El 'ménage à trois' de Zendaya, una estrella adulta de pleno derecho

En Rivales, Luca Guadagnino traza, con éxito, una complicada figura geométrica: un triángulo –la relación poliamorosa y cargada de tensión sexual de los tres escandalosamente atractivos protagonistas– encajado en un rectángulo –la pista de tenis convertida en símil de los cuatro ángulos rectos que componen una cama –. Es difícil hablar de Rivales con la cabeza fría porque ésta es una película dirigida al (y desde el) bajo vientre. Una voluptuosa, lujuriosa y promiscua comedia sexual de obvia lectura homoerótica disfrazada de drama deportivo ambientado en el mundo del tenis.

Zendaya es Tashi Duncan, una ambiciosa tenista que conoce al inicio de su carrera Arte y Patrick, tenistas y amigos que, por supuesto (primera guiño homoerótico), son buenísimos jugando como pareja de dobles. “El tenis es como una relación”, dice Tashi a los chicos la noche que se conocen, y Guadagnino parece tomar al pie de la letra la frase al convertir las secuencias deportivas en intensas coreografías físicas y emocionales en las que ganar o perder adquiere un significado que va más allá de la pista y se traslada a su propia vida.

El director de Call me by your name propone una experiencia inmersiva, enganchada a la piel entresudada de los personajes y propulsada tanto por el musculoso trabajo de cámara que filma estos cuerpos atravesados ​​por el deseo de triunfar (en la pista y en la cama), con la intensidad de una final de Grand Slam, como por la sensualidad de los ritmos electrónicos de la extraordinaria música de Trent Reznor y Atticus Ross. La desbordante energía erótica de esta película que aboga, juguetona, por la sustitución de la pareja heterosexual monógama por un muy fluido ménage à trois se debe también a sus intérpretes: si Josh O'Connor desprende el irresistible carisma sexual de Michael Fassbender de Fish tank, Zendaya sorprende con una autoridad y un poder escénico que certifican el fallecimiento de la identidad teen forjada en Euphoria.