible y aburrido; cuando quería seguir mirando el móvil, resulta que al móvil se le había terminado la batería. Intenté mirar la tele y tampoco tenía wifi para ir a ninguna plataforma. Todo era desastroso, la vida era imposible…

Opté por coger un libro y una linterna, porque así no me aburriría. El libro era muy chulo y entretenido, y cuando acabó el apagón de luz seguí leyendo. Quería saber cómo seguía la aventura.

El libro iba de un club de leyendas de fútbol. Al día siguiente jugué a fútbol con mis compañeros. ¡Me encantó!

En casa en vez de llegar y ponerme a mirar el móvil, cogí mis ahorros de la hucha y fui a comprar un balón, una portería, revistas y unas botas de fútbol.

Cuando llegué a casa monté la portería en el jardín de casa, me puse las botas e hice algunos toques. No me di cuenta de que mi madre había llegado. Mi madre cuando vio mi talento decidió apuntarme a fútbol. Supongo que le gustaba más que jugara a fútbol que que estuviera con el móvil. Al día siguiente mi madre me dio una sorpresa: me llevó a jugar al fútbol.

Me llevó a entrenarme en el Barça. Mi madre sabía que mi equipo favorito era el Barça. Todo el resto de la vida me dediqué al fútbol ya leer. Mucho más divertido que mirar el móvil sola.

¡Nunca hubiera imaginado que leer y el fútbol eran tan divertidos!

Diego González y Míriam Galceran

  • 5º de Primaria
  • Escuela Fedac Sant Narcís
  • Accésit

Categoría 1º y 2º de ESO

1.

Déjenos descansar

Primer premio

Soy PlayStation y Max cada día de dos del mediodía a las tres de la madrugada se pasa el rato pasa mirándome, jugando a mis juegos, estoy muy cansada, nunca me puede dejar ni un segundo sola. Cena con mis padres y come muy apresuradamente para venir conmigo, y lo mismo con todas las comidas. Nunca he podido socializar con el ordenador, el móvil o la tele, puesto que sus padres tampoco los dejan en paz.

Max y su familia siempre hablaban mucho y se llevaban muy bien, ¡pero últimamente nadie les aguanta! Para empezar, Oriol -el padre de Max- dice que me tirará a la basura si no me deja de utilizar, cosa que es totalmente posible. Su madre no para de entrar para decirle que limpie la habitación, que parece una basura, y me despierta. Max, aparte de importunarme en paz, cuando me deja se enfada y ¡habla mal a todo el mundo! Cuando algunas de estas cosas pasan esa casa parece un gallinero.

Cuando estoy o hago algún ruido que normalmente no hacía vienen todas corrientes y me llevan a un lugar extraño donde me arreglan. Siempre que me traen paso mucho miedo, ya que un día a una amiga mía, Roomba, se lo llevaron y nunca volvió a casa.

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Aunque me cansa estar con Max, también me gusta, pero a veces pienso en todo lo que podría estar haciendo si yo no estuviera allí. Sus ojos me miramos apagados, como si él estuviera en otro mundo, lejos de una hermosa realidad para escrutar.

Mercè Vila Morales

  • 2º de ESO
  • Instituto Montilivi
  • 1er premio
2.

Conectados pero inconexos

Segundo premio

En un mundo en el que la tecnología dominaba cada rincón de la existencia, la humanidad había dejado de reconocer el sutil canto de la naturaleza. Las calles solían estar animadas por el sonido de las risas, los vehículos y la vida misma, pero ahora todo era un susurro robótico. Los habitantes de la ciudad de Girona se movían con los ojos pegados a la pantalla, no había nadie que estuviera contemplando el bonito día soleado que tenían delante. Con tanta tecnología el mundo había pasado de unos colores alegres a unos grises y apagados. De repente la vida de cada uno no era sólo suya, sino también de todos sus seguidores.

Pol, que había crecido en un mundo rodeado de pantallas, ya se había cansado; quería vivir diferente, admirando todo lo que tenía enfrente y no lo que había dentro del monitor. Una mañana, mientras caminaba hacia la escuela con la cabeza gacha, notó un pequeño detalle que le había pasado desapercibido durante años: una hermosa flor que crecía entre unas hojas grises. Era una flor pequeña, de pétalos azules que brillaban como estrellas diminutas. Desde ese momento, la curiosidad empezó a calar en él. Pol se preguntó cuántas más maravillas había dejado de ver a causa de las pantallas y la rutina diaria. Sorprendido, cogió el móvil para tomar una foto, pero en su lugar decidió guardar el dispositivo en el bolsillo y observar la flor con atención, sin intermediarios.

El tiempo parecía detenerse mientras Pol dejaba escapar la presión del mundo digital y se dio cuenta de que en ese momento era un regalo que no podía ser capturado ni reducido a un simple instante congelado en una imagen. Empezó a explorar los rincones de su ciudad con un amor renovado, descubriendo los sonidos del río que serpenteaba cerca, el olor del pan recién hecho que salía de una panadería local y la risa de un grupo de niños jugando en la plaza. Cada paso le llevaba más lejos de lo que había conocido, más allá de los muros de su propia mente, y pronto comprendió que la belleza no se encontraba en los likes ni en las notificaciones, sino en la magia de las pequeñas cosas que le habían sido ocultas por el filtro de las pantallas.

Tiffany González Pérez

  • 2º de ESO
  • Instituto Montilivi
  • 2º premio
3.

Conexiones peligrosas

Tercer premio

Un día llegó un paquete a casa, era muy grande. Lo abrí emocionado, llevaba meses esperando. Mis padres me lo habían prometido desde hacía años y por fin le habían traído: el nuevo modelo de robot de la empresa XX. El androide era grande, casi tan alto como yo, y de color gris. Lo que más me gustó del autómata eran sus enormes ojos que, según el anuncio, cambiaban de estado dependiendo de la emoción. Al arrancarme me dijo que se llamaba Robo y que estaba allí para ser mi amigo. En esos momentos yo tenía diez años.

A mí siempre me había dado vergüenza hablar con los niños que no conocía, pero con Robo todo era diferente, él nunca me juzgaba y siempre se reía de todas mis bromas, aunque fueran malísimas. Cuando me sentía mal decía algo que me hacía sentir mejor y siempre se le ocurrían planes alocados. Pasábamos todo el día juntos, menos en el instituto. Empecé a hablar menos con mis amigos y ya no salía tanto; en vez de eso, cuando salía del colegio iba corriendo a casa para estar con Robo. Aparte de un buen amigo, también era muy buen profesor y me ayudaba a la hora de hacer los deberes.

Mis padres empezaron a preocuparse, me decían que Robo no era humano ni mi amigo, sólo era un robot programado. Cuando empecé a perder a mis amigos, mis padres estallaron, me dijeron que comprar Robo había sido el peor error y que cualquier día lo desconectarían. Pero no hizo falta porque un día acabó solo. El robot había venido con una fecha de caducidad, o sea, habría un día en el que desconectaría del todo; tenía una duración de seis años, pero yo lo había olvidado.

El día en que Robo se desconectó estábamos en la cafetería haciendo los deberes. Yo reía de uno de sus chistes cuando, de repente, los ojos se le cerraron y se apagó. Al principio no podía creerme lo que pasaba, pero luego recordé las advertencias de mi madre y el mundo se me cayó encima. Sin el autómata no era nada, ya no tenía amigos desde hacía mucho, porque estaba siempre con él, mis deberes les hacía gracias a él y los exámenes también los aprobaba gracias a sus métodos de estudio; básicamente él y yo éramos la misma persona.

Al verlo sin “vida” me di cuenta de que él no era más que un pedazo de chatarra y pensé cómo había podido estarme tantos años sin interactuar con nadie más, había sido desconectado. Al llegar a casa saludé a mi madre con un abrazo y sonreí al oír su voz tan humana y también al ver sus ojos llenos de vida, que transmitían emociones. Había creído que Robo era una persona más y me había olvidado de las cosas que le diferenciaban de una persona, la vida. Pero ahora por fin estaba de nuevo conectado.

Laia Mayor Gómez

  • 2º de ESO
  • Instituto Montilivi
  • 3º premio

Categoría 3º y 4º de ESO

1.

La batalla invisible de Pau

Primer premio

He aquí una vez había un niño llamado Pablo. Su vida consistía principalmente en ir al instituto. Allí estaba feliz, siempre iba con su amiga, Julia, con la que quedaban también por las tardes para hacer deberes y pasar un buen rato.

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Un buen día, estando en clase, el niño que se sentaba detrás de él le echó una bola de papel en la cabeza. Los de clase hacían ese tipo de cosas, así que no le dio importancia. Por la tarde, Pedro le escribió un mensaje por Instagram diciéndole que le enviara los deberes hechos. Pablo se los envió, no quería buscarse problemas.

A la semana siguiente, Pau empezó a recibir mensajes de unos niños de un curso superior del instituto. Eran amigos de Pedro. Cuando estos niños se fijaban en alguien, mala pieza en el telar, y Pau lo sabía. Le decían que tenían un vídeo suyo cambiándose después de educación física. Pablo se dio cuenta de que era verdad cuando lo vio. Su mejor amiga, Julia, empezó a notar cómo, día a día, Pablo se iba apagando. Estaba perdiendo la luz que tanto le caracterizaba. A la hora del patio, Julia le preguntó que qué le pasaba y él le respondió que nada. Pero, después de insistir, se lo explicó todo.

Julia estaba muy preocupada por su amigo. Los vestuarios del instituto son unisex y, por tanto, ella podría haber visto algo. El siguiente día de educación física se fijó, pero nada vio. Y se preguntarán: ¿por qué Pablo no podía comprobarlo él mismo? Porque desde que recibió los mensajes del día de educación física no iba al instituto.

En el vídeo se veía a Pau en el vestuario completamente desnudo. Los niños de un curso mayor le estaban chantajeando: si no hacía todo lo que le pedían, publicarían el vídeo en las redes sociales. Primero le pedían que les enviara los deberes hechos, pero las demandas iban in crescendo. La mayor fue obligarle a llamar un insulto a una profesora, por lo que le castigaron gravemente. Los acosadores lo miraban y se mofaban de Pablo.

Julia lo iba viendo todo, veía que aquello acabaría como el rosario de Aurora y decidió hablar con un adulto. Lo explicó todo al padre de Pau, Josep. Cuando Pablo supo que Julia se lo había contado a su padre se enfadó mucho. Julia había traicionado su confianza, lo que Pablo no sabía era que lo había hecho a fin de bien. Josep decidió ir a los Mossos porque su hijo estaba muy mal y no sabía cómo gestionar la situación.

Los Mossos tomaron medidas rápidamente. Enviaron una patrulla a casa de cada uno de los acosadores y destruyeron el vídeo. Pablo ya podía volver a estar tranquilo. La pena para los delitos de ciberacoso puede variar mucho. Pau, en ese momento, no quiso saber qué les había pasado a los acosadores, eso sí, no volvió a verlos más por el instituto.

Unos años más tarde se enteró de que los niños que le habían acosado tenían muchos problemas. Uno vivía en un centro de menores, otro tenía el padre y la madre drogadictos; el caso de cada uno era peor que el anterior. Pablo sabía que no era excusa, pero de alguna manera le ayudó a entender por qué le hicieron pasar por ese infierno. Y es que, en ocasiones, la vida te hace pasar pruebas para hacerte más fuerte.

Laura Cruset

  • 4º de ESO
  • Instituto Montilivi
  • 1er premio
2.

La rebelión de los objetos digitales

Segundo premio

Todo empezó una mañana en Barcelona, ​​donde vivo, que desperté a las 11.03 porque me estaba meando. Miré al despertador y me asusté al ver que llegaba tarde al trabajo. Trabajaba de periodista en una oficina. Almorcé rápidamente y me vestí para ir a trabajar.

Al llegar, fui a decirle a mi cabeza lo que había pasado. No había sonado el despertador. Al oír esto, no me riñó ni se sorprendió porque no había sido el único. Casi todos los trabajadores habían llegado tarde. Empecé a trabajar y al cabo de un rato miré la hora en mi reloj digital. Decía que eran las 10:03. A mis compañeros también les fallaban. Todo era muy raro. Era como si los objetos digitales estuvieran haciendo huelga o quisieran joder a los humanos.

Más tarde, cuando llegué a casa, ocurrió algo que hizo decantar la balanza. Al abrir la puerta, me llegó un olor a quemado. Venía de la cocina. Mi horno estaba encendido y, dentro, había una comida que había dejado la pasada noche que estaba ardiendo. Pude apagarlo, pero si hubiera llegado más tarde, mi casa estaría más negra que el carbón. Antes de acostarse, revisé que la alarma estuviera puesta. Sonó mucho antes de la cuenta, a las 3.15 de la madrugada. Cuando me volví a dormir, me despertó otra cosa. La Roomba. No pude dormirme más.

Al día siguiente, en el trabajo, ocurrió algo impactante. Estaba tan tranquilo trabajando y se apagaron todos los ordenadores solos. Pasaron unos segundos y volvieron a encenderse y en la pantalla apareció un mensaje que decía:

Terminaré con la humanidad.

ChatGPT.

La inteligencia artificial era la causante de la rebelión de los objetos digitales. Esto causó la muerte de muchísimas personas y que ahora yo sea en un bunker muy protegido con las únicas personas que sobrevivieron a la catástrofe en Barcelona escribiendo esto con una máquina de escribir.

Martí Pagans

  • 3º de ESO
  • Instituto Vicens Vives
  • 2º premio
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3.

Un faro lleno de estrellas

Tercer premio

Conducía un Lamborghini por una carretera cerca del mar. Presionaba el acelerador mientras miraba por la ventana. El mar dejaba de reflejarse en el cielo, dejando paso a los últimos rayos de sol. La capota del automóvil estaba bajada y el aire movía su pelo y le impedía la visión de la carretera. El motor rugía a medida que sorteaba coches y se saltaba semáforos. Los días eran cortos y las horas pasaban rápidamente. Las armas y la violencia estaban permitidas. Era un mundo sin normas, sin límites.

Llega a casa y aparca en su parcela. Tiene una casa grande. La media de todas las casas que se encuentran en el barrio. El cielo nocturno no dejaba ver a las estrellas, había demasiada contaminación lumínica. Sale del coche, mientras un portero espera para abrirle la puerta principal para entrar en su casa. Tiene una mansión toda por sí solo, posee varios coches, motos… pero aún así le falta la compañía de alguien. Está solo.

Se hace de día de nuevo. La noche fue demasiado corta. Sale de casa, pero esta vez no coge un coche suyo. Observa que hay un Porsche aparcado en la entrada de su casa. Se acerca al automóvil, rompe la ventana y se mete. Empieza a conducir de forma acelerada, sabe que la policía le va detrás. Ya pronto le atraparán.

Leo, ¿estás listo? Tu abuelo te está esperando abajo. Deja de jugar, hace rato que te he dicho de bajar -grita una mujer.

El niño baja la pantalla del ordenador. Se acabó el juego, sabe que ha perdido, la policía le ha atrapado.

¡Ahora bajo! -responde enseguida Leo.

Se pone los zapatos, sale corriendo, baja las escaleras y abraza a su abuelo que le espera con una sonrisa. Ambos suben al coche, pero aquí no conduce a ningún niño, sino al abuelo. Al final de una carretera estrecha y llena de piedras llegan a un faro. El cielo está oscuro, al igual que el mar. El abuelo deja el coche cerca de unos bancos en los que se sientan.

Aquí sí se ven las estrellas, abuelo. Nunca las había visto tan bonitas -dice el niño.

Nunca te habías parado a fijarte, Leo, pero siempre han estado en el mismo sitio -responde el abuelo mientras Leo se da cuenta.

Uxía Puñal

  • 3º de ESO
  • Instituto Montilivi
  • 3er premio

Categoría Educación especial

1.

Tecnología y digitalización

Premiado

Bru, un niño de mi barrio, salió a dar un paseo en bicicleta y cayó cuando estaba pendiente del móvil porque había oído un pip.

Gracias al móvil llamó a su madre, que pudo ayudarle a regresar a su casa aunque al caer se le había roto la pantalla.

Dos días después, cuando llegó por la mañana a la escuela, en el panel de información se encontró con las fotografías de su caída. Pensando cómo podían haber llegado allí aquellas fotografías, recordó que las había enviado a Juan, su mejor amigo, para explicarle lo que le había pasado. Juan para reír de la caída las envió a un grupo de amigos que tenía en WhatsApp y alguno de estos amigos las colgó en las redes sociales. Bru se enfadó mucho y decidió ir a hablar con Juan para ver si era posible que borraran las fotos de las redes donde habían sido publicadas. Juan lo probó y se dieron cuenta de que una vez colgada en las redes una información, era muy difícil sacarla. Llegaron a la conclusión de que ninguno de los dos había hecho bien enviando la foto.

Por último, decidieron hacer las paces y que seguirían siendo amigos para siempre.

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Alumnos de secundaria clase Acacias 7

  • CEE Fuente de la Abeja