Carlos Bunga: "El cuerpo materno, incluso violado, es un lenguaje de resistencia"
El artista recuerda a la madre, que huyó de Angola embarazada, en una gran exposición en el Centro de Arte Moderno (CAM) de la Fundación Calouste Gulbenkian
LisboaPara el artista portugués que vive en Barcelona Carlos Bunga (Porto, 1976), el primer hogar es "el embarazo". Así lo explica en la gran exposición que el Centro de Arte Moderno de la Fundación Calouste Gulbenkian de Lisboa le dedica hasta el 30 de marzo, titulada Habitar la contradicción. El útero materno es "un espacio orgánico, que respira, que protege, que contrasta con el mundo hostil", dice el artista.Pero las circunstancias del embarazo de su madre no fueron sencillas, sino que estuvieron marcadas por la fuga de una Angola en guerra. La madre se exilió embarazada, con una niña de dos años de la mano y un bolso con fotografías para "no perder la memoria". A su llegada a Portugal, vivieron en una cárcel reconvertida en un albergue para refugiados y familias pobres, y más adelante en un barrio provisional que duró más años de los previstos. La madre de Bunga no sabía ni leer ni escribir, y para poder sacar adelante a la familia ejerció la prostitución.
En uno de sus trabajos más íntimos, Bunga recuperó tres retratos de la madre realizados en la zona donde solía trabajar –Cais do Sodré, barrio de Lisboa–, y los hizo mayores. En estas imágenes la madre aparece como una mujer fuerte y atractiva, a la vez que frágil. Ante estas fotografías, Bunga interrumpe el recorrido, se quita el móvil del bolsillo y toma la palabra para leer un manifiesto sobre la maternidad, sobre el cuerpo como un "territorio político", como el agente que carga "la memoria de la resistencia". “El cuerpo de la mujer siempre ha sido un campo de batalla –advierte Bunga–. Ha sido atravesado por estructuras de poder, normas sociales, formas de violencia institucionalizada [...]. Cuando miro a mi madre, entiendo que la maternidad rompe las fronteras entre la individualidad y la colectividad. injustas. El cuerpo materno, incluso violado, es un lenguaje de resistencia capaz de interpelar al mundo y transformar la mirada del hilo con cada gesto, cada palabra". Así, a través del arte, Bunga convierte a su madre en una "madona contemporánea", una imagen "de todas las madres, de todas las mujeres y de todos esos cuerpos que siempre, incluso en momentos de crecimiento, son un campo de batalla susceptible de ser violado".
Barcelona, punto de llegada
Bunga dice que su trabajo "está mucho más cerca de un pájaro que construye el nido que de un arquitecto que construye una casa". Pero hace unos años su vida dio un vuelco: se instaló en Barcelona por amor y sus dos hijas son catalanas. Antes decía que tenía el taller en los museos en los que exponía, y desde hace cinco años tiene un taller en Mataró. La oportunidad que le ha dado la Fundación Gulbenkian es magnífica: Bunga ha llenado la gigantesca sala, diseñada por el arquitecto británico Leslie Martin, con un bosque hecho de decenas de columnas de cartón, evocador de los árboles que hay fuera, flanqueado por trabajos de toda su trayectoria y por otro conjunto de las colecciones centro. "Cuando Paula Côrte Real [la paisajista responsable del jardín del museo] nos pidió qué buscábamos, le respondimos que estábamos interesados en obras que fueran porosas, elásticas, resbaladizas, centradas en el proceso, huidizas, transitorias, no resueltas que respondiera a que nos hiciera que no nos hiciera que no nos hiciera que nos hiciera más jardín. Y, por eso, Carlos introdujo esta idea del bosque urbano dentro de la exposición", explica Rui Mateus Amaral, director artístico del Museo de Arte Contemporáneo de Toronto y comisario de la muestra de Carlos Bunga, que cuenta con el apoyo del Institut Ramon Llull.
Llegó un momento en que Bunga no tuvo suficiente con la pintura convencional y decidió expandirla con un lenguaje muy personal en el que confluyen la escultura y la pintura. Por momentos, Bunga parece un alquimista, alguien con un afán incansable por experimentar con todos los materiales que tiene a su alcance y transformarlos. "Mi formación es como pintor, pero la pintura me llevó a un estado de frustración", dice el artista, ante un vídeo en el que se le puede ver abriendo un agujero en una pared de un edificio en ruinas hasta que consigue pasar por el agujero. "En esa frustración, empecé a mirar los edificios en ruinas, cuando salía por la ciudad, y empecé a ver esos edificios como pinturas que eran reales", explica Bunga. El diálogo de este vídeo con una obra del Gulbenkian es un hallazgo: un conjunto de cuatro fotografías de la portuguesa Helena Almeida en las que puede verse atravesando una tela translúcida montada en un bastidor.
Una de las primeras obras de Bunga del recorrido también recuerda la fuga de la madre de Angola: se trata de Mi primera casa fue una mujer, donde la protagonista tiene una cabaña en la cabeza, y las manos y los pies son de animales. Además tiene estampado un sello de una revista colonial. Estas figuras con una casa en la cabeza se repiten en las esculturas de "nómadas". Y por primera vez ha hecho una de un animal, concretamente de un askal, un perro callejero filipino, porque "sobrevive y se adapta". "El nómada es una figura que vive en el futuro. Esta persona del futuro es multirracial, es negra, es blanca y también no es ni negra ni blanca, es ambas cosas. No tiene género. Es alguien que acepta las contradicciones, esa cosa polarizada; se adapta. Tiene esa capacidad de supervivencia. Es difícil de definir con los conceptos clásicos tradicionales", dice Bung. Más adelante se puede ver una maqueta de la casa número 17 en la que vivieron, hecha con una caja de cereales y fotos del interior, una especie de retrato de la madre, llena de figuras religiosas, pósters de pin-ups y muñecas. Y en la parte superior de la sala hay un vídeo donde se puede ver cómo Bunga rompe una bombilla a martilladas, la recompone, y vuelve a arrojar algo de luz.
La Fundación Gulbenkian fue creada por el magnate del petróleo de origen armenio Calouste Gulbenkian, que cuando murió en 1955 era el hombre más rico del mundo. A menudo se ha dicho de esa institución que es como el ministerio de Cultura portugués. Actualmente, la sede histórica está en obras, pero hace un año el arquitecto japonés Kengo Kuma inauguró la renovación de la nave de Martin y una gran pérgola polivalente, evocadora de las tradicionales engawa, que conecta el edificio existente con un nuevo jardín.