Cine

Milei declara la guerra al cine argentino

El desmantelamiento del INCAA paraliza la industria y afecta a las coproducciones con Catalunya

4 min
Javier Milei en un mitin el año pasado en San Martin, en Buenos Aires

BarcelonaEn la brillante comedia argentina Puan, recién estrenada, un profesor de filosofía se ve obligado a compaginar el trabajo en la facultad con clases particulares a señoras burguesas y a luchar con otro profesor por una plaza que ha quedado libre. Al final de la película, hartos de no cobrar y de los recortes de la educación pública, el profesorado estalla y se manifiesta en la calle con los alumnos. La casualidad ha querido que Puan se estrene cuando imágenes similares se están produciendo en Argentina, pero protagonizadas por el sector del cine, que se está sublevando contra la ofensiva del gobierno de Milei en el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), que gestiona los recursos públicos del cine argentino.

El nuevo gobierno ha impuesto recortes drásticas en la financiación de la entidad que, en la práctica, han llevado al cine argentino a la parálisis total. "Desde la llegada al poder de la extrema derecha no se ha movido ningún expediente al INCAA –explica Benjamín Naishtat, codirector de Puan–. Es muy posible que este año no se produzcan más películas y que, por tanto, el próximo año no haya cine argentino en los festivales". Naishtat fue uno de los representantes de la industria audiovisual que se reunió hace unas semanas con el nuevo director del INCAA, el economista Carlos Luis Pirovano, quien en el primer día en el cargo firmó un centenar de despidos. Milei intentó cerrar el INCAA, pero descubrió que, como lo creó una ley del congreso, solo el congreso puede cerrarlo, así que puso al frente a una persona que no sabe nada de cine, que lo primero que nos dijo cuando nos entrevistamos es que ni mira películas ni lee libros".

Fotograma de la película argentina 'Puan'.

La animadversión de Milei contra el cine argentino entronca con un discurso bastante arraigado en la política argentina de las últimas décadas: que los gastos en cultura no son necesarios en tiempos de crisis. Pero con Milei esa idea se ha extremado. "Los gobiernos anteriores daban más o menos espacio a la cultura, pero nadie se había animado a romperlo todo hasta la llegada de este hombre, que defiende abiertamente que el cine argentino no interesa y que lo forman una casta de privilegiados –explica el periodista cinematográfico Diego Lerer–. Lo peor es que ha logrado instalar en muchos votantes la idea de que los cineastas son un grupo de millonarios que roban el dinero del pueblo".

En los mítines, Milei repite la consigna populista de que los directores "hacen películas con el hambre de los niños del Chaco [una de las provincias más humildes del país]", y sus seguidores lo utilizan para contrarrestar cualquier defensa del cine argentino. "En realidad, nuestro cine se financia con un impuesto sobre la publicidad en televisión, y es una cifra bajísima en términos de interés nacional que se mueve entre los 40 y 50 millones", defiende Lerer. Entonces, ¿por qué esa obsesión de Milei con el cine? "Lo ha convertido en uno de los chivos expiatorios de su batalla cultural porque el cine ha tenido un rol preponderante en la lucha por la recuperación de la memoria de los crímenes de la última dictadura –señala Naishtat–. Películas como La historia oficial o Argentina, 1985 han ayudado mucho a la sociedad a tomar contacto con las atrocidades que se cometieron".

Preocupación en Catalunya

La crisis del cine argentino puede parecer lejana desde Catalunya, pero nos afecta directamente. Francisco Vargas, director del Instituto Catalán de las Empresas Culturales (ICEC), vive "con preocupación" las noticias que llegan estos días sobre el INCAA, y afirma que Argentina es "uno de los socios naturales" del cine catalán: "Hay unas relaciones empresariales fluidas y de confianza, así como un flujo de talento en los dos sentidos que son claves en las coproducciones internacionales". Los datos del ICEC lo corroboran: en 2021, un 13,89% de las coproducciones internacionales catalanas tuvieron a Argentina como socio, y al año siguiente la cifra creció al 15,63%.

Una de las productoras catalanas que más ha trabajado con Argentina en los últimos años es Mr Miyagi. Entre sus coproducciones recientes se encuentra el thriller Faro, estrenado en enero, la adaptación de dos relatos de Mariana Enríquez La virgen de la tosquera, recién rodada, y la comedia Astronauta, que el fundador de Mr Miyagi, David Matamoros, ha dirigido entre Barcelona y Buenos Aires. "Trabajamos mucho con ellos porque, primero, tienen un talento descomunal escribiendo, interpretando y técnicamente, un humor similar al catalán y, obviamente, nos entendemos muy bien gracias al castellano –dice Matamoros–. Y porque el INCAA, dentro de su idiosincrasia, hasta ahora apoyaba los proyectos y era relativamente fácil construir coproducciones".

El productor ha presenciado estos meses en primera persona el desmantelamiento del INCAA: "No puede que un señor llegue y, sin conocer nada de la entidad, empiece a pasearse por las oficinas señalando trabajadores arbitrariamente y diciendo «Tú aquí no haces nada, en la calle», despidiéndolos sin contemplaciones". Matamoros, pese a reconocer el derecho legítimo de cualquier gobierno a regular gastos ("el personal del INCAA había crecido excesivamente en los últimos años y superaba a los 700 trabajadores", dice), califica de "chapuceras" las formas de Milei y advierte sobre las consecuencias: uno de sus proyectos de coproducción con Argentina, El grito del gato, ya se está replanteando sin participación argentina. Y sin inversiones extranjeras ni soportes públicos, el horizonte del cine argentino es nefasto. "Más allá de las películas que no se hagan o los festivales que no se celebren, mi gran temor son los miles de personas y familias de la industria que se quedan sin trabajo. Se está rompiendo un tejido que será difícil de reconstruir", alerta Lerer.

stats