Cine

Muere William Friedkin, el director de 'El exorcista' y 'French connection'

El cineasta tenía 87 años y era uno de los grandes nombres de la generación dorada de los 70

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William Friedkin

BarcelonaWilliam Friedkin, uno de los gigantes de la generación más brillante del cine estadounidense moderno, ha fallecido este lunes a los 87 años. A principios de los años 70, French connection (1971) y, sobre todo, El exorcista (1973) le convirtieron en el director estadounidense del momento, visibilizando el relevo generacional de Hollywood que encarnaron él, Martin Scorsese, Francis Ford Coppola, Brian de Palma y George Lucas, entre otros. Friedkin aportó al cine estadounidense una energía nueva y vibrante y un estilo de montaje fragmentado que provenía de los nuevos cines europeos y de su propia experiencia como documentalista. Friedkin deja pendiente de estreno un remake de El motín del Caine que se estrenará en la próxima edición de la Mostra de Venecia.

Nacido en Chicago en 1935, William Friedkin empezó su carrera trabajando en la televisión local de su ciudad, donde afirmaba haber dirigido cerca de unos 2.000 programas, en su mayoría documentales. A mediados de los 60 dirigió un episodio de la serie Alfred Hitchcock presenta y debutó en el cine con una película de encargo (Good times) al servicio de la entonces muy popular pareja de cantantes Sonny & Cher. Continuó puliendo su estilo frenético de cámara y montaje en títulos como La noche de la invención del striptease (1968), hasta que French connection le catapultó a la fama.

"Dirigí French connection en estilo documental para crear la sensación de que la cámara chocaba con la acción, que no había nada escenificado. Quería que el público se sintiera en un documental", explicaba Friedkin al ARA en 2017 durante su visita al Festival de Sitges. El argumento de aquel thriller que enfrentaba a un policía (Gene Hackman) con el jefe de una organización de traficantes de droga (Fernando Rey) no era nada del otro mundo, pero el nervio de la dirección y el montaje frenético dejaron al público boquiabierto, especialmente en la persecución de coches, una de las mejores de la historia del cine. Friedkin ganó su primer y único Oscar por su trabajo en la película.

Un clásico del cine de terror

Dos años después, Friedkin causó sensación con El exorcista, que adaptaba una novela de William Blatty sobre la posesión demoníaca de una chica. El estilo sobrio y realista de Friedkin y su control absoluto de la puesta en escena consiguieron el milagro: una película de terror nominada a diez Oscar (solo ganó dos). En El exorcista, una de las películas más influyentes del cine de terror, se le atribuye también un resurgimiento de la fe católica en Estados Unidos; la ironía es que Friedkin era judío. "No me aproximé desde una perspectiva religiosa sino por la historia –explicaba en el 2017 al ARA–. Puedes emocionarte leyendo el Nuevo Testamento sin tener que tomarte las historias de forma literal. Lo mismo ocurre con El exorcista".

A continuación, Friedkin abordó el ambicioso proyecto de rodar un remake de El salario del miedo, el clásico de Clouzout sobre los hombres que conducen un camión de nitroglicerina a través de caminos de cabras de los Andes. La versión de Friedkin, Carga maldita, es un extraordinario ejercicio de tensión, pero los problemas de rodaje multiplicaron el presupuesto y cuando la película no fue bien recibida en taquilla (ni entre la crítica), el romance entre el director y los estudios se acabó de golpe. En paralelo, su amigo George Lucas estrenaba Star Wars y reventaba la taquilla. Para algunos historiadores, la suma de ambos hechos marca el inicio del fin de la era dorada del New Hollywood.

La carrera del director, sin embargo, siguió dejando grandes películas como En la cacería (1980), con un enorme Al Pacino haciendo de policía infiltrado en la escena gay de San Francisco para atrapar a un asesino en serie. Muy criticada en su momento por el tendencioso retrato de la comunidad gay, no deja de ser un thriller oscuro y absorbente. El nervio como director de Friedkin volvería a brillar en Vivir y morir en Los Ángeles (1985), una nueva intriga criminal al estilo de French connection, estilizada y visualmente prodigiosa.

Durante las décadas siguientes se prodigó poco. Títulos menores como La tutora (1990) o el thriller sexual Jade (1994) no le ayudaron a encontrar su sitio en un Hollywood que tampoco sabía muy bien qué hacer con él, como se vio en el drama bélico Normas de intervención (2000) o en el thriller de acción The hunted (2003), que pasaron sin pena ni gloria. Por eso se recibió como una grata sorpresa la magnífica Killer Joe (2011), drama criminal con un guión negrísimo del dramaturgo Tracy Letts y un Mathew McConaughey desatado. No la presentó en Sitges, donde causó furor, pero sí acudió unos años después a recibir el Gran Premio de Honor en plena resaca de los hechos del 1-O. "Creo en la paz para Catalunya, la única respuesta es una solución pacífica y el diálogo", afirmó al recibir el homenaje del festival.

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