¿Quiénes son los hombres que hacen reducción de jornada?
Sólo uno de cada diez hombres se acoge a una reducción de la jornada laboral para el cuidado de los hijos
BarcelonaSi hiciera jornada completa, Mirko debería trabajar siete horas y media, pero hace ya seis años que hace cinco y media. Durante este tiempo se ha acogido a una reducción de jornada para poder compaginar el trabajo y la crianza de sus tres hijos con su mujer. Además tienen dos, uno cada uno, con parejas anteriores. Así que, en total, hay días o semanas que son cinco hijos. Llevan más de veinticinco años viviendo en Barcelona, pero no tienen familia extensa; él es alemán y ella viene de Venezuela y, por tanto, se han tenido que organizar mucho, durante estos años.
Cuando nació el primer hijo, su mujer sólo trabajaba de auxiliar de enfermería los fines de semana y, por eso, el día a día era relativamente fácil. Ella podía hacerse cargo de los niños cuando no estaban en la escuela y él podía hacer la jornada completa en el departamento de administración de una multinacional. Pero al cabo de un tiempo, ella quiso estudiar el grado de enfermería y tuvieron que sacudir la logística familiar: el peso de los cuidados lo asumió él y eso implicaba reducir las horas que dedicaba al trabajo porque, de otra forma, no era posible atender a los niños. La pequeña tenía entonces dos años, el medio cuatro y el mayor cinco. No le costó nada y lo hizo convencido. "Normalmente, el privilegio de estar siempre lo tienen las madres y, en este caso, he podido acompañarles yo, en su crecimiento, sobre todo a la pequeña", reconoce Mirko, que presume de haber sido él quien los recoge en la escuela, les ayuda con los deberes o les lleva a las actividades extraescolares.
El caso de Pablo es otro ejemplo de esta organización familiar. Es trabajador social en el Ayuntamiento de Barcelona. Su pareja trabaja en un banco y, al igual que la familia de Mirko, ambos son de fuera de Barcelona, Madrid y Asturias, y están solos en la ciudad. Cuando decidieron ser padre y madre lo hicieron a conciencia, ya que querían dedicarse a ello y eso explica su opción. "No sé si primero va la necesidad de hacernos cargo de las criaturas o la voluntad", dice Pablo cuando explica qué le motivó a acogerse a esta medida. "Trabajar más quizás me da más dinero, pero no me hace más feliz", reflexiona Pablo, que añade que lo ve como una situación temporal, que su hijo cada vez lo necesitará menos y que incluso, más adelante, no tendrá ganas de que estén tanto. Ahora tiene siete años y les divierte compartir muchos momentos.
Cambio (tímido) de tendencia
Que sea el hombre quien toma reducción de jornada no es lo habitual. Aunque se observa cierta tendencia creciente en esta opción, todavía la cogen tres de cada diez madres y sólo uno de cada diez padres. Además, los datos oficiales demuestran que las madres la hacen mucho más larga que sus padres. El 57% de los padres que cogen reducción de jornada lo hacen menos de un año, mientras que el 64% de las mujeres lo alargan más de doce meses.
Anna Escobedo es profesora del departamento de sociología de la Universidad de Barcelona y se ha especializado en este ámbito. Recalca que la reducción de jornada es una medida "poco vistosa" de permiso no retribuido que ha ido avanzando mucho en los últimos años y que permite, en esencia, escoger el horario laboral y realizar horarios "más amigables" con el cuidado de los hijos. "Quizás sólo la reducción de un octavo de jornada es suficiente para encajar horarios –dice Escobedo–, y aunque cobre menos, no tengo que hacer la vertical para conseguir llegar a todas partes".
Para Escobedo, la proporción de padres y madres que optan a ella es considerable teniendo en cuenta que es una medida no remunerada, pero insiste en que es como un bien de lujo. "Solo puedes permitirlo si tienes una economía saneada que te permite prescindir de ciertos ingresos –alerta Escobedo– o si te sale más a cuenta dejar el trabajo que pagar canguros". Esta consideración también la hace el psicólogo especializado en masculinidades, Josep M. Lozano, que sitúa el nivel socioeconómico como uno de los sesgos que más afectan a esta medida. "La gente con recursos bajos no accede y para ellos es una utopía –dice Lozano–. La reducción de jornada es un privilegio de clase media, universitarios, profesionales en la función pública…".
Tanto Pablo como Mirko son conscientes de esta situación. "A pesar de la reducción de jornada, mi salario es mayor que muchos de los sueldos que se cobran en Barcelona", dice Pablo, que reconoce sentirse "privilegiado". La decisión, sin embargo, la ha tomado desde la "conciencia absoluta" de que su situación es "envidiable". De este pequeño lujo, Mirko destaca que, sobre todo, le ha sorprendido el aumento de su calidad de vida. La reducción del salario le ha compensado "descaradamente", ya que puede ver a sus hijos durante todo su tiempo libre, mientras que antes llegaba a casa alrededor de las siete. Por eso, hace una advertencia al resto de hombres que no se acogen: "No saben lo que se pierden. Es fantástico".
Familias más igualitarias, menos divorcios
Una mayor implicación de los padres en la crianza comporta familias más igualitarias. Escobedo cree que si se utiliza el permiso de paternidad sucesivo –sólo lo utiliza el 22% de los padres–, el padre desarrolla mucha más práctica del cuidado, ya que tiene que hacer frente solo a casa. De este modo, se deja a un lado el rol de ayudante, dice Escobedo, "que no transforma las prácticas familiares". Además, destaca que el contexto socioeconómico también ha empezado a cambiar. Tradicionalmente, la mujer se acogía a la reducción no sólo porque se le asumían los cuidados sino porque tenía un trabajo menos bien retribuido y, muchas veces, menos estable. Escobedo, sin embargo, ve que cada vez hay más parejas en las que es la mujer quien tiene mejor trabajo y retribución, y por eso se cambian los roles.
Aparte, la experta en estructura y política social comparada, añade todavía otro elemento a la ecuación que ya forma parte de algunos estudios en investigación: una implicación más igualitaria en el cuidado de los hijos y las tareas domésticas favorece una mayor estabilidad y satisfacción en el ámbito de la pareja y, por tanto, está relacionada con una menor ruptura.
Las renuncias, la otra cara de la moneda
"Si no tienes la misma dedicación, no tienes las mismas oportunidades", dice Pablo cuando se le pregunta por las renuncias o efectos de la reducción. Sin embargo, recalca que la reducción prácticamente sólo es horaria, ya que a menudo acaba asumiendo el mismo volumen de trabajo que hacía antes. Mirko también lo ha vivido así, pero es honesto y cree que es lo que han vivido las mujeres siempre: la misma carga de trabajo pero con menos horas y pocas posibilidades de hacer carrera. "Cuando tomas reducción, se acabó la carrera", dice taxativo.
"Las mujeres están encantadas y me dan el apoyo total, y los hombres no dicen nada", reconoce Mirko. Sin embargo, cree que todavía hay muchos prejuicios. "Mientras las mujeres adquieren nuevos roles y se han liberado, los hombres están estancados en un modelo arcaico de trabajo", lamenta Mirko, quien dice que aparte de él no conoce a ningún otro hombre que haya dado este paso para cuidar de los hijos. Pablo tampoco ha visto que se mirara con recelo su decisión. Al trabajar en el sector público, sólo ha recibido algún comentario más bien de envidia por parte de personal mayor como "¡qué suerte que tenéis" o "yo sólo tuve tres días!". Entre las amistades, tampoco. Dice vivir en una "burbuja" y, por tanto, no se siente rara ancianos.
La implicación de los hombres en los cuidados es creciente. No sólo lo dicen los datos sino también el hecho de que existan asociaciones como Hombres igualitarios, un espacio para compartir experiencias de lo que se llaman nuevas masculinidades. El psicólogo Josep M. Lozano forma parte y, desde su experiencia observa que esta tendencia va ligada a las nuevas formas de entender la masculinidad. "Con los movimientos feministas, algunos hombres también les ha movilizado poder conectar con sus hijos", dice Lozano. Cree que muchos padres actuales han tenido padres ausentes por el trabajo y ahora se mueven para revertirlo.
Aparte de conseguir más vínculo con sus hijos, los padres que hacen reducción de jornada también combaten una de las luchas de las mujeres que tradicionalmente se han encargado de los cuidados: su invisibilidad y el concepto de doble carga. "Cuando tomamos el rol de cuidadores a los hombres, lo visibilizamos", dice Lozano. Sin embargo, advierte que los hombres sólo entraron en el terreno de los cuidados de los hijos, "el más gratificante". Coger reducción de jornada para atender a otros familiares es, pues, un reto todavía pendiente.