Arnaud Desplechin: "El cine es un cadáver con una muy buena salud"
El director francés firma en 'Cinéfilos' una original y deslumbrante carta de amor a la cinefilia
BarcelonaCine Paradiso (1988) fijó en el imaginario popular una cierta manera de homenajear el amor al cine y la experiencia de verlo proyectado en una sala oscura, pero existen otras formas de filmar la cinefilia. En lugar de lacrimógena y desmesuradamente nostálgica, podría ser emocionante y sensible, un homenaje que llegara al corazón sin renunciar a la ambición intelectual y el atrevimiento narrativo. Que explotara las posibilidades del cine como lenguaje y no sólo los recursos del melodrama sentimental. Una película, en resumen, que fuera más como Cinéfilos, de Arnaud Desplechin, que estrena la plataforma Filmin este viernes, una preciosa carta de amor al cine que hibrida con naturalidad las formas del ensayo fílmico, la autoficción y el documental de autor.
El hilo conductor de Cinéfilos (Spectateurs! en el título original en francés) es la presencia mutante de Paul Dédalus, alter ego de Desplechin que en otras películas solía interpretar Matthieu Amalric y que aquí encarnan a diferentes actores y actrices de edades y etnias diversas. "Me gustaba la idea de verle como una chica joven, un afrodescendiente o un niño pequeño –explica Desplechin a través de videollamada–. Para mí Paul no es nadie específico, podría ser cualquiera, por lo que me pareció que podía funcionar como avatar del espectador". El personaje es el vehículo para ficcionar escenas de la memoria cinéfila del director, como la primera visita a un cine acompañado por su abuela o el momento en que, años después, decidió hacerse director mientras veía por enésima vez el inicio deLos 400 golpes. Más que una historia, estas y otras escenas configuran un mosaico impresionista en clave de autoficción que convive con secuencias documentales. Por ejemplo, jugosas reflexiones de expertos sobre la naturaleza del cine en relación con la fotografía y la pintura o entrevistas a personas anónimas que comparten recuerdos relacionados con el cine ("La primera película que vi fue La batalla de Argel, a los 13 años, y pasé mucho miedo", dice un hombre cuya familia fue torturada durante la Guerra de Argelia).
Cinéfilos también deja constancia del gusto cinematográfico de Desplechin a través de medio centenar de fragmentos de películas comentados al modo del Godard de las Histoire(s) du cinema, una selección ecléctica en la que caben desde obras incontestables de genios como Hitchcock, Scorsese y Welles hasta clásicos populares recientes como Notting Hill de Roger Mitchell, Minority report de Steven Spielberg y Aliens de James Cameron. Y no, aunque lo parezca, el director no ha tenido que dejar la mitad del presupuesto para conseguir sus derechos. "Al contrario, con el cine americano fue muy fácil, porque les decía: «Mirad, soy francés y pobre, y sólo tengo ese dinero». Y siempre aceptaban, era coser y cantar –explica Desplechin–. En cambio, el cine italiano fue una pesadilla, porque cada vez que pides por los derechos de una película aparecen seis productores: pagando seis veces más que por Minority report".
El impacto de 'Shoah'
Pero la película con la que Desplechin más se explaya es Shoah, el monumental documental de Claude Lanzmann sobre el Holocausto. El director recuerda el impacto profundo que le provocó al verla el día del estreno, tan intenso que durante seis meses no pudo hablar de lo que había visto sin llorar: "Les decía a todos los amigos y familiares que tenían que ver Shoah, y todo el mundo se negaba, diciendo que duraba nueve horas y que ya lo sabían, lo que contaba. Y yo insistía en que no, que no lo sabían, con una desesperación por ser creído parecida a la de los testigos del documental". Desplechin acabó cultivando la amistad de Lanzmann, pero en Cinéfilos va al encuentro de la crítica literaria Shoshana Felman por agradecerle el artículo que escribió sobre Shoah, una reflexión que le ayudó a comprender y digerir el dolor que le había provocado la película.
Es inevitable, incluso para Desplechin, comparar Cinéfilos con películas recientes de autores como Spielberg (Los Fabelman), James Gray (Armageddon Time) y Kenneth Branagh (Belfast), que reflexionan sobre el pasado y su educación cinéfila. Según el cineasta francés, "la cóvido tiene la culpa" de la coincidencia en el tiempo de estas obras. "En todo el mundo muchos directores nos dimos cuenta de que hemos heredado un tesoro, la experiencia de ver películas en un cine, que quizás en el futuro no existiría –argumenta–. Y, por tanto, teníamos que transmitirla de alguna manera".
Sin embargo, ni Depleschin ni su película son pesimistas en cuanto al futuro del cine. El director recuerda que es francés y que creció leyendo artículos de Godard y del crítico Serge Daney afirmando que el cine estaba muerto y enterrado, que era cadáver. Con ironía, asume que Godard y Daney tenían razón, pero apunta que "el cine es un cadáver con muy buena salud". Y recuerda que en una entrevista en Bergman, cuando el entrevistador calificaba de obras maestras sus filmes, él le contradecía: "Mis obras son basura si las comparas con las de Dreyer y Sjöström". Unos años después, Desplechin vio una entrevista en Woody Allen ("En su mejor época", matiza) en la que él hacía lo mismo: decía que sus filmes no eran nada comparados con los de Bergman. Y añade: "Cuando yo estrené mi primera película, un entrevistador, por ser amable, la comparó con el cine de Woody Allen y, claro, respondí que yo no era nadie comparado con Allen. Así que la historia del cine puede describirse como un viaje que siempre va hacia peor, y seguramente es un arte muerto, pero en muy buena forma".