Arte

El agua de los canales de Venecia entrará dentro del pabellón catalán de la Biennale

Un entramado de canales, de la mallorquina Lara Fluxà, representa a Catalunya y las Baleares en la Bienal de arte

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Lara Fluxà (en el centro) entre el comisario de su proyecto, Oriol Vilanova; el director del Instituto  Ramon Llull, Pere Almeda; y la directora del área de Creación de la IRL, Maria Lladó

BarcelonaA veces los artistas que participan en la Bienal de Venecia se inspiran en la ciudad para desarrollar los trabajos que presentan. Es el caso de Lara Fluxà (Palma, 1985), la artista que representará a Catalunya y las Islas Baleares, y que usa unos materiales tan venecianos como el vidrio y el agua. El proyecto lleva por título Limo (literalmente, barro resbaladizo) y consistirá en toda una serie de esculturas por las que circulará agua del canal contiguo a la sede catalana en Venecia, los Cantiere Navali. “No es un site specific, porque el artista no se adapta a las condiciones de un contexto, sino que hay un diálogo, una colaboración con Venecia”, explica Oriol Fontdevila, el comisario del proyecto que se podrá ver del 23 de abril al 15 de noviembre dentro de los Eventi Collaterali gracias al impulso del Institut Ramon Llull.

En paralelo a las piezas por donde circulará el agua, habrá otras que contendrán un material lechoso y aceite de motor usado, evocador del petróleo. “Por primera vez el líquido circula a través de estos organismos que de golpe habitarán el espacio, de forma que se desdibuja lo que está dentro y lo que está fuera del pabellón”, dice Fluxà, que ha creado las piezas con la colaboración del maestro cristalero Ferran Collado. “Muchas veces he planteado las exposiciones casi trabajando con la noción de paisaje, un paisaje que también puede convertirse en un cuerpo que no tiene límites, que no tiene piel, y el propio pabellón se convierte en un receptáculo”, explica el artista. 

En cuanto a Limo, como en otros trabajos de Lara Fluxà, la fragilidad de las piezas hace pensar en las curas y el riesgo de destruirlas, como también se puede pensar de la Tierra ante los estragos de la emergencia climática. Para Vilanova es un ejercicio de “disolver Venecia en sus materiales”. El barro que quedará depositado dentro de las piezas a medida que pase el agua también evoca los sedimentos que dan estabilidad a Venecia y que son trasladados de un lugar a otro para evitar que la ciudad siga hundiéndose. “Venecia tiene un problema muy grande con el limo al menos desde el siglo XV”, concluye Fontdevila, un problema que también afecta al delta del Ebro.

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