¿Quién es Greta Gerwig, la directora 'indie' que ha reventado la taquilla con 'Barbie'?
Forjada en el cine 'low cost' del 'mumblecore', ahora es la cineasta más cotizada de Hollywood
BarcelonaEl fenómeno Barbie, que este fin de semana ha reventado la taquilla estadounidense, ha convertido a Greta Gerwig, la directora y coguionista del filme, en la mujer de moda en Hollywood. Lo avalan los cerca de 140 millones de euros recaudados por Barbie, la cifra más alta con la que nunca se ha estrenado una película dirigida por una mujer en Estados Unidos, pero también la inteligencia con la que ha convertido un juguete tan popular como problemático en el primer gran blockbuster activamente feminista, un huracán que ha pintado los cines de rosa con un público entusiasta y entregado. Después de los pinchazos (siempre relativos) de Patty Jenkins con Wonder Woman 1984 y de Chloe Zhao con Los Eternos, Hollywood ha encontrado en Gerwig a la directora con prestigio autoral y gancho en la taquilla que llevaba unos años buscando.
Pero a los que han seguido la carrera de Gerwig no se les escapa la ironía de ver convertida en directora estrella de Hollywood a quien surgió del movimiento más indie del cine estadounidense moderno. El mumblecore tomó forma durante la primera década del siglo XXI en torno a los cineastas Andrew Bujalski, Joe Swanberg, Aaron Katz y los hermanos Duplass. Sus películas carecían de presupuesto y se rodaban con las primeras cámaras digitales, el equipo estaba formado por amigos de los directores y apenas tenían guión. La improvisación reinaba en los rodajes de unas historias minimalistas que iban en busca de un naturalismo muy lejano al artificio de Barbie. Dentro del mumblecore, Gerwig formó una especie de sociedad con Swanberg, con el que coescribió Hannah take the stairs y codirigió Nights and weekends. Su talento en bruto destacaba tanto en aquellas películas que enseguida llegaron ofertas del otro cine indie, el de los presupuestos holgados y las premieres en Sundance.
El primer punto de inflexión en la carrera de Gerwig llega en 2010 con Greenberg, incómodo retrato de las neurosis y ansiedades del personaje interpretado por Ben Stiller y su disfuncional relación con la asistente personal interpretada por Gerwig. Este trabajo derivó en nuevas ofertas del Hollywood indie, en su mayoría papeles secundarios, pero también su primer gran protagonista en la chispeante y sofisticada comedia de Whit Stillman Damsels in distress. La película clave de esta etapa, sin embargo, es Frances Ha, donde la actriz vuelve a trabajar con el director de Greenberg, Noah Baumbach, pero ahora dirigiendo un guión de la propia Gerwig. Frances Ha tiene todo el naturalismo y transparencia del mumblecore, pero canalizado a través de la historia de una ruptura de amistad femenina y de precariedad económica dirigida con nervio por Baumbach, rejuvenecido por su asociación sentimental y creativa con la actriz. Ligera y luminosa, Frances Ha es la auténtica carta de presentación de Gerwig como creadora con un discurso propio.
Primeras nominaciones
Convertida en it girl del cine indie, Gerwig trabaja en los siguientes años como actriz con cineastas del prestigio de Todd Solondz (Wiener dog) o Mia Hansen-Love (Eden) pero reserva sus guiones para Baumbach (el delicioso vodevil letraherido Mistress America, que también protagoniza) hasta que en 2017 se estrena en solitario como directora con la emocionante Ladybird, el coming of age de una adolescente de clase trabajadora (Saorsie Ronan) en lucha consigo misma y su madre (Laurie Metcalf). Las nominaciones al Oscar como directora y guionista le abren, finalmente, las puertas de Hollywood, que deja en sus manos la nueva adaptación del clásico Mujercitas. Dirigir una historia tan conocida podría haber sido un paso en falso para Gerwig, sobre todo por contraste con su material anterior, tan personal e imbuido de su propia vida. Pero el resultado es nuevamente una película magnífica en la que, sin apartarse demasiado del material literario, Gerwig imbuye emoción y verdad en la historia mil veces contada.
El salto de escala de Mujercitas fue, al fin y al cabo, un mero entrenamiento para el doble mortal de Barbie, un proyecto de más de 100 millones de euros de presupuesto al que Gerwig llegó por la insistencia de Margot Robbie, protagonista y productora ejecutiva del film. Para una cineasta forjada en la libertad del mumblecore, aceptar un encargo de un estudio de Hollywood tutelado por una empresa de juguetes no es fácil. El reto era hacer de Barbie una película tan personal como Frances Ha, y Gerwig lo consigue con un guión (coescrito con Baumbach) que plantea con ingenio y mucho sentido del humor una deconstrucción en clave feminista de la sociedad a partir de la fricción entre el mundo real y la utopía imaginaria del universo Barbie. ¿Y el siguiente paso? Al parecer, la agenda de Gerwig está llena: ha firmado un contrato con Netflix para escribir y dirigir las dos primeras entregas de su reinicio de la saga de Las crónicas de Narnia. En la plataforma ya se frotan las manos.