Abusos y fotografías sexuales de un director de teatro musical en Osona

Quince testimonios describen las situaciones vividas con uno de los referentes de las artes escénicas de Vic

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Una silla en medio del escenario en un teatro de Vic

Barcelona“Toni es así”. Es una frase que repiten varios chicos vinculados al mundo de las artes escénicas de la llanura de Vic. Él les introdujo al mundo del teatro. En algunos casos fue su profesor; en otros, el director de la obra que representaban. Para todos, una referencia del mundo del teatro musical, que ha dado clases y dirigido obras en el Institut del Teatre de Vic, el Escènic Vic, el Atlàntida, Manlleu y Torelló, aparte de ser secretario de cultura de la Asociación de Actores y Directores Profesionales de Catalunya, el AADPC. Toni Font también fue un amigo, para muchos de ellos, y por eso muy pocos se cuestionaron por qué un hombre doce o quince años más mayor siempre iba rodeado de chicos jóvenes, que les invitara a su local a fiestas y fueran juntos a cenar. “Todo el mundo lo sabía, pero todo el mundo lo silenciaba”. En parte, porque costaba ponerle nombre.

Toma de conciencia

“Toni es extraño”, soltó por fin uno de los jóvenes actores en un encuentro. “¿Pero extraño por qué?”, preguntó otro. Y a partir de aquí, después de que el caso del aula de Teatre de Lleida destapado por el ARA les removiera por dentro, empezaron a hablar de lo que pasaba en aquel local que Toni tenía en Vic, donde daba clases e invitaba a los adolescentes a ver películas porno y masturbarse. Fue el inicio de la toma de conciencia de lo que les había pasado a muchos de ellos, que habían visto en Toni un amigo de verdad, una persona muy importante en sus vidas porque los había acompañado durante los fascinantes años de la adolescencia. Lo admiraban, les inspiraba, hasta el punto en que “era gracioso hacerse amigo del profesor”. Se unían porque se querían integrar en todo lo que representaba. Para muchos de estos chicos, se convirtió en un “mentor”, no solo del mundo del teatro sino también como modelo de vida.

El ARA ha recogido quince testimonios – Leo, Guillem, Oriol, Eduard, Héctor, Jordi... entre muchos otros– que vivieron y vieron sus excesos. Toni consiguió fotografías de los genitales de algunos chicos que habían sido alumnos suyos o que habían trabajado en sus obras, después de pedírselo con insistencia. Un hecho que se considera pornografía infantil según el Código Penal cuando se trata de menores. Espió y grabó sin permiso una pareja a la que había dejado el local para tener relaciones. Se masturbaba con los chicos y les había intentado tocar el miembro en más de una ocasión, como quien no quiere la cosa, entre bromas y haciéndoles sentir culpables por no participar en sus juegos . “Eres un convergent”, “eres homófobo”, les decía cuando ellos se negaban. También hizo una felación a un adolescente y tuvo relaciones consentidas con un menor al que doblaba la edad, cuando era director de la obra y el chico, actor. Aprovechando que estaban en una etapa de descubrimiento, les “manipulaba”. A muchos de ellos los había conocido cuando tenían trece, catorce o quince años. Les invitaba al local y se iba gestando una estrecha relación hasta que, cuando eran más mayores, a algunos les planteaba estas experiencias sexuales que eran nuevas para todos ellos. Un control psicológico que iba acompañado de una petición de silencio en algún caso.

Muchas de las conversaciones que Toni mantenía con los chicos a través de las redes sociales eran sexualizadas. Siempre se acababa hablando de lo mismo. “¿Cómo la tienes?”, “¿cuánto te mide?”, “¿te gusta un buen nabo?”, “la quiero ver crecidita” y “¿quieres que te lo enseñe?” son algunas de las muchas frases que lanzaba a los chicos –el ARA ha tenido acceso a algunos de estos mensajes–. También les pedía masturbarse juntos, intercambiando “manos”. Consiguió fotos de ellos, y alguna la enseñó a terceras personas. Los chicos explican que se creó un perfil falso de Facebook –Mireia Guti– para hacer ver que ligaba con ellos, pedirles fotos de sus miembros y darles largas cuando le decían de quedar. En Twitter hizo el mismo. Incluso la supuesta Mireia Guti pagó 50 euros a un chico a cambio de una foto. Toni, que hizo ver que la conocía, le dio el dinero. A algunos actores, a través de redes y aplicaciones, les envió fotos de su miembro. También cortó el pelo púbico a un adolescente, preparándolo para una cita.

 “Visto con ojos de ahora es una burrada”, resume un joven, haciendo revisión de lo que pasó durante años. Su profesor y director, el amigo para algunos, era muy “invasivo”, y esto generó algunas “dudas sexuales” a más de uno. Hasta el punto que algún testimonio reconoce que llegó a tener cierta “ansiedad” de quedarse solo durante la obra con él. Otros admiten que tenían cierto “miedo” por no ser escogidos para la siguiente función si se le negaban. “Creías que quizás acabarías trabajando con él, que tendrías algún papel en algún musical”, explica un chico a quien dio clases. Y añade: “Llegó un momento que sabíamos que Toni hacía estas cosas con todos nosotros, pero lo habíamos normalizado, no lo hablábamos, y las pocas veces que salía el tema hacíamos cachondeo”. Algunos chicos se apartaron pronto –"Me intentó controlar y me alejé”–, mientras que otros han seguido cerca suyo hasta ahora y este tema les genera muchas contradicciones porque, a pesar de saber que todo aquello no estaba bien, Toni les aportaba muchas cosas “positivas”.

En conversación con el ARA, el director asegura que si ha tenido más de un centenar de alumnos, situaciones de este tipo han pasado “en pinceladas”, "tres o cuatro veces", nunca cuando él era profesor del menor, y siempre consentidas porque eran cosas privadas “entre amigos y compañeros”. “No ha habido nunca un abuso de poder, porque nunca he tenido poder, es un malentendido. Estas cosas me horrorizan”, dice, antes de negar que haya grabado parejas en su local o que hubiera creado el perfil Mireia Guti. Admite que ha obtenido fotografías de los miembros de algunos chicos, pero siempre entre amigos: “Las pasa quien quiere, cuando quiere y a quien quiere”.

Malestar por otro chico

En 2017 hubo mucho malestar en una obra que dirigía Toni en el Atlàntida de Vic. En los ensayos participaba un chico que tenía una relación de amistad con él, A.R., y poco a poco se fue creando una desazón generalizada entre los miembros de la obra porque llegaron informaciones sobre este chico. Al final, echaron a A.R., que estaba implicado en un caso de distribución de pornografía infantil y exhibicionismo y que en 2019 llegó a un acuerdo de conformidad por el que el juzgado penal número 2 de Manresa lo condenó a un año de prisión por haber instado a un niño de once años a masturbarse y enviarle durante los años siguientes fotografías y vídeos sexuales de menores.

Investigación

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