Arte

El catalán desconocido que dibujó contra Hitler

El MNAC muestra los dibujos que Mario Armengol realizó durante la Segunda Guerra Mundial

Una de las salas de la exposición 'Tinta contra Hitler'.
4 min

Barcelona"Esto es un milagro, hemos descubierto a un gran artista inédito. El único catalán y español que trabajó masivamente para la propaganda británica y de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial", afirma el periodista Plácido Garcia-Planas, que comisaría, con el historiador Arnau González, la exposición Tinta contra Hitler, que puede verse en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) hasta el 11 de enero. El artista desconocido es Mario Armengol Torrella (San Juan de las Abadesas, 1909-Nottingham, 1995), que trabajó para el gobierno británico desde 1941 hasta el derrumbe del Tercer Reich, en primavera de 1945. A los aliados les resultó mucho más útil como caricaturista. Sus dibujos estuvieron durante más de treinta años en cajas en la casa del hijo y de los dos nietos. Ahora, por primera vez, puede verlos el público catalán.

Tanto los dibujos como la vida de Armengol son fascinantes. Hijo de industriales textiles de Terrassa, quería ser artista y no quiso continuar con su negocio familiar. "Era republicano y de izquierdas moderado. Desencantado con la Segunda República, después de los Hechos de Mayo, en 1937, se exilió", explica González. Vivió en París durante un tiempo y, cuando acabó la ayuda paterna, se alistó en la Legión Extranjera Francesa. Primero fue al Sáhara y después le enviaron a Narvik (Noruega) a combatir contra los nazis. No tenía mucha habilidad con las armas y pronto le destinaron a hacer cartografías. Poco tiempo después, Armengol, para poder sobrevivir en Reino Unido, empezó a trabajar para el gobierno. "Fue entonces, a mi llegada al Reino Unido en los oscuros días de 1940, que se me llevaron el arma y el ministerio de Información me ofreció, a cambio, lápiz y pincel, con la creencia de que quizá con aquellos utensilios golpearía mejor a los malos de entonces", escribió Arm.

La incorrección política

Las caricaturas que hacen mofa de Hitler son un impresionante fresco de la Segunda Guerra Mundial. Algunas, hoy, se las describiría como políticamente incorrectas y tendrían un difícil encaje en la mayoría de los medios. En uno de los dibujos, por ejemplo, puede verse una gran máquina de guerra rusa que convierte a los soldados alemanes en salchichas. "Era afilado, amargo, cáustico, con un humor típico catalán, y sin filtros", asegura Garcia-Planas. Cuando recibió el encargo del gobierno británico carecía de experiencia como caricaturista, pero era un dibujante talentoso. "En la exposición puede parecer que haya tres o cuatro dibujantes diferentes porque Armengol estaba buscando su voz. No era un caricaturista, era un artista que hacía caricaturas y bebía de la tradición muñeco catalana", añade el comisario.

No debió ser fácil el trabajo de Armengol en ese momento. Dibujaba pura propaganda de guerra. Lo reconoció él mismo en 1943 en un escrito en la revista Señera: "Los muñecos políticos nos han hecho ver a un hombre con simpatía u odio, con repugnancia o bien con mofa, de acuerdo con la necesidad que la intencionalidad política (lo subraya) tiene de uno cualquiera de estos sentimientos". Armengol no podía hablar, por ejemplo, de las privaciones de la guerra o de los bombardeos alemanes sobre Reino Unido. Sus caricaturas eran encargos, pero había detrás un bagaje y una mirada muy particulares: eran obras muy realistas con claro desprecio por los dictadores. Había un punto escatológico de origen catalán que no siempre ocurrió la censura. No sabemos cuántas obras prohibieron, pero está documentado que no se atrevieron a publicar el Manneken Pis, la famosa estatua de Bruselas, meando sobre la bota de un soldado alemán. Armengol recibió el encargo de mofarse del bigote de Hitler y de la esvástica y se rió de Mussolini, a quien dibujaba como un niño pequeño con ganas de jugar, y de Franco. El dictador español era un títere pequeño que, en según qué momentos de la Segunda Guerra Mundial, limpiaba las botas de Hitler o corría detrás de una dama británica.

"Sabemos que los dibujos de Armengol llegaron desde Haití hasta Nueva Zelanda y, por tanto, debía buscar referentes culturales universales y utilizó desde Wagner hasta Mickey Mouse", detalla Garcia-Planas. Sin embargo, no ha sido fácil seguir el rastro de sus dibujos y comprobar en qué periódicos publicó. "Haremos una versión del catálogo en inglés y esperamos que se abran nuevas investigaciones. No se conocía ni aquí ni en Reino Unido, ni siquiera en la Universidad de Kent, que tiene el archivo más grande de cartoonistas", señala González.

Nunca regresó a Cataluña

Armengol debió de tener talento porque publicó dos libritos con su obra. Those three (1942) y According to plan. Armengol's war cartoons (1943). Ambos fueron reseñados y anunciados en la prensa británica, australiana y del exilio catalán. "Había falta de papel y era muy difícil que una editorial te publicara un libro", destaca Garcia-Planas. Su fulgurante carrera como caricaturista terminó el 16 de mayo de 1945, días después de la capitulación del Tercer Reich. El artista catalán recibió una carta en la que el ministerio le agradecía su colaboración, pero prescindía de sus servicios. "Continuó pintando toda su vida y haciendo esculturas. En Calgary hay un conjunto de esculturas al aire libre que fueron suyas, pero se ganó la vida sobre todo diseñando y decorando escenarios para la BBC. No logró vivir del tipo de artista que quería ser", explica González.

'¿No sois cristianos?'.
'Número uno'

Nunca volvió a vivir a Catalunya, donde sí creció su hijo, que le conoció ya de adulto, y sus dos nietos. "Muchos veranos íbamos a verlo y en julio de 1987 nos dio dos cajas con todos estos dibujos", explica Gil Armengol, uno de sus dos nietos. "Era un hombre magnético, siempre nos dejaba embobado con sus historias", añade. Los dibujos estuvieron en cajas durante tres décadas hasta que Benet Armengol, el hijo de Mario Armengol, habló de ello en Garcia-Planas después de la exposición sobre Antoni Campañà. "Está muy bien que aparezcan ahora porque nos interpelan en clave de humor sobre la guerra más fratricida de la historia, son una invitación a reflexionar", añade. En paralelo, se puede ver la exposición Dibujos del Museo Nacional. Chispas de la Guerra 1914-1918, que saca a relucir obras de dibujantes catalanes que a través de la caricatura plasmaron el horror de la Primera Guerra Mundial.

stats