Así hace de madre

Àfrica Ragel: "Convivir con cinco hijos en un piso de tan sólo 3 habitaciones es toda una aventura"

Escritora, profesora de lengua y literatura y madre de Kírian, Aleix, Arnau, Jordi y África, entre 33 y 19 años. Publica la novela histórica 'Guinedell, condesa de las piedras' (Columna), en la que narra la vida de la esposa de Guifré el Pilós, una mujer que vivió en el siglo IX y que inició la primera dinastía condal catalana.

BarcelonaLos primeros años de maternidad fueron preciosos; tanto que ahora los añoro. Pero también fueron muy intensos: noches sin dormir, correr arriba y abajo para todo, salidas matinales con el coche para repartir a los niños en la guardería, la escuela y el instituto; parecíamos un autobús escolar. Tener una red de soporte fue esencial. La familia y los amigos cerraron filas, aunque yo era muy tozuda y, si tengo que serte sincera, prefería estar sola con los niños, a pesar del caos, que tenerlo todo perfecto a cambio de mi independencia.

Hasta hace poco vivía en Barcelona.

— Vivir en un barrio donde todo el mundo se conoce ayudó mucho. Teníamos una red de vecinos, familias y amigos que siempre estaban dispuestos a echar una mano. Dejar Poblenou no ha sido nada fácil, pero el hecho de que dos de nuestros hijos ya no vivan en casa y hayan elegido al Vallès Oriental facilitó la decisión. Y los tres que quedan en casa lo tendrán difícil económicamente para poder independizarse en Poblenou. Ahora Cardedeu nos brinda una nueva oportunidad. También tiene mucha red social y la posibilidad de vivir con mayor calma, que es justamente lo que ahora queremos.

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Descríbeme cómo es una familia numerosa.

— Convivir con cinco hijos bajo de un mismo techo en un piso de sólo 3 habitaciones es toda una aventura. Los conflictos son inevitables con tantas edades y caracteres distintos; las tensiones han sido parte natural del día a día. Pero también han sido oportunidades para enseñarles a gestionar sus emociones.

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¿Cómo han evolucionado los conflictos?

— Cuando eran pequeños, los conflictos eran por los juguetes, por la atención de los padres o por querer imponerse unos a otros. A medida que han ido creciendo, estos conflictos se han transformado en discusiones por el espacio personal, por las responsabilidades en casa o por las diferencias de opiniones. Mi filosofía ha sido fomentar la comunicación y la comprensión. He intentado que entiendan que cada conflicto se puede resolver si nos escuchamos y respetamos los puntos de vista del otro. Algo que les he repetido es que en la familia somos un equipo, y que como equipo debemos ayudarnos mutuamente.

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¿Cuáles son las frases que les repetías?

— "Ponte en el lugar del otro", "Escucha antes de hablar" y "Buscamos una solución que funcione para todos". Nunca he intentado tener una casa sin conflictos, porque sé que es imposible. Lo que sí hemos logrado es crear un entorno en el que, a pesar de las diferencias, se valore la comprensión y el respeto.

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Los hermanos se educan unos a otros, ¿no?

— En una familia numerosa, los hijos aprenden muchísimo unos de otros, y esto ha sido una de las cosas más bonitas de ver. Cuando hay tantos, es inevitable que se formen alianzas, que se creen juegos compartidos, y que entre sí se hagan de guía y se apoyen. Ahora que ya son mayores, sé que entre ellos encuentran un apoyo fantástico que como padres quizás no sabríamos darles por la distancia generacional. El aprendizaje compartido ha creado una fuerte complicidad. Son muy diferentes entre sí, pero han aprendido a confiar unos en otros, y eso es algo que les servirá de por vida. Sé que nunca estarán solos.

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¿Te miras el mundo de manera diferente si tienes un hijo o si tienes cinco?

— Cuando tienes tantos hijos, la vida te demuestra constantemente que no todo se puede controlar, que es necesario abandonar las expectativas rígidas y aprender a vivir en medio del caos con un poco de gracia y sentido del humor. Esto me ha enseñado a ser más flexible, más paciente ya aceptar la incertidumbre. Ellos me han mostrado que la vida está llena de sorpresas, que a menudo las mejores cosas ocurren cuando menos te lo esperas.

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¿Qué te sorprende cuando mira juntos atrás?

— Es fascinante cómo los recuerdos de los hijos pueden ser distintos a los que tengo yo. Me ha sorprendido darme cuenta de que algunas conversaciones sencillas calaron más profundamente de lo que pensaba. Para ellos, sentirse escuchados y valorados era fundamental. Lo que realmente deja huella en los hijos son los momentos de verdadera conexión. Los recuerdos más importantes se construyen a menudo en los momentos más sencillos y cotidianos.

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