Así hace de madre

Elisabet Pedrosa: "Siempre digo que antes de tener a Gina yo era una cretina y que ella me hizo mejor persona"

Periodista de radio, escritora y madre de Pol y de Jan, de 20 y 13 años. También de Gina, que murió a los 11 años y del Preet, que no llegó a nacer. Dirige y presenta 'El oficio de educar', en Catalunya Ràdio, Premio Marta Mata 2021. Ahora publica el libro 'El oficio de educar' (Eumo) donde recoge el testimonio de algunos personajes que han pasado por el programa, como Pep Guardiola, Marina Garcés o Maria Nicolau.

BarcelonaRecuerdo un viaje en avión que hice con Gina, un vuelo con turbulencias y cada vez que el avión caía, mientras la mayoría del pasaje se moría de miedo, estallaba a reír y se me contagiaba. Todavía sueño con ella y cuando estoy en el sueño no quiero volver. La echo de menos, me gustaría tanto que estuviera aquí, y cuando veo a una chica de su edad a veces siento un pinchazo de tristeza.

Te entrevisté hace 10 años, cuando acababa de morir, y me dijiste "la muerte es muy dura pero también es muy reveladora".

— Siempre digo que antes de tener a Gina yo era una cretina y que ella me hizo mejor persona. Me removió muchísimo haberla conocido y disfrutado. Y eso no quita que la vida a su lado fue durísima. Sufrimos mucho viendo cómo su vida era una pérdida continuada, hasta la muerte. Todo fue muy injusto. Trabajé mucho la empatía, la paciencia, la aceptación, la resiliencia, la humildad y tantas cosas. Cuando veo a un niño diferente, una criatura de otro planeta, mi corazón se abre y experimento su ternura. Como sociedad a menudo no entendemos nada cuando los miramos como estropeados, incompletos, discapacitados.

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¿Qué has aprendido de importante después de tantos años haciendo El oficio de educar?

— Que no hay madres o padres perfectos. Todos perdemos los nervios, damos un grito y no pasa nada. Lo mejor es perdonarnos y seguir adelante. Criar no es una ciencia exacta. Todos llevamos la mochila de cómo fuimos criados y es una caja llena de sorpresas que van apareciendo. Lo hacemos lo mejor que sabemos. Tenemos más información que nunca, más recursos que nunca.

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En el libro recoges una definición de maternidad en cuatro conceptos: límites, amor, libertad y respeto. ¿Qué ocurre con el respeto a la adolescencia?

— En la adolescencia es normal que haya un cierto desafío, y creo que la tarea de madres y padres es seguir insistiendo en los valores que encontramos acertados. Ya ves que deben experimentar por sí mismos, que no puedes ahorrarles el batacazo. Tienes que mirarlo y dejar hacer, y después acogernos sin restregarlos ya te lo había dicho, que para ellos es muy odioso.

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Cuéntame una situación vivida con el pequeño que te hiciera reflexionar.

— Jan me dijo que en la escuela les habían puesto unos deberes extra por grupos, no recuerdo si era preparar una canción o una coreografía. Les dijeron que quien les hiciera recibiría un helado, pero otro grupo no había hecho nada y habían recibido helado igualmente. Yo le pregunté qué problema había si otros también lo recibían, porque ellos lo habían recibido. Y me respondió: "lo que haces, lo que prometes, debes hacerlo, o entonces no vale nada".

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Bien visto.

— Me hablaba de la importancia de la coherencia. Aquello me hizo entender que cuando le decía algo, no podía decirlo para decir, que debía poder mantenerlo. Muy a menudo, madres y padres decimos cosas que después, porque nos da pereza ser estrictas, no mantenemos, y en eso nos equivocamos. Debemos poder poner límites, los que sean importantes, y mantenerlos. Antes de decir algo, calibro si podré mantenerlo. Y si la digo, la mantengo, por ejemplo, en todo el tema de las pantallas. Creo que los hijos lo agradecen. Entienden que los límites cuidan, que también es una forma de amar.

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Y al mayor, ¿cómo le van las cosas?

— Estudia en la universidad, sigue con su pasión por el fútbol, ​​lo ha fichado Rubí y ha empezado a trabajar los fines de semana en una pizzería para atender sus gastos. Todo ello le ayuda a entrenar el esfuerzo, la persistencia y la autoorganización. Para los hijos, lo importante es que sientan que confiamos en ellos y en sus capacidades. Y que hagan su camino.

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Termino con otra cita del libro: madres y padres "podemos ser tiernas y rabiosos a la vez". A veces los adultos nos olvidamos de jugar.

— Las vacaciones son un tiempo extraordinario para disfrutar, bailar, reír, pelearnos si es necesario, jugar, pescar, andar, despistar, comer helados. Estoy investigando para descubrir cómo podría mantener este espíritu libre de las vacaciones durante todo el año. Tengo la impresión de que después de todas las cosas difíciles que hemos vivido en la vida, ahora toca pasárselo bien, y disfrutar con alegría de lo que sí tenemos, cada pequeño momento compartido.

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