Cine

'Furiosa' ensancha la épica y la leyenda de 'Mad Max'

George Miller reinventa en el Festival de Cannes la saga distópica con Anya Taylor-Joy de protagonista

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Alejandro G. Calvo
3 min
Anya Taylor-Joy en el Festival de Cannes

CannesEl cineasta australiano George Miller ha presentado este miércoles en el Festival de Cannes Furiosa: De la saga Mad Max, quinta entrega de una epopeya que este 2024 cumplirá 45 años, los que han pasado desde el estreno del primer Mad Max, la maravillosa distopía enfangada en violencia sucia que imaginó el entonces director debutante. Aquella película, concebida prácticamente como un filme de explotación, fue un chupinazo en toda regla: costó unos 350.000 dólares (322.000 euros), recaudó más de 100 millones en todo el mundo y de la noche a la mañana convirtió en estrellas tanto al director como al actor principal, Mel Gibson.

La siguiente entrega, Mad Max 2, el guerrero de la carretera (1981) acabaría por configurar la dinámica y la estética de las secuelas posteriores: carreras por el desierto, un look entre el BDSM y la conanexploitation (muy imitado desde entonces), el control del agua como forma de poder, violencia más que gráfica y toda la cacharrería del tuning que afectaba tanto a los vehículos como a las armas. No se puede molar más que Mad Max 2. Miller cerró la trilogía en 1985 con la desigual Mad Max y la cúpula del trueno, y pasó la friolera de 30 años dando bandazos entre (pocos) proyectos personales –El aceite de la vida (1992)– y (muchos) proyectos alimenticios –las dos entregas de los pingüinos animados bailarines de Happy feet (2006 y 2011)–. Y cuando todo el mundo le daba por finiquitado llegó el acabose: George Miller estrenaba en Cannes Mad Max: Furia en la carretera (2015), los autos locos del cine punk, la adrenalina transmutada en imagen hardcore, la exaltación fílmica de las secuencias de acción. Increíble. Posiblemente, el mejor blockbuster del siglo XXI (lo siento, Marvel).

De Charlize Theron a Anya Taylor-Joy

Proyectada fuera de competición, Furiosa es la primera película de la saga en la que no aparece por ningún lado Max Rockatansky, el personaje interpretado primero por Mel Gibson y después por Tom Hardy. La protagonista es ahora la guerrera a la que interpretaba Charlize Theron en el filme anterior, pero en una versión más joven encarnada por una muy al alza Anya Taylor-Joy. Concebida como un spin-off de Furia en la carretera, Furiosa funciona al mismo tiempo como película-mapa de la saga, ensanchándola y enriqueciéndola para hacer crecer tanto la mítica como la épica. Miller, más listo que el hambre, acierta de pleno al no intentar repetir la fórmula de éxito de Furia en la carretera, una película construida, básicamente, en dos largas secuencias de persecución endemoniada a través del desierto.

George Miller, Chris Hemsworth y Anya Taylor-Joy en la alfombra roja del Festival de Cannes.

Furiosa es otra cosa. Para empezar, la acción abarca unos veinte años de la vida de la protagonista, desde que es raptada de pequeña por una secta de comanches del desierto liderada por un autoparódico Chris Hemsworth hasta que ya es una mujer mutilada en busca de una venganza aciaga. Por eso Furiosa es más grande y compleja que Furia en la carretera, mucho más articulada a través de (nuevamente, largas y vibrantes) secuencias coronadas por unas persecuciones marca de la casa, tanto alucinadas como alucinantes. Aunque también luce menos visualmente, algo estrangulada por sus efectos especiales. Pero vaya. Que no importa. Por mí, Miller puede hacer todos los Mad Max que quiera. Incluso de Rictus Erectus y Scrotus, los hijos de Immortan Joe.

La cultura perversa del 'like'

Lejos de los desiertos distópicos de Mad Max, la competición oficial del festival ha arrancado con Diamant brut, un drama que solo necesita dos planos para presentar sus intenciones: en el primero, una chica de pechos turgentes ensaya movimientos de pool dance en una farola, de noche, sin nadie que la mire; en el segundo, la misma chica recorre frenética el extrarradio de una ciudad francesa. La poética urbana y la desesperación de cierta juventud son los ejes en los que se mueve, bajo la sombra de los Dardenne, la opera prima de Agathe Riedinger, un cuento de hadas perverso sobre el influjo de la cultura de la fama y el éxito basada en la apariencia física que promueven los reality shows y las redes sociales. La película retrata la determinación y la soledad intensa de Liane (Malou Khezibi, espléndida), que encuentra en los likes y los comentarios hiperbólicos de su cuenta de Instagram la validación y el cariño que no recibe en su casa de una madre negligente. Filmada con empatía y rigor, la película solo tiene un problema: la sensación de haber visto ya una docena de propuestas similares en el cine de autor de los últimos quince años, muchas de ellas en este mismo festival.

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