Entrevista

Laura Camps de Agorreta: «Si estás agotadísima, te diría que la crianza intensiva es una 'pijada'»

Activista digital, consultora en comunicación y autora de 'No nos da la vida'

Entrevista
04/12/2025
7 min

BarcelonaEs posible que la siga en las redes (@congafas_ en Instagram), donde, con sentido del humor, ilustraciones y mensajes desgarradores, Laura Camps de Agorreta (Barcelona, ​​1984) defiende los derechos de la clase trabajadora. También habla de crianza, del agotamiento físico y mental de las madres, de la falta de ayudas y de la no conciliación. Esta activista digital y consultora en comunicación publica ahora el ensayo No nos da la vida (Bruguera 2025), donde reflexiona sobre el mal de nuestros días: la falta de tiempo y la relación entre el trabajo y la vida.

Me gusta una frase que escribes en el libro que dice: "Lo importante que tenemos es el tiempo". Y creo que no somos conscientes de ello, ya que dedicamos tantas horas a trabajar.

— El tiempo es la materia prima de la vida y es una cuestión de clase. Las personas ricas nacen con su tiempo y con dinero para comprar el tiempo de los demás, y las personas trabajadoras nacemos con nuestro tiempo pero debemos venderlo a cambio de dinero para llegar a fin de mes. Entonces, nos vamos quedando sin tiempo al final del día, al final de la semana, al final del mes... Y es el bien más preciado, porque si no tenemos tiempo, no podemos vivir.

Defiendes la jornada laboral de 32 horas.

— Defiendo las 32 horas porque es un modelo que funcionó cuando se probó en Valencia, y en Portugal funcionó la semana de 4 días. Si alguien defiende trabajar menos, también estaré a favor. Es una lástima que aquí no se aprobara las 37 horas y media por ley, pero tampoco es el fin del mundo, porque la jornada laboral la podemos reducir nosotros, organizándonos y luchando.

Pero es que para organizarse, para luchar, ya sea por la reducción de jornada, por la reducción del precio del alquiler o para participar en la AFA de la escuela, necesitamos tiempo, y de algún sitio hay que sacarlo.

— Está claro que para hacer esta primera lucha es necesario hacer un sobreesfuerzo, pero vale la pena porque después nos permitirá luchar por otras muchas cosas. Ahora mismo, nuestros dos grandes problemas son la vivienda y el tiempo.

Todos vamos rápido por la vida, ya sea porque tenemos más de un trabajo, porque tenemos familiares a cargo... Nadie tiene nunca tiempo. Es un daño generalizado. Sin embargo, defensas que trabajar menos aumenta la productividad.

— No lo defiendo yo, lo defiende la evidencia científica, porque es que ahora trabajamos tantas horas que muchas no estamos produciendo. Estamos en el trabajo, hartas, cansadas, agotadas, pasando el tiempo mirando el reloj. No me gusta hablar de reducir la jornada laboral y que tengamos más tiempo para producir. Yo quiero que trabajemos menos para estar mejor y para ser más felices y poder hacer más cosas que nos llenen. El empresariado dice que entonces seremos menos productivos. Y es mentira. Si trabajáramos menos horas y produciéramos lo mismo que estamos produciendo ahora ya seríamos más productivas.

A mi generación nos vendieron que hacer horas extras y trabajar muchas horas estaba bien visto y cualquier baja o permiso lo vivimos con culpabilidad. Sin embargo, la generación Z tiene mucho más claro el equilibrio entre el trabajo y la vida. ¿Cómo afectará esto a las empresas?

— Las milenniales mayores también crecimos con el discurso de la meritocracia y del esfuerzo, y cuando nos dimos cuenta de que era una estafa quizás era demasiado tarde, ya teníamos personas a cargo. Milenniales más jóvenes y la generación Z nunca han creído en la meritocracia ni en la cultura del esfuerzo, porque vieron desde el principio que no tendrían casa, que no podrían emanciparse y que tendrían unos salarios muy bajos, y sabiendo que ese es el panorama te planteas la vida de otra manera. Creo que las nuevas generaciones son mucho más lúcidas en relación al tiempo. ¿Cómo cambiará esto las empresas? Todo dependerá de si se organiza o no.

Hay soluciones individuales como dejar el trabajo y trabajar por tu cuenta, pero al final también es precario.

— Las soluciones individuales acaban siendo autoexplotación, por lo general, salvo contados casos de éxito. Conozco a muchas mujeres que son autónomas a raíz de haber sido madres porque era la manera de poder conciliar. Pero al final realizan muchas más horas y acaban trabajando noches y fines de semana... Las soluciones individuales no existen, las soluciones que funcionan son colectivas.

Tengo 47 años y cobro menos de lo que cobraban mis padres, ya jubilados, sin estudios superiores. Y todavía tengo suerte si me comparo con generaciones más jóvenes. ¿Podemos vivir con los sueldos actuales?

— No podemos vivir con los sueldos que tenemos, pero los sueldos han subido mucho. El problema es que los precios han subido mucho más. Existe una pérdida de poder adquisitivo. La generación Z no puede emanciparse ni planificarse tener una familia. Pero es que tampoco las familias podemos vivir. Muchas familias de mi edad viven de alquiler y pueden subirles en cualquier momento, y si las echan de casa deben irse a otro barrio y cambiar de escuela. Está afectando a todas las franjas de edad. Pero quizá la solución no sea sólo subir el salario, sino garantizar precios: fijar un tope de precios de la vivienda, de los alimentos básicos... Porque, al final, por mucho que nos suban los salarios, quien tiene los bienes y los medios de producción siempre podrá subir más los precios. Pero con un tope y con servicios públicos de calidad es cuando nosotros podremos, realmente, con lo que tenemos, vivir de forma digna. Porque ser de clase trabajadora significa poder ir de vacaciones cada verano. Que nadie se equivoque. Esto no es un privilegio, es un derecho.

El dolor de muchos trabajos de hoy en día es la hiperconectividad. Hemos ganado flexibilidad horaria, pero esto significa que puedes estar perfectamente a las 10 de la noche respondiendo a un e-mail o trabajando.

— No hay una receta para todos los trabajos. Lo que sí está claro es que debe haber un equilibrio bueno para la salud. El derecho a la desconexión debe estar garantizado, sin presiones y sin miedo porque mi compañero sí contestará ese e-mail a las 10 de la noche. Sin la presión de tener que hacer horas extras porque el compañero lo hace. Y derecho a un teletrabajo respetado, que no significa estar todo el día disponible. Si tú estás bien en el trabajo, puede que se te ocurra una idea el sábado porque llevas toda la semana trabajando en un proyecto, pero no pasará nada, porque tú estás bien. El problema es cuando tienes sobrecarga emocional y mental, cuando provoca malestar y enfermedades.

Muchas mujeres, cuando son madres, intentan hacer reducción de jornada y muchas lo dejamos en cuanto nos damos cuenta de que la carga de trabajo es la misma pero en menos tiempo y con menos sueldo. ¿Sirve de algo la reducción de la jornada?

— Con la reducción de jornada por cuidado de menores lo que haces es pagar por tener tiempo. Es decir, tú le pagas a la empresa el dinero que te descuenta, el que no te paga, porque estás haciendo el mismo trabajo en menos horas: por tanto, eres más productivo. Para lo que sirve es por tener más tiempo. En cualquier caso, como los salarios de las mujeres son más bajos que los de los hombres, somos nosotros las que acabamos pidiendo la reducción de jornada, porque para la economía familiar es una pérdida menor. Por tanto, es una brecha. La reducción de jornada por cuidado de niños debería ser con el 100% del salario. Así la pedirían los hombres y no habría discriminación por género.

¿Crees que ha servido de algo que ahora los hombres tengan también el permiso por paternidad de 17 semanas?

— Ha servido, sobre todo, para que los padres, en el caso de las parejas heterosexuales, puedan vivir de otro modo la crianza e implicarse en ella. Están solos con una persona a cargo muy vulnerable y eso, a nivel de cuidados, es muy importante. También es verdad que los padres se piden ese permiso porque está 100% remunerado. Esto es clave, porque las excedencias no pagadas no las piden.

¿Existe la conciliación?

— Yo uso mucho la palabra porque es la que entiende todo el mundo, pero no me acaba de convencer. Al fin y al cabo, se trata de conciliar la vida con el trabajo. Lo que ocurre es que la utilizamos a menudo para hablar de cuidados, pero yo creo que es conciliar contigo misma. Si yo a las 7 de la tarde pliego y me voy a casa muy cansada, pues no puedo conciliar. Pero si acabo a las 5 de la tarde, pues quizás me voy a pasear, o al gimnasio, o al cine, oa estirarme en el sofá porque estoy cansada, pero después tendré energía. Y para mí esto sería conciliar. En el fondo, es repartirte el tiempo de una manera que se ponga bien a ti ya la sociedad. Que no tengamos tiempo nos sale más caro. La pobreza de tiempo nos cuesta dinero: comprar las cosas a última hora es más caro, no tener tiempo para cocinar es más caro, sólo poder ir al gimnasio a la misma hora que todo el mundo va más caro...

También algunos dicen que la conciliación cuando tienes hijos son los abuelos.

— Cuando yo era pequeña los abuelos y abuelas eran clave, pero ahora todavía lo son más porque está peor organizado. Pero muchas veces ya no viven tan cerca. Y tenemos a los niños mucho más tarde y, por tanto, los abuelos son mayores y están más cansados. Y, además, hay abuelos y abuelas que tienen planes de vida y cosas que hacer. Son supernecesarios pero no puede que estén sustituyendo el estado del bienestar. Deberían estar con sus nietos el tiempo que quieran, no para cubrir agendas. A los abuelos les encanta estar con los nietos, lo que quizás no les interesa es tener que llevarlos cada martes y jueves de una punta a otra de la ciudad para que hagan una extraescolar.

¿Qué papel ha jugado la crianza intensiva en este agotamiento y falta de tiempo propio que sufrimos las madres?

Me pregunto: ¿había crianza intensiva antes de que hubiera redes sociales? Es como un producto aspiracional que nunca podremos alcanzar y, en realidad, genera mayor ansiedad y frustración. Es una trampa ya su vez un reto. Porque hay algunos elementos de la crianza intensiva que sí pueden interesarte, pero es un tema de clase. Para aplicar muchas de las cosas de crianza que lees o ves en las redes debes tener tiempo y debes estar bien, y no tener que encargarte de poner una lavadora, doblar la ropa, poner el lavavajillas, preparar alcaparras, asear, limpiar el lavabo... Entonces, poder dedicar tantas horas a la crianza es un privilegio, porque tal y como vayamos llegamos agotadas. Volvemos al mismo sitio, a la falta de tiempo. Si cada día tenemos más tiempo, puedes poner más ternura y más atención a la crianza. Si estás agotadísima, te diría que la crianza intensiva es una pijada.

stats