Ada Parellada: "Cuando nací, dormía en el recibidor; no había más camas"

Ada Parellada (Granollers, 1967) es cocinera, divulgadora y activista contra el desperdicio alimentario. Con sólo 25 años abrió el restaurante Semproniana, que se puede encontrar en el Eixample de Barcelona.

Es hija de la Fonda Europa de Granollers, que tiene más de 250 años de historia. ¿Era inevitable dedicarse a la restauración? "Es un trabajo muy claro para un niño. Ves cómo entran los ingredientes, cómo los transforman, cómo llegan los clientes, cómo se les sirve, cómo pagan y cómo marchan. Está muy integrada en mi vida porque he nacido allí. Los padres no me animaron en nada que me dedicara, siempre decían «De mayor deberías ser cliente».

Iba a la escuela pública delante de la fonda, en el Colegio Municipal de Estudios Comerciales, que ahora se llama Salvador Llobet. "Tenía muchos amigos. Cuando llegaba el repartidor de los Danone me quedaba los cromos. Y cuando se vendía un Tigreton en el bar los camareros me los guardaban, y una niña que tiene cromos es muy popular... Y les invitaba a todos los Cacaolats que quisieran. También llevaba cosas muy raras para comer en las excursiones: bocadillo de fricandó, bocadillo de albóndigas en la jardinera..."

¿Y después de clase? "Nos apuntaban a extraescolares porque, como no podían estar por nosotros, era una manera de tenernos entretenidos. A la tercera hermana le gustaba mucho el ballet y papá montó un gimnasio. Por las tardes, cuando yo salía de escuela, iba allí a hacer rítmica".

La pequeña de ocho hermanos

¿Todos se ha dedicado a la restauración? "Cuatro. El mayor no tuvo alternativa porque era el heredero y le correspondía. La segunda ha ido a charlar por casualidad porque los padres se retiraron en una masía en Bigues i Riells y, cuando todos nos hicimos mayores, la transformaron en casa de colonias y ella se puso en ella. Ramon montó al Señor Parellada. Y yo, el Semproniana. hermana murió con 22 años".

¿Cómo se organiza una familia de ocho? "Cuando mi padre era pequeño vivían en habitaciones en la fonda y todo lo hacían abajo, en una mesa donde después sentaban los clientes. Mi madre vivía en una casa, en la ferretería de enfrente de la fonda. Cuando se casó con mi padre cruzó una calle, pero cambió de planeta. No había casa y mi madre dijo «Tenemos que tener una casa». Unos pisos. office donde había una nevera y una cafetera y una salita de estar, yo dormía en el recibidor; no había más camas o con los clientes fijos. fuimos a vivir a un piso cerca de la fonda".

¿Cómo era tener tantos hermanos mayores? "Me sentía hija única en una familia numerosa. Ellos van muy seguidos. A los siete años del séptimo, nací yo. La mayor me lleva 17 años y me hacía un poco de madre, pero tuvo una niña cuando yo tenía sed años".

Con sólo 25 años abrió el Semproniana. "Mi padre decía que para tener una buena formación debes tener un taburete de tres patas: unos estudios, un oficio y una afición. Yo empecé con la afición; quería ser gimnasta". ¿Y qué ocurrió? "Intenté entrar en INEF, pero nada. Entonces por las tardes hacía derecho y por las mañanas me colaba en las cocinas profesionales, sin cobrar. Cuando estudiaba por los exámenes finales de derecho pasé por delante de este local [el Semproniana], voy ver que decía "se alquila", llamé y aquí estamos".

Tiene dos hijos, uno de 28 años y uno de 26. "La pequeña es biotecnóloga en Suiza. El mayor es navegante, muy bohemio. El Semproniana se acabará conmigo, seguramente".