Tu hijo no hará amigos antes de los cuatro años
La figura del mejor amigo aparece a partir de los seis años y el concepto de pandilla de los nueve hacia arriba
SabadellQuien más quien menos ha sentido o ha dicho en más de una ocasión que los amigos de verdad se pueden contar con los dedos de una mano y que te suelen sobrar. Las relaciones de amistad tienen numerosos beneficios: proporcionan bienestar, seguridad, equilibrio; alimentan la curiosidad y nos hacen crecer como personas. Pero ¿a qué edad se empiezan a hacer amigos? ¿La amistad infantil funciona del mismo modo que la adulta?
"Hacia los dos años, vemos que los niños se sienten atraídos por otros niños y niñas. Suele coincidir con su incorporación a la escuela infantil y a los juegos en el parque", explica la psicóloga Sara Tarrés, miembro del grupo de trabajo en inteligencia emocional del Colegio Oficial de Psicología de Catalunya (COPC) y autora del blog Mamá Psicóloga Infantil y Les meves emocions al descobert (Salvatella). "Ahora bien, pero no es hasta los cuatro, aproximadamente, cuando se empiezan a establecer relaciones más fuertes de amistad, a pesar de que se peleen muy a menudo", matiza.
También para los doctores de la UAB Ramon Cladellas y Anna Muro, las verdaderas amistades se sitúan a partir de los tres o cuatro años: "Aprenden a empezar a gestionar el mundo que los rodea y a entender mejor las normas sociales. Además, hay investigaciones que muestran como las amistades íntimas de la niñez les ayudan a aumentar la autoestima y a contrarrestar el estrés", detallan Cladellas y Muro, profesores e investigadores del departamento de psicología básica, evolutiva y de la educación de la UAB y especialistas en adolescencia y desarrollo.
Pero, como en todas las etapas de la vida, la de la amistad evoluciona de manera diferente a medida que crecemos. "Durante la primera infancia, el foco de vínculo es el juego, mientras que, cuando se es adulto, son la confianza y la lealtad. Los niños no se plantean en quién pueden confiar o quién los puede ayudar en momentos complicados: crean conexiones a partir del juego y todavía no tienen desarrollada la moral social. Los niños no juzgan: van descubriendo el mundo y van haciendo vínculos con los otros niños a partir del juego", diferencian Cladellas y Muro. Ahora bien, los dos expertos también apuntan a que es en la adolescencia cuando la confianza y la seguridad empiezan a tomar un lugar más relevante. "Es importante sentir que forman parte de un grupo o crear relaciones en las que se sientan seguros, queridos y valorados, pero todavía se relacionan a partir de intereses comunes y valores compartidos", dejan claro.
Tarrés profundiza todavía más en las diferencias entre los amigos de infancia y los de la edad adulta. En este sentido, destaca que en la primera etapa infantil un amigo es cualquier niño con quien pasan el rato, ya sea un vecino, un compañero de la escuela infantil, los hijos de los amigos de la familia... "Hasta los seis o siete años, los amigos son circunstanciales", deja claro. En estas edades, añade, los valoran porque les han dejado un lápiz, juegan juntos, se lo pasan bien, pero todavía no se ha desarrollado el concepto profundo de amistad, en la cual la confianza, la sinceridad, la comprensión, el respeto, la preocupación por el otro... son la base de las relaciones de amistad adultas. "Todos estos aspectos todavía tardarán en madurar y no será hasta la preadolescencia o la adolescencia que lo empezamos a observar realmente así", afirma.
La psicóloga desmitifica que las amistades que se hacen en la infancia duren para siempre, a pesar de que en algunos casos sí que puede pasar: "Lo harán; sobre todo, si los implicados continúan residiendo en el mismo pueblo o barrio compartiendo aficiones, juegos y pandilla. De este modo, es más probable que, a lo largo de su relación, establezcan fuertes conexiones de lealtad, afecto, apoyo, confianza y respeto". La misma opinión comparten los doctores de la UAB, que insisten en que las relaciones "son dinámicas". "Las personas cambian a lo largo de la vida; sus valores, sus preferencias... Lo que hará que [las amistades] duren toda la vida dependerá de la proximidad física y comunicativa, así como del desarrollo de valores compartidos".
El mejor amigo aparece a partir de los seis años
Pero ¿cuándo aparece el concepto de "mejor amigo"? No suele ser antes de los seis años. Según la psicóloga infantil es una forma de destacar, de confirmar el afecto que se siente hacia aquella persona. "Con los mejores amigos aprenden valores como la confianza, la protección, el apoyo; a guardar pequeños secretos, a compartir... Aprenden a diferenciar entre aquellos con los cuales solo juegan y hacen determinadas cosas, y aquellos con los cuales los vínculos son más profundos. Los mejores amigos son clave en la vida de cualquier niño o niña, y hace falta que los respetemos y que les demos el espacio y la importancia que tienen", explica.
Y, en cuanto a las pandillas, ¿qué importancia tienen y cuándo empiezan a formarse? Según los dos académicos, los grupos de amigos sirven para desarrollar un sentido de identidad y pertenencia; es como una "familia" en la que el adolescente proyecta las relaciones de protección y seguridad. La psicóloga infantil apunta que se empiezan a formar como tales entre los 9 y los 12 años dentro de un proceso madurativo individual en el cual los amigos cada vez irán teniendo más importancia. "Su punto álgido lo encontramos en la adolescencia, cuando tienen un papel clave y primordial en detrimento de los padres, cosa totalmente necesaria para el óptimo desarrollo de nuestros hijos. La función que tiene es primordialmente socializadora", matiza. El hecho de crear un grupo, añade, genera normas, establece límites, formas de hacer, de jugar, de hablar o de interactuar. "Ser parte de un grupo de amigos ayuda a desarrollar el sentimiento de comunidad, pero también es importante para el desarrollo de la identidad individual", sentencia.
La ruptura de una amistad
Otra de las frases que casi todo el mundo ha dicho durante el ciclo de una amistad es el temido "Ya no soy tu amigo". Tarrés la desdramatiza y remacha que el concepto de amistad va cambiando a medida que los hijos crecen. "Cambian de amigos por diferentes motivos y es necesario que lo hagan para encontrar su lugar de ensambladura. A veces, solo es porque se ha producido un conflicto que tienen que aprender a resolver; otros, porque encuentran una pandilla donde se encuentran mejor. Todo ello forma parte del proceso natural de maduración cognitiva, emocional y social", dice. Sea como sea, los expertos coinciden en señalar que da igual si son viejos o nuevos, que la cuestión es que sean buenos amigos.
- 1 Fomentar las relaciones de amistad de los hijos, pero siempre respetando el protagonismo y no forzar estos procesos. Cada criatura tiene su ritmo, sus gustos y sus preferencias.
- 2 Que los padres sean modelos a seguir. "Que nuestros hijos vean que interaccionar con otras personas y establecer vínculos de amistad es fuente de bienestar", apunta la psicóloga infantil.
- 3 Evitar prohibir amigos o hablar mal. "No tenemos que escoger sus amistades. Nuestra tarea es enseñar y transmitir valores para que sean ellos mismos quienes elijan a los compañeros y amigos con los que mejor se encuentren", añade Tarrés.
- 4 Vive y deja vivir. "Los hijos no son de nuestra propiedad ni los podemos crear según nuestros valores. Tienen que desarrollar su identidad y sus valores; hay que darles un cierto margen de libertad para el error y para que vayan aprendiendo", aconsejan los académicos de la UAB.
- 5 Ser comprensivo y flexible, pero firme en los valores que se defienden. "Es necesario dejar cierto margen de libertad, pero también marcar límites sobre qué es innegociable y ser coherentes", afirman Cladellas y Muro.
- 6 Generar relaciones de confianza, pero sin olvidar que el niño o adolescente no es amigo de los padres.