Feminismo

Lola Clavo: "El cine español se ha basado durante muchos años en la cultura del abuso"

Coordinadora de intimidad

GeronaLos actores y actrices de cine trabajan totalmente expuestos ante las cámaras: en el momento en que suena la claqueta, todo lo que hacen o dejan de hacer queda grabado para la posteridad a los ojos de todos. Por eso, en un rodaje, son especialmente delicadas las escenas íntimas, donde entran en juego materias delicadas como el hedor, el respeto y los roles de poder, que pueden generar situaciones desagradables o incluso de abuso. Para evitar que se produzcan episodios incómodos, existe una coordinadora de intimidad, que desde la preproducción hasta el montaje procura que las escenas de sexo sean espacios seguros y libres de violencia. En España, esta figura se ha establecido de forma oficial desde 2022, de la mano de profesionales pioneras que se han constituido como asociación. Una de las miembros de la asociación es la cineasta Lola Clavo (Barcelona, ​​1983), que recientemente ha trabajado en series como Smileyy La Mesías, o Nudas y Citas Barcelona, de 3Cat.

¿Cómo definirías la labor de una coordinadora de intimidad?

— Es un departamento que no sólo trabaja dentro del rodaje, sino que está presente desde la fase de guión. Nos ocupamos de garantizar la seguridad y bienestar de las personas que participan en una producción, casi como si fuéramos de riesgos laborales. Intentamos introducir la cultura del consentimiento en la industria audiovisual para que todo el mundo se sienta respetado y pueda decidir con libertad qué quiere hacer y qué no. También participamos en la parte más creativa y colaboramos para que una escena íntima sea lo más creíble posible. Al igual que los especialistas de lucha, que trabajan para que no te hagas daño y todo sea realista, hacemos lo mismo con las escenas íntimas.

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Como Asociación Española de Profesionales de la Coordinación de Intimidad, ha creado una guía de protocolos y recomendaciones.

— Es una herramienta de trabajo que puede descargarse. Muchas industrias europeas ya llevan tiempo, y era bastante escandaloso que nosotros no tuviéramos la nuestra.

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¿Qué medidas propone?

— Por ejemplo, en el momento de rodar una escena íntima, el protocolo es reducir la presencia de personas en el sed lo menos posible. Reducir los ojos sobre los actores, no mirar directamente su cuerpo, no tomar fotos, utilizar lenguaje neutro y respetuoso, crear ambiente de trabajo, no hacer bromas o garantizar ropa interior que cubra las partes íntimas y las distancias físicas.

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¿Si hace falta una guía es que muchas de estas cosas hasta ahora no se cumplían?

— Claro está, dentro de nuestra sociedad machista y patriarcal, la industria del cine español ha sido extremadamente jerárquica, y durante muchos años se ha basado en la cultura del abuso. Nuestro objetivo es romper con esto y simular que hay muchas cosas que hasta ahora hemos asumido como normales que no lo son y que hay que detectar y desaprender.

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¿Estaba muy normalizado que un actor se extralimitara con tocamientos a una actriz o que un director le obligara a desnudarse?

— Sí, tenemos muy normalizada la idea de que la actriz o el actor deben hacer cualquier cosa que se les pida, que la idea artística del director está por encima de todo. Y esto no es así. No es cierto que una persona, por ser actor, no tenga derecho a marcar los límites sobre su propio cuerpo. Los intérpretes han crecido pensando que debían decir sí a todo.

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Y decir sí a quitarse la camiseta, en este contexto de roles de poder, ¿no necesariamente significa consentir?

— Exacto. Por ejemplo, nosotros insistimos en que la improvisación o los cambios de última hora en una escena íntima no pueden tratarse como en una escena cualquiera. En el último minuto te dicen que harás la escena desnuda, tú quieres quedar bien, no tienes tiempo de pensártelo, hay mucha presión, y dices que sí. ¿Pero realmente es un consentimiento válido? En un rodaje todas las intersecciones de dinámicas de poder están activadas –las de género, edad, fama o jerarquía–, así que es difícil enfrentarte a ellas.

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¿Y cómo actúa en caso de que no se cumplan los protocolos?

— Lo ideal es que todo esté hablado y acordado y el rodaje vaya como una seda. Pero hay compañeras que se han encontrado con situaciones de mal gusto y han tenido que intervenir y plantarse para detener el rodaje.

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¿Si en España no ha explotado un Me Too no es por falta de casos, sino porque no es fácil denunciar?

— Sin duda. Pasan muchas cosas, sobre todo fuera de los sets, en los festivales, fiestas o castings. Pero para la persona que ha sufrido violencia es complicado denunciar, porque el abuso está interiorizado en el sector, en la forma de trabajar. Los agresores son personas con mucho poder y no tienes la seguridad de que si hablas seguirás teniendo trabajo. Nosotros no somos un buzón de denuncia, pero podemos derivar, aconsejar o acompañar a todas las víctimas que nos cuentan su testimonio.