Tiene amigos mayores: ¿tengo que preocuparme?
En una amistad intergeneracional los mayores desarrollan empatía, autoestima y responsabilidad y los pequeños aprenden con la observación y aportan espontaneidad
PinellEn cada clase, poner a los nacidos un mismo año; un mismo semestre, incluso: los del primero, en el A; los del segundo, en el B. Educar juntos a los niños de una misma generación tiene todo el sentido pedagógico del mundo, pero también es cierto que no favorece, de entrada, la amistad entre edades diferentes. Esto no ocurre en la escuela rural de Sant Climenç, situada en el núcleo principal del pequeño municipio de Pinell de Solsonès, al oeste de la comarca, de unos 200 habitantes. Hay nueve alumnos –sí, sólo nueve– de edades diversas (entre ellas una sola niña), y todos comparten buena parte del tiempo y del espacio. Al haber hermanos, el número de familias es aún inferior: sólo siete; son tanto gente del micropueblo de toda la vida como, también, vecinos de Solsona que se han instalado en busca de calidad de vida y huyendo de los precios de la vivienda en la capital. Una de las grandes amistades separadas por varios años es la de Pau Salvat (cuatro años, I5) con Miquel Nieto (diez, 5º).
La directora de la escuela y de la Zona Escolar Rural (ZER) El Solsonès (siete centros), Núria Pujols, afirma que tienen una relación "muy especial y bonita" porque Miquel es un chaval muy extrovertido y curioso, y comparten la curiosidad con Pau. Como su madre es maestra de ciencias y su padre toca el ramo de la tecnología, a Pau siempre le gusta mucho contar acontecimientos que ha descubierto, fenómenos de la historia y la naturaleza, y a Miquel también siempre le ha fascinado muchísimo. Aparte de eso, Miguel tiene una especie de sexto sentido para los pequeñitos; desde el minuto uno siempre ha demostrado mucho interés, sea porque los ha encontrado adorables o porque –ahora ya– tiene más conexión y hay más vínculo, porque los intereses cada vez se pueden aproximar más. Y Pau ve que es una relación muy cercana y real. "Se ayudan muchísimo; en este caso, más el mayor al pequeño que el pequeño al mayor, pero, como somos tan poquitos, hay muchos ratos para encontrar y conectar".
Pros y contras de las amistades intergeneracionales
La psicóloga infantojuvenil Aida Mayoral remarca las virtudes de las amistades como la de Pau y Miquel: "Los más pequeños, concreta, aprenden mucho observando e imitando a los mayores: en psicología lo llamamos aprendizaje vicario, según el psicólogo Lev Vigotski. Los mayores, en cambio, no sólo desarrollan empatía, autoestima y responsabilidad, sino que también consolido". Además, teniendo que ponerse en la piel del pequeño para adaptar el juego o la explicación, aprenden que tiene una perspectiva, unas emociones y unas necesidades diferentes. Todo esto hace que sean más sensibles y mejoren las habilidades sociales y comunicativas. El aprendizaje es, subraya Mayoral, bidireccional. "Los mayores ofrecen seguridad, lenguaje más rico y estructuración en el juego; también pueden transmitir normas sociales y formas de hacer. Los pequeños aportan espontaneidad y creatividad, y obligan a los mayores a practicar la paciencia y la flexibilidad", matiza.
Pero cuidado, porque no todo son flores y violas. En las relaciones entre niños de generaciones diversas, como en todo, existen límites: si la diferencia de edad es considerable, puede que los intereses no coincidan del todo y que este desencajamiento genere frustración. También existe el riesgo de que el mayor asuma demasiada responsabilidad y que el pequeño se subordine siempre. Y hay que tener cuidado, claro, con el descubrimiento sexual: uno de los dos, apunta la psicóloga, "puede no estar preparado para entender algunas situaciones". La clave, sostiene la experta, está en el acompañamiento adulto: "si estamos presentes y supervisamos, es una experiencia muy enriquecedora". La amistad infantil intergeneracional puede empezar en breve. "Es cierto que los niños muy pequeños necesitan convivir con iguales para practicar habilidades básicas como compartir o negociar, pero el contacto con niños algo mayores es muy estimulante. No hay ninguna evidencia que sea perjudicial; por el contrario, les da más recursos y los enriquece".
Cómo empezó la amistad
Pau dice que la amistad empezó con teatro y golosinas. "A Miquel le gustan los cómics y me cuenta. A veces, hace un poco el palasete. Algún día le tocará ayudarme a lavarme las manos, por ejemplo, porque es uno de mis abuelos. Me leyó un cuento sobre los mamuts. Cuida mucho a los pequeños. Y me contó la historia del Popeye". El padre, Ángel, recuerda cuándo vinieron a las puertas abiertas antes de empezar a vivir aquí, y la acogida de los mayores fue muy bonita. Enseguida ya querían ser como hermanos mayores. "Los pequeños quedan un poco embobados con lo que les cuenta Miquel", asegura. la escuela y deben ser los referentes. Pau también se ha relacionado con niños mayores de una escuela mayor, y se aburren y agobian. Muchos de los que ahora hacen 1º y 2º de ESO, los viernes por la tarde vienen a jugar con los pequeños porque les echan de menos".
¿Qué les ha unido tanto? "Yo creo, tal vez, que el hecho de que mi tía conociera a su padre", dice. En la diferencia de edad, el mayor ve más puntos positivos: "Yo puedo aprender de él las cosas que se encuentra por su edad, y él puede aprender de mí las que, seguramente, va a hacer". Pero no todo es tan idílico: "Hoy me ha hecho perder los nervios porque yo quería contarle una idea, pero él no lo quería y se ha enfadado un poco". Una oscuridad efímera: "Nuestra relación es muy bonita y sana y, si se rompiera, no me gustaría". La madre de Miquel, Laia Torrent, es exalumna de la escuela: "Mis mejores amigos los considero hermanos mayores y tienen siete, ocho, nueve, diez años más que yo". La fórmula, pues, se repite: "Los pequeños aprenden mucho más, y los mayores también aprenden a tener mucha paciencia porque la maduración de un niño de tres, cuatro, cinco años no es la misma que la de uno de 5º. En el ámbito intelectual, beneficia tanto a unos como a otros, pero, sobre todo, en cuanto a valores y respeto", añade Torre.
¿Puede sustituir la relación de hermanos?
La tasa de fecundidad del pasado año es de sólo 1,08 hijos por mujer en Catalunya, una cifra que no ha parado de bajar año tras año desde el 2016. El Instituto de Estadística de Catalunya (Idescat) revela que una de cada cuatro catalanas de 45 a 49 años es madre de un solo hijo. En una sociedad con más hijos únicos que nunca, ¿amistades como la que mantienen Pau y Miquel podrían llegar a sustituir el contacto entre hermanos de edades diversas? La psicóloga especializada en niños y adolescentes lo acepta, pero con matices: "No es exactamente lo mismo, pero puede hacer una función parecida. Antes, cuando las familias eran más numerosas, era muy habitual convivir con hermanos de diferentes edades, y esto creaba un aprendizaje natural entre ellos. Hoy, con más familias de un solo hijo, los centros educativos de los niños, los esplais distintas edades o las familias amigas pueden ofrecer este espacio compartido".
Todo son puntos a favor, pues, para aumentar el contacto –y, así, facilitar la amistad– entre criaturas que tengan edades ligeramente distantes en vez de encajonarlas siempre en compartimentos estancos en los que se engancha una etiqueta con el año de nacimiento. Más allá de razonamientos teóricos o técnicos, basta con fijarse un poco en las miradas y sonrisas de Pau y Miquel, dos colegas separados por seis años de diferencia, pero unidos por la posibilidad tangible de una amistad para siempre.
La psicóloga solsonina Aida Majoral, especializada en niños y jóvenes, expone cinco recomendaciones telegráficas para los padres con hijos que tengan algún amigo que sea un poco mayor o un poco más joven.
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1. Presencia
Acompañe y supervise siempre que haya mucha diferencia de edad.
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2. Libertad
Respete el ritmo de cada niño: si uno no quiere, no es necesario forzar la relación.
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3. Naturaleza
Busque contextos naturales (parques, talleres, esplais) donde esta mezcla se produzca.
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4. Polivalencia
Valore la diversidad de roles: el mayor que enseña, el pequeño que aprende y, también, al revés.
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5. Estímulo
Refuerce positivamente: agradezca al mayor su paciencia y celebre la curiosidad del pequeño.