El nuevo Godzilla japonés se zampa a los primos estadounidenses
Las secuencias de acción de 'Godzilla minus one', éxito inesperado en la taquilla de Estados Unidos, ponen en evidencia a la mayoría de 'blockbusters' actuales
'Godzilla minus one'
- Dirección y guión: Takashi Yamazaki
- 124 minutos
- Japón (2023)
- Con Minami Hamabe, Ryunosuke Kamiki y Sakura Ando
En las siete décadas que han pasado desde que Godzilla (1954) inauguró el cine kaiju, el gigantesco monstruo ha pasado de ser encarnado por un actor disfrazado que aplasta decorados de ciudades en miniatura a ser una creación digital hiperrealista de última generación. Sin embargo, lo más terrorífico de Godzilla minus one es, tal vez, la amenazante fanfarria de vientos del tema principal de Godzilla y el reto de Mothra(1964), que reaparece con todo su esplendor intimidatorio en la banda sonora de la 37a entrega de la (poca broma) franquicia en activo más antigua de la historia del cine.
El guiño musical es coherente con una película que obvia los esfuerzos recientes por modernizar el universo de Godzilla de la productora estadounidense Legendary. Gozilla minus one, como el primer Godzilla, se ambienta en un Japón de posguerra que potencia la función del monstruo como encarnación viviente del trauma colectivo del pueblo japonés. Pero lo que ha hecho triunfar en la taquilla estadounidense a esta producción japonesa no es la funcional trama dramática de redención personal y colectiva ni los pequeños cambios en el mito fundacional del monstruo, sino el talento del director y maestro de los efectos especiales Takashi Yamazaki para exprimir el ajustado presupuesto (el 10% de un Godzilla norteamericano) en un puñado de secuencias de acción despampanantes que ponen en evidencia la incapacidad para invocar el sentido de la maravilla de buena parte de los blockbusters actuales de Hollywood.