Arquitectura

Las Grafton entran en el Olimpo de la arquitectura

Las arquitectas irlandesas ganan el premio Mies van der Rohe

BarcelonaLas arquitectas irlandesas Yvonne Farrell (1951) y Shelley McNamara (1952), conocidas como las Grafton, ya lo han ganado todo. Dos años después de llevarse el Pritzker, considerado el Nobel de la arquitectura, reciben la máxima distinción de la arquitectura europea, el premio Mies van der Rohe, dotado con 60.000 euros, por la Town House de la Universidad de Kingston, en Londres.

Con este reconocimiento, las Grafton entran en la selecta lista de arquitectas que han ganado los dos premios, formada por Álvaro Siza, Rafael Moneo, Norman Foster, Rem Koolhaas, Zaha Hadid, Peter Zumthor y Lacaton y Vassal. La ceremonia de entrega se celebrará el día 12 de mayo en el Pabellón Mies van der Rohe coincidendo con el Festival de Arquitecturas de Barcelona.

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Alrededor de un patio cubierto, el edificio incluye la biblioteca y los archivos más importantes de la universidad, estudios de danza, una sala de teatro, aulas polivalentes y dos cafeterías. “Imagínate un lugar donde coexisten felizmente bajo un mismo techo la lectura, la danza, la performance , las conferencias, las exposiciones, la investigación y el aprendizaje, y la puerta está abierta para todo el mundo”, dicen las arquitectas en la memoria del proyecto. Además, desde el punto de vista urbanístico, la Town House funciona como la puerta de entrada de la universidad.  

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Para el jurado, la visita a la Town House fue memorable. “El edificio crea una experiencia emocional desde dentro y a través de la columnata de la fachada que genera una atmósfera doméstica a diferentes niveles”, explican. Y una vez adentro valoran todos los usos que puede acoger simultáneamente: “Se adapta a los usos de danza, biblioteca y de estudio utilizando capas de silencio y capas de sonido que funcionan perfectamente bien juntas”.

Es la primera vez que un edificio universitario gana el premio Mies van der Rohe y para los miembros del jurado esto es una señal de que hay una necesidad de proyectos educativos públicos “que dignifiquen la vida de las personas a través de la educación y el hecho de estar juntos, a la vez que proporcionen posibilidades educativas equitativas para todo el mundo”.

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El edificio tiene una superficie de 9.100 metros cuadrados (10.450 si se cuentan las terrazas) y ha costado 60 millones de euros. Para las arquitectas es clave en este edificio “una aproximación imaginativa a la educación como un proceso de compromiso y descubrimiento”. “Las columnatas forman espacios acogedores en los extremos –explican–. Los volúmenes entrelazados se mueven verticalmente conectando el edificio desde el suelo. Los peatones pueden ver las actividades que se hacen adentro. No hay barreras”. Otra de las claves de la Town House es la responsabilidad ambiental. “Si bien el edificio parece permeable y transparente, el control ambiental se consigue con la columnata y las zonas de paso”, detallan las mismas Grafton. En cuanto a las fachadas, las más altas son más macizas porque la incidencia de la luz es más potente, mientras que las fachadas inferiores son más diáfanas.