Cine

Gastón Duprat i Mariano Cohn: "Hay una epidemia de actores y directores abrazados a causas nobles que no les interesan una mierda"

Cineastas, estrenan 'Homo argentum'

26/12/2025

BarcelonaDieciséis historias independientes, un mismo actor protagonista y mucha mala baba. Estos son los elementos que dan forma a Homo argentum, el fenómeno del cine argentino con cerca de dos millones de espectadores que se estrena este jueves en nuestro país. Un retrato de la condición argentina firmado por Mariano Cohn (Villa Ballester, Argentina, 1975) y Gastón Duprat (Bahía Blanca, Argentina, 1969), conocidos por películas como El ciudadano ilustre y Competencia oficial y por series como Bellas artes.

El formato de película episódica es muy poco frecuente en el cine contemporáneo. ¿Qué le impulsó a hacer este tipo de película?

Mariano Cohn: Ya tenemos una serie con Guillermo Francella, El encargado, que ya va por la cuarta temporada y tiene mucho éxito en Argentina. Y en un impasse de la serie surgió la idea de hacer una película. El problema es que el personaje de Guillermo en la serie es tan poderoso... Eliseo, un portero de edificio, es una interpretación difícil de superar para un actor, y también para nosotros. Guillermo nos mostró la película de Dino Risi Los monstruos, con Ugo Tognazzi y Vittorio Gassman, y pensamos que se ajustaba a nosotros. Pensamos cuarenta ideas, de las que quedaron dieciséis. Guillermo nos dijo que le encantaba y nos preguntó qué episodio le tocaba. Y le contestamos que todos.

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¿Desde el principio la idea era hacer un retrato de Argentina?

MC: Sí. Los monstruos surgió en un momento de ebullición y discusión en Italia. Y esto también se aplica en Argentina, donde siempre estamos en un momento de debate y discusión. De hecho, la película ha generado un debate nacional, después de ser estrenada. Así que la hicimos para el cine, para estrenarla en salas. Demostramos que una película argentina podía volver a llevar a la gente al cine, un fenómeno que no se había visto así desde la pandemia.

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Es significativo que en el primer corto un personaje haga un elogio del argentino como individuo en contraposición al fracaso de Argentina como comunidad. Es un personaje que pone en evidencia al mostrar su irresponsabilidad e hipocresía. ¿Es así como ven a los argentinos? Esa mirada desencantada está muy presente en la película.

Gastón Duprat: Esto que dice el personaje es un lugar común. Cuando el personaje habla de los argentinos, muchos espectadores debieron sentirse identificados. Por eso el desenlace es un cubo de agua fría. Queríamos abrir el debate, echar una patada al hormiguero para que cada uno haga su reflexión. No queríamos decir que todo el mundo es como el personaje, sino romper un tabú sobre algo que opinan muchos argentinos.

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MC: Y no deja de ser una sátira. Queremos jugar a cuestionar algunos temas que en el cine argentino son intocables.

El cambiador de dólares es un estafador, la familia italiana son unos aprovechados, el director es un hipócrita, el burgués del principio es un egoísta... Hay una visión bastante misantrópica del ser humano.

GD: Pero en los mismos episodios también hay gente cálida y honesta. Existe un equilibrio. Yo no lo veo misantrópico, pero no me parecería mal que lo fuera. Hay autores misantrópicos como Woody Allen que son fabulosos. No es bueno ni malo en sí mismo. Pero existe una corriente, sobre todo en la crítica, que pide rescatar el humanismo de las historias. Me parece bien, pero que lo hagan ellos.

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El episodio dedicado al cineasta reincide en la idea del cine como el mundo de falsas apariencias que ya retrataba en Competencia oficial.

GD: Todos los universos que retratamos, no sólo el del cine, son universos que nos quedan cerca y que conocemos. Tenemos cierta autoridad para retratarlos. En algunos casos formamos parte, y en otros es a través de gente que conocemos. Pero no son universos que debamos impostar.

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MC: En los últimos años hay una epidemia de actores y directores que suben al escenario a recibir un premio cualquiera y aprovechan los tres minutos para abrazarse a causas nobles, llorar y levantar banderas sobre causas de las que no tienen ni idea y que no les interesan una mierda. Es algo demagógico, egocéntrico, insoportable. Y es un in crescendo que incluso hace reír, nos parece patético. Y queríamos señalar la conducta de los artistas pretendidamente superiores moralmente, los mentirosos absolutos. Yo no hago esto, cuando subo a recoger un premio. No dedicaré un premio a los pingüinos, se me caería la cara de vergüenza, porque es un tema que no me interesa y nunca he hecho nada por ellos.

Durante el último año y medio, la reivindicación que más he oído a directores y actores argentinos es la preocupación por el cine de su país, donde el gobierno ha desmantelado el sistema de ayudas a la producción. ¿Comparte esta reivindicación?

GD: Nosotros hace ya casi diez años que el sistema que elegimos para hacer cine es no esperar la aparición de un dinero público para hacerlo. Y nuestra carrera, por suerte, la hemos podido enfocar asociándonos a productoras, coproductoras, sumando sponsors a las películas, filmando con un gran equipo o con un teléfono móvil. Nunca hemos dejado de hacer una película para esperar a la concesión de una ayuda. No digo que sea la única manera de hacerlo, pero es la nuestra, y requiere una capacidad de adaptación muy grande al tiempo ya las formas, y mucho riesgo. Riesgo artístico y económico.

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Pero Homo argentum es una comedia de vocación popular protagonizada por uno de los actores más taquilleros de Argentina. No parece el tipo de película más arriesgada.

GD: Sí lo es, absolutamente. Es una película audaz porque es muy compleja, carísima. Y necesita a los espectadores para intentar recuperar el presupuesto altísimo que tenía. No es una película que quiere morir en un museo en el que hay cuatro que la miran, o que no es relevante para el público. Y también existe riesgo de contenido, aunque tengamos el Francella. La película ha generado un debate nacional por los temas que toca. No tiene esa cosa mortuoria de la unanimidad de la crítica. No es solemne y va a contracorriente. Por eso es audaz.

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Y en cuanto a la situación del cine argentino...

GD: El estado del cine argentino es catastrófico, pero desde hace mucho más que dos años. Y esto es lo que yo señalo como hipocresía de estos directores, que empezaron a hablar tarde y antes callaban. La decadencia viene de lejos, de hace décadas: nepotismo, amiguismo, corrupción, listas... Mariano y yo siempre lo hemos denunciado, estuviera quien estuviera en el poder.

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Ahora precisamente hay un presidente, Javier Milei, que se ha posicionado claramente a favor deHomo argentum, que ha elogiado porque, en sus palabras, "pone en evidencia las mentiras de la cultura woke". ¿Era su intención?

GD: Nosotros hacemos este tipo de contenidos desde antes de que existiera el concepto woke. Cada uno de los dos millones de espectadores que han visto la película está libre de tener su opinión. No podemos hacernos cargo de lo que piensen, sea el presidente o un chico que hace de mensajero. Justamente uno de los valores de la película es que está diseñada para generar debate y no cierra los caminos de las historias. Por eso hay posiciones contrapuestas, me parece buenísimo. Que todo el mundo opine lo que quiera. Milei dijo que le había gustado, pero a los dos días supimos que la presidenta Cristina Kirchner, que está en prisión por corrupción, había pedido ver la película. Siempre hemos sido atravesados ​​por la política, porque las cosas que hacemos sacuden al hormiguero. Cuando hicimos El hombre de al lado nos llamaron del gobierno, que era entonces peronista, para encargar 500 DVD y regalarlos institucionalmente, porque les parecía la mejor película argentina del año. La política siempre quiere apropiarse de ti, pero nosotros tenemos el culo limpio, como suele decirse, y nunca nos hemos alineado con nadie.

Trailer de 'Homo argentum'