¿Es buena o mala, la inmigración?


BarcelonaEs imprescindible hablar seriamente de inmigración. Necesitamos construir un marco de debate dentro del cual se pueda hablar de la cuestión de forma directa, informada y con los derechos humanos en el interior de los límites, y la xenofobia y el racismo en el exterior.
La conversación civilizada debería permitir combatir el silencio, quizá bienintencionado pero contraproducente, sin alimentar la tendencia a la polarización que beneficia a los postulados de la extrema derecha. Por lo tanto, el primer paso para contribuir a la creación del marco de debate es no preguntarse ni contestar si la inmigración es buena o mala. La inmigración es.
En Catalunya nos ha configurado como sociedad y nos seguirá configurando en el futuro. ¿Cómo? Pues depende de la capacidad de progreso que logremos a través del crecimiento económico y del grado de cohesión social.
Las oleadas migratorias en Catalunya son hoy distintas de las que se produjeron a principios del siglo XX y entre 1950 y 1979. Las dos grandes oleadas del siglo pasado venían de España, y las que se han producido en el siglo XXI son de inmigración extranjera. Pero todas tienen una razón común, que es la económica. Se emigra para progresar, para mejorar tu vida y la de los tuyos.
Crecimiento desigual
La inmigración reacciona al mercado laboral, y nuestra economía es una economía intensiva en mano de obra barata y poco calificada dedicada básicamente a los servicios y cuidados. Nuestro mercado laboral atrae inmigración, pero también la deja en los márgenes cuando la vivienda digna es un bien escaso, los servicios sociales se tensionan y el ascensor social gripa. Un peligro que también afecta a la población local cuando sabemos que la renta de las familias catalanas lleva 24 años estancada, según un informe de la Cambra de Comerç de Barcelona publicado esta semana. Los ingresos de los que disponen los ciudadanos para consumir e invertir han subido un 0,1%, en contraste con la expansión de la economía catalana, que ha sido del 48,7% en el mismo período. Como señalan la experta en inmigración Blanca Garcés y el demógrafo Andreu Domingo (autor de Catalunya en 3D. Demografia, diversitat y democràcia), los mecanismos de inclusión social han empezado a fallar. La razón está en el crecimiento de las desigualdades y la falta de movilidad social.
Una de las características de nuestro fenómeno migratorio ha sido la velocidad. La cuestión clave es que las últimas oleadas han sido cortas e intensas, coincidiendo con un cambio demográfico fuerte en Catalunya. En palabras del demógrafo Andreu Domingo: "Lo máximo que llegaron a pesar las migraciones en el crecimiento de la población en el punto álgido de los años 60 fue un 60%. En cambio, en el punto álgido de la primera ola del siglo XXI era un 90%. Y en la segunda ola, el 100%. Todo el crecimiento que se da es por la migración". El caso es que hoy los nacimientos de madre extranjera han pasado del 18% al 40% y de los niños de 0 a 4 años nacidos en Catalunya el 40% son hijos de uno o dos progenitores extranjeros. Por lo tanto, no tiene ningún sentido hablar de la inmigración como un fenómeno ajeno o extraño. Son los niños de nuestras escuelas. La experta Blanca Garcés observa la velocidad de cambio, y en una entrevista en el ARA afirmaba que "lo que genera posiciones antiinmigración no es la inmigración, sino la sensación de descontrol".
¿Cómo debemos actuar? Si se da segregación residencial y situaciones de infravivienda y la escuela no es una vía para el ascensor social, compramos todos los números para la falta de cohesión social y el fracaso colectivo. Si los jóvenes de origen extranjero viven desigualdad y discriminación ("moros de mierda" o una vinculación directa entre inmigración y delincuencia), si no existe un proyecto de país común, la fractura generacional les puede dar identidad en la religión y su rabia se dirigirá también contra la misma comunidad, empezando por la generación de los progenitores, a los que acusan de aceptar una posición subordinada. Si los jóvenes inmigrantes son mayoría en el índice de paro y abandono escolar, el repliegue identitario o la enajenación están servidos.
Encuesta del CEO
El último estudio del CEO afirma que la extrema derecha independentista multiplicaría por cinco los resultados obtenidos en las últimas elecciones. Un crecimiento básicamente a expensas de voto independentista, sobre todo de Junts. Si una parte del independentismo no supera la melancolía y la frustración del 2017, el esencialismo acabará alimentando a la extrema derecha y minorizando al independentismo y también al catalanismo.
Las herramientas para conseguir una sociedad cohesionada son la economía, el mercado de trabajo, la vivienda, la escuela y la lengua. Si la idea de Catalunya es una idea de cohesión y oportunidades para la población local y los novísimos catalanes, tendremos alguna oportunidad; si la idea es la de la exclusión, vamos directos al fracaso.